Praza da Estación, zona cero de un populoso barrio venido a menos

En el entorno de la terminal del tren, los ferroviarios conformaron a partir de finales del siglo XIX una pequeña ciudad a su medida. La apertura en 1958 de la línea férrea Ourense-Zamora acabó con la hegemonía de Monforte como gran nudo ferroviario
La Praza da Estación, a mediados del siglo pasado.
photo_camera La Praza da Estación, a mediados del siglo pasado.

El barrio de A Estación de Monforte surgió a finales del siglo XIX con la llegada del ferrocarril. La frenética actividad y los cientos de trabajadores que trajo lo que en aquella época era un moderno medio de locomoción, hizo que lo que antes era un arrabal de la ciudad se convirtiese en una bulliciosa barriada que no paraba de crecer, alcanzando su máximo apogeo en la década de los 50 del siglo XX, cuando en la estación de Renfe trabajaban unas 1.500 personas.

Sucursales bancarias, tiendas de todo tipo, un economato para los ferroviarios y sus familiares, una sociedad recreativa y hasta un cine daban servicio a los miles de vecinos del entorno hasta que hace unos cuarenta años comenzó el declive de la estación del tren con la pérdida de varios talleres, el depósito de tracción diésel y la paulatina reducción de servicios ferroviarios de todo tipo, algo que aún no se ha detenido.

En la actualidad, en la estación monfortina, la más grande de Galicia en cuanto a superficie y terminal, sólo trabajan un centenar de personas, en las calles de sus alrededores cada vez hay más casas vacías y los numerosos negocios que existían fueron cerrando uno tras otro hasta solamente quedar un puñado de ellos.

Los orígenes del barrio de A Estación están en el año 1883, cuando llega a Monforte la línea férrea procedente de Palencia y León y se empieza a construir la teminal del tren. Dos años más tarde se une con la vía de Ourense y Vigo, momento en el que la ciudad se convierte en nudo ferroviario. En aquel entonces las carreteras eran escasas y malas y el 90 por ciento de las mercancías que entraban y salían de Galicia por tierra lo hacían por Monforte, en tren. Ello motivó una gran actividad y, como consecuencia de ella, el nacimiento de lo que conocemos como A Estación.

El barrio dispuso de numerosos negocios de todo tipo, una sociedad recreativa y cultural y hasta una sala de cine

El presidente de la Asociación Monfortina de Amigos do Ferrocarril, Fermín Avellaneda, da una serie de claves sobre la evolución de la barriada. ''La mayoría de los ferroviarios eran de otras partes de Galicia y de diferentes regiones españolas. Como había una importante carencia habitacional empezaron a construirse casas y a conformarse una especie de ciudad a medida de los trabajadores en la que reproducir su estructura social propia''.

Es cuando se crean lugares de ocio, como la sociedad recreativa La Fraternal, aún en funcionamiento, y abren numerosos establecimientos hosteleros y comerciales. Incluso, hay un momento de la historia, por los años 30 del siglo XX, en el que los vecinos intentan, sin éxito, montar una plaza de abastos en la zona.

Fermín Avellaneda asegura que los ferroviarios configuraron una ''sociedad a su medida. Podemos recordar cuando al desplazarse al centro de la ciudad los de A Estación decían aquello de bajar al pueblo, ya que el centro de la ciudad quedaba alejado y en el barrio tenían de todo, hasta un cine que funcionó hasta finales de los años 60 del siglo pasado''. Y entonces comenzó el declive. Fue en el año 1958, cuando se abre la línea ferroviaria entre Zamora y Ourense, a la que se le llamó La Directa porque conectaba más rápido Galicia con Madrid.

Es ahí cuando se pierde tráfico ferroviario, ya que muchos trenes con destino a la Meseta se desvían por esta línea, lo que a su vez produjo una merma en puestos de trabajo y también en el número de viajeros que hasta aquel momento tenían que pasar necesariamente por Monforte.

En la actualidad la zona no luce el esplendor de hace 70 años, como se puede comprobar, sobre todo, si se da un paseo por las calles que confluyen en la Praza da Estación, como por la Rúa Coruña, una calle antaño llena de negocios de todo tipo y en el que ahora se cuentan con los dedos de una mano.

El vecindario espera que el bullicio de antaño pueda recuperarse cuando se llene de actividad el puerto seco, pero los más escépticos creen que no, pues, dicen, nunca generará la cantidad de puestos de trabajo y de actividad que sí propició el tráfico de mercancías y de viajeros en la época gloriosa del ferrocarril en Monforte.

Tampoco han funcionando varias acciones realizadas por los distintos gobiernos municipales con el objetivo de darle viveza al barrio, como llevar allí varios servicios como el centro de inspección técnica de vehículos y algunas oficinas como la Cámara de Comercio o la CEL, que, además, acabaron cerrando.

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