¿Quién dijo eso de sexo débil?

Celia Pacio, en una foto de archivo recogiendo erizos.
photo_camera Celia Pacio, en una foto de archivo recogiendo erizos.

Varias mujeres de la comarca relatan su vida en unos trabajos hasta hace poco reservados casi en exclusividad a los hombres. Una igualdad que llega para instalarse, pero que paradójicamente ha costado más renuncias que discriminaciones

la familia es la más perjudicada cuando las mujeres asumen grandes responsabilidades, pero también el mejor de los apoyos que encuentran en el camino.

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Celia Pacio / Patrona mayor de Ribadeo

«Mi vida ha sido dura, pero me siento orgullosa de lo que he conseguido»

La vida de Celia Pacio, patrona mayor de la cofradía de Ribadeo, es un claro ejemplo de que se puede llegar a donde uno se proponga. Su esfuerzo y tesón le ha valido para llegar todo lo lejos que ha querido y eso, en su caso, es mucho teniendo en cuenta sus orígenes humildes. Es la pequeña de una familia de seis hermanos de Riotorto y no puede dejar de emocionarse al recordar a su madre con la máquina de coser en la cabeza yendo de casa en casa para sacar adelante la familia, que perdió prematuramente a su padre. Ahora, cuando regresa a su localidad no para de recibir felicitaciones y sus vecinos se sienten muy orgullosos de contar entre los suyos con alguien importante.

Cuando se trasladó a vivir a Ribadeo, con 18 años, tenía ya tres bebés y otro en la barriga. «Lo mío me costó, porque entonces no había tantas facilidades». Fueron años difíciles, sin lavadora, sin pañales, sin ayuda.... Cuando los niños empezaron a ir a la guardería, Celia trabajaba por horas en casas, hasta que el mar la atrapó para siempre. «Es muy duro, pero siempre me gustó».

Trabajar en el mar implica estar pendientes de las mareas, por lo que nunca se tiene un horario fijo y eso, en mucho casos, implicaba para esta mujer coraje levantarse a las seis de la mañana para dejar hecha la comida antes de ir a faenar. Erizos y percebe es lo que cogen en Ribadeo, lo que es sinónimo de peligrosidad y eso que ahora trabajan con más medios, pero nadie está a salvo y Celia lo sabe bien, porque hace poco sufrió el mazazo de perder a una compañera, a la que estaba muy unida.

Pacio compagina la tarea de mariscadora con la de patrona mayor y son varias las horas que pasa al frente del pósito cuando no está en el mar, una labor que le ha permitido codearse con altos responsables de la Administración, lo que al principio le acomplejaba. No así el trabajo, que nunca le asustó, y, además de tener un montón de cursos, que le permitirían hasta embarcase, se sacó el carné de conducir con 45 años y se defiende con las nuevas tecnologías. «Mi lucha ha sido dura, pero me siento muy orgullosa. Tengo un piso en Ribadeo y dos coches. Vivo bien, aunque no me sobra nada y todo lo he conseguido con mi esfuerzo», dice.

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Amalia López / Taxista

«Nunca tuve problemas con mis compañeros ni con los clientes»

Hace treinta años que Amalia López Pardo trabaja como taxista en Ourol, una decisión que tomó al regresar de Suiza ayudada porque un primo suyo dejaba la plaza para ejercer en Madrid y porque a ella le parecía que el trabajo iba como anillo al dedo como complemento al bar que regentaba su esposo.

Nunca se arrepintió de la decisión. Le gusta conducir y nunca le faltaron clientes. Su condición de mujer no fue un obstáculo para que la aceptaran; es más, en algunos caso le reportó cierta ventaja, pues «cuando iba con gente mayor al médico los hijos me pedían que pasara a la consulta y se quedaban más tranquilos», asevera. Si para los clientes no fue chocante, tampoco lo fue para el resto de profesionales, entre los que nunca encontró discriminación.

Melita, como todo el mundo la conoce, tuvo que sacarse el carné de primera, el mismo que se exige para los camiones, para poder conducir su primer taxi, un Renault 12 que funcionaba con butano, «y cuando iba de viaje a Madrid tenía que parar en Villalpando para cambiar las bombonas», recuerda. Por ello, «fui una mujer feliz» cuando se compró el siguiente vehículo, un Renault 18 a gasoil, tras el que vendrían un Renault 21, un Citroen Xsara y el Picasso actual, con el que realiza el transporte de los niños al colegio, lo que le reporta unos ingresos fijos con los que va tirando, pues el taxi es un sector donde la crisis está haciendo mella, y es que el rural está cada vez más despoblado.

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Emma Álvarez / Diputada en el Parlamento

«Cando durmo en Santiago deixo a roupa dos nenos preparada»

Emma Álvarez Chao es la única mariñana en el Parlamento de Galicia, una mujer en un mundo de hombres, al menos hasta ahora, pues es la primera legislatura que en la Cámara gallega hay más mujeres que varones.

De hecho, la diputada mariñana, del Partido Popular, que es presidenta de la Comisión de Agricultura, portavoz de la Montes y Conservación da Natureza y vocal de la de Economía, asegura no haberse sentido nunca discriminada. No fue así en su anterior trabajo, donde acostumbrada a tener que mandar sobre hombres «algunha vez tiven problemas, pero tamén cando saben como traballas respetante máis ca outro home», apunta.

Su llegada a la política fue tan de casualidad que la primera invitación para integrar una lista llegó de la mano del PSOE, una propuesta que pronto tuvo su réplica en el PP. «Nunca pensei en meterme en política, pero fixeno para ter unha participación na sociedade», asevera.

Una decisión que repercutió directamente en su vida familiar. «Antes traballaba de luns a venres e agora é de luns a domingo, coa vantaxe de que podo ter algunha tarde libre á semana». Esas horas son las únicas en las que puede estar con sus hijos, de 11 y 7 años, que cuida habitualmente su marido, aunque no son pocos los días que tiene que recurrir a los abuelos. Aunque tiene ayuda para las tareas del hogar, la organización de la casa sigue recayendo sobre ella, «e cando quedo a durmir en Santiago deixo preparada a roupa de dous días para os nenos».

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Claudia Rodríguez / Futbolista

«Nunca me sentín discriminada á hora de xogar ao fútbol»

Claudia Rodríguez no para y es que a sus 28 años ha conseguido compaginar, no sin esfuerzo, sus dos grandes pasiones: la enseñanza y el fútbol. Como jugadora está en lo más alto de su carrera deportiva, militando en Primera División con el Burela FSF, con el que ganó dos copas de Galicia. Además, fue elegida por los lectores de El Progreso como Deportista Lucense del Año en su última edición.

Llegar hasta aquí no ha sido fácil y parte de ese mérito es de su familia, que no dudó nunca en apoyarla ni en llevarla a los entrenamientos y eso que a veces era duro, sobre todo cuando estaba estudiando en A Coruña y bajaba los martes a entrenar, «e logo volvía subir ás dez e media da noite para ir a clases ao día seguinte».

El fútbol lo llevaba en la sangre y fue su padre el primer entrenador que tuvo, pues jugaba con él después de comer en el bar que su abuela regentaba en Foz.

Echando la vista atrás, Claudia no recuerda discriminación, ni siquiera de niña, en que siempre la elegían de las primeras, en medio de un montón de chicos, para hacer los equipos. «Nunca quedei das últimas, nunca me discriminaron á hora de xogar e nunca chorei dun pelotazo», sonríe recordando los juegos del patio. Sin embargo, sí se ha encontrado, y recientemente, con niñas que no pueden jugar al fútbol porque sus madres han decidido que es un deporte de chicos, «e expliquei que coma en calquera deporte, podemos xogar nenos e nenas».

Una explicación muy propia de una educadora, como ella, que acaba de pasar tres meses como tutora de un grupo de primero de Primaria, en el Martínez Otero de Foz, donde imparte Psicomotricidad. Anécdotas tiene para parar un tren, pues los niños le suplican que juegue con ellos al fútbol. Ahora, está volcada con el inglés, pues tiene claro que el fútbol tiene fecha de caducidad.

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Rebeca Bermúdez / Mecánica

«Es muy difícil encontrar trabajo como mecánica siendo mujer»

Rebeca Bermúdez tiene 19 años y todo un futuro por delante, aunque ella cree que más negro que el de otras jóvenes de su edad, pues no tiene que lidiar solo con la crisis a la hora de encontrar un trabajo, sino también con su condición de mujer. «Es muy difícil encontrar trabajo como mecánica siendo mujer, porque te dicen que no tienes la misma fuerza», algo que suena más bien a excusa cuando ya ha demostrado su capacidad y responsabilidad durante sus prácticas laborales.

Para trabajar en un taller se prepara desde hace tres años, pues después de hacer el ciclo de Electromecánica en el IES María Sarmiento de Viveiro cursa en la actualidad el primero de los dos años del de Mecánica. Una clase en la que es la única chica.

Ni a su familia ni a sus amigos les pilló por sorpresa la elección para su formación, porque sabían de sobra sus gustos en este sentido y su decisión a formarse en este campo. «Sabían que era lo que me gustaba y lo que quería hacer», asevera, mientras relata que entre sus aficiones favoritas están las minimotos y los caballos.

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