TRANSFESA, Corporación Noroeste, Zeltia, Pescanova… El gigante empresarial de la familia Fernández López fue el único de los tres grandes grupos gallegos que crecieron en los años de la autarquía franquista «que no se propuso nunca disponer de un brazo bancario destinado a captar recursos para su expansión», al contrario de lo que hicieron los Menéndez-Páramo con el Banco del Noroeste o Barrié de la Maza con el Pastor. «¿Cómo se financió entonces el crecimiento del grupo empresarial?», inquiere el catedrático Xoán Carmona Badía en el libro ‘Empresarios de Galicia’, para explicar a continuación que el grupo optó por combinar dos elementos: la reinversión de los recursos generados, por un lado, y el recurso al crédito bancario, de otro. Algo de premonitorio tenía el trabajo de Carmona al detenerse a analizar cómo se financiaba el gigante en aquellos años, porque ha sido precisamente la banca la que ahora amenaza con secar el grifo del crédito a Pescanova, la segunda empresa gallega, un gigante multinacional que preside Manuel Fernández de Sousa-Faro, uno de los seis hijos que tuvo el emprendedor lucense.
¿Cómo presenta preconcurso de acreedores una empresa que crece en beneficios, facturación, dividendos, que tiene unos activos de 2.278 millones de euros, muy por encima de su pasivo bancario declarado, y acaba de salir de una ampliación de capital por 125 millones que se cubrió sin mayores problemas? Quizá haya que buscar la respuesta en un modelo de negocio de éxito que, totalmente integrado de forma vertical (desde la extracción y producción hasta la comercialización), necesita recurrir a líneas de descuento bancario para abordar los pagos a los proveedores a corto plazo, en dependencia de un sector, el de la distribución, que estira mucho los tiempos.
En esa dinámica, que la empresa ha venido afrontando sin mayores tensiones en los últimos años, se cruza la crisis y la negativa de la banca al aplazamiento de un vencimiento de solo 15 millones de euros, de un crédito sindicado de unos 150 millones. Para situar en su justa medida lo que representan estos importes, basta con apuntar otro dato: su pasivo bancario declarado se sitúa en 1.522 millones, con unos acreedores comerciales por importe de 459 millones.
Es precisamente ese aplazamiento (‘waiver’) durante noventa días de un vencimiento de 15 millones que parte de un ‘pool’ bancario se negó a aprobar (en el sindicato hay entidades nacionalizadas) el problema de Pescanova, pero también el inicio de la solución. Porque es la clara demostración de que ha sido una tensión de tesorería puntual el pecado de la compañía. De hecho, la banca apura ya las negociaciones para refinanciar parte de ese crédito, que bien podría pasar por reconvertir a largo plazo la deuda a corto o bien capitalizar parte.
De momento, la empresa se mueve con hechos, y ya ha encargado a un banco de inversión norteamericano la negociación del rescate. Con estos datos sobre la mesa de negociaciones, el preconcurso presentado en el Juzgado de lo Mercantil número uno de Pontevedra viene a ser una herramienta para poder negociar con los acreedores, como un modo de ganar tiempo.
Pescanova gana tiempo también por otra incertidumbre planteada que, como una china en el zapato, es consecuencia directa de esa negativa bancaria a renovar las pólizas de crédito para financiar el activo circulante. Sobre el papel, dos accionistas significativos, Demetrio Carceller y el fondo Luxempart, que se sientan en el consejo de Pescanova, se negaron a firmar unas cuentas, las de 2012, que iban a presentar salvedades por parte de los auditores en referencia a esos problemas de deuda. Ambos suman un paquete, declarado, de al menos el 11,9%, frente al 14,4% que controla Manuel Fernández de Sousa-Faro. A mayores, el presidente de Pescanova cuenta en el capital de la compañía con el apoyo de accionistas históricos y de fondos de inversión norteamericanos que también tienen participaciones significativas. Son estos dos accionistas los que han reclamado por escrito un consejo de administración, que de momento no parece tener visos de convocarse, al menos hasta que esté encauzada la resolución al problema derivado del crédito sindicado.
Queda por escribir la historia de las próximas semanas en un momento clave para la compañía, pero lo cierto es que la que ya está escrita demuestra que Pescanova es una empresa de éxito, rentable, y mucho, muy internacionalizada (el 57% de sus ventas se generan en el extranjero) y muy apetecida para cualquier multinacional.
Lo bueno, otra vez, tiene que salir bien.
Accionista de control de la cervecera Damm, también ocupa la vicepresidencia de Sacyr, además de controlar distribuidoras petrolíferas como la canaria Disa, y manejar paquetes significativos en empresas agroalimentarias. De hecho, la Corporación Damm, que participa en Pescanova, tiene algo más del 9% de Ebro Puleva, en cuyo consejo se sienta Demetrio. En la multinacional gallega lo hace su hermano José. También ocupa sillones en los máximos órganos de administración de compañías como CLH y Gas Natural. De 51 años y licenciado en Ciencias Empresariales por la Complutense, son muy pocos los que se fían de este magnate, cuya mano izquierda parece no querer saber lo que hace la derecha.
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AMANCIO ORTEGA ♦ La tercera fortuna del mundo trabaja en Arteixo
Si reaccionó como suele hacer cada vez que se publica la lista de Forbes, poco habrá importado a Amancio Ortega situarse como el tercero más rico del mundo, con un patrimonio de 57.000 millones de dólares, solo por detrás del mexicano Carlos Slim y de Bill Gates. A buen seguro el creador de Inditex habrá estado mucho más pendiente del nacimiento de su cuarto nieto, hijo de Marta. Y su ex Rosalía Mera (6.100 millones de dólares), pasa a ocupar la segunda posición entre los españoles más ricos del mundo. Otra vez el universo Inditex, pilar de ambos patrimonios. Y todo, sin que se note mucho. Solo Zara.
LUIS DE GUINDOS ♦ De apaño en apaño con la crisis de las preferentes
Paradigma del desconcierto, al Ministerio de Economía parece no cuadrarle nada. No se entiende de otra forma el intento de llevar al Consejo de Ministros una solución para las preferentes, con decenas de miles de afectados, a través del Fondo de Garantía de Depósitos, la conocida como uvi bancaria. Ahora quiere que ese ente se haga cargo de resarcir a los engañados, pero antes tendrán que asumir unas quitas que llegarán más pronto que tarde. ¿Qué dirá Europa de todo esto? De Guindos, además, tiene en mente crear un banco holding que aglutine las entidades nacionalizadas, incluida NCG. Estaría en Madrid. Eso se llama improvisar.