Pescados de aquí mismo

Barco de bajura en la costa de Foz (Foto: José Álvez)
photo_camera Barco de bajura en la costa de Foz (Foto: José Álvez)

Una flota que se caracteriza por realizar una pesca artesanal, selectiva y que surte a los mercados de gran parte de los mariscos pescados del día. Un trabajo donde los armadores son patrones, no hay vacaciones y la meteorología es quien manda.

la flota de artes menores de la comarca está compuesta, según los últimos datos de la Consellería do Mar, por 106 embarcaciones en las que trabajan 203 personas. Son en su mayoría lanchas de entre nueve y once metros que faenan cerca de la costa y con una tripulación media de dos personas. La flota artesanal trabaja con cuatro artes básicas como son las nasas del pulpo, betas, miños y palangrillo, sin olvidar otros oficios como trasmallos, línea, percebe, erizo o rastro de camarón. Artes que, por lo general, proporcionan una pesca sostenible que abastece los mercados de mariscos y pescados del día.

El trabajo en estas embarcaciones lo suelen desempeñar los propios armadores, que a la vez son patrones y que en ocasiones están ayudados por marineros contratados. Para aquellos que viven de las artes menores es difícil hablar de vacaciones, puesto que su descanso por norma general se centra en fines de semana, épocas de veda o cuando el mal tiempo impide faenar, aunque es raro el día en el que no es necesario realizar alguna labor en la embarcación.

Artes

La nasa del pulpo y nécora es el aparejo más utilizado por esta flota, una actividad que desempeñan los patrones mayores de Burela y Foz, Basilio Otero y Juan José Lestegás. Ambos coinciden en que esta arte es la más cómoda para faenar. «No son moitas horas de traballo, saímos ás sete da mañá e estamos de volta á unha», dice Otero. Pero además este aparejo puede permanecer en la mar incluso con temporales, lo que supone siempre una mayor seguridad para la tripulación.

Lestegás, al igual que otros profesionales, cambia de arte cuando el precio de alguna especie es bajo, hay pocas capturas o existe veda. En su caso utiliza redes denominadas betas con las que se captura sobre todo merluza y salmonetes, sin olvidar otros pescados como fanecas, abadejos o rayas. Los miños son otra de las artes más utilizadas por esta flota. Son conocidos sobre todo porque se utilizan para la pesca del centollo, choco y prácticamente cualquier pescado incluidos los planos. Finalmente el palangrillo se utiliza para la pesca de merluza, lubinas y otros pescados de calidas.

Vedas y paros

Hasta hace poco tiempo este sector estaba sujeto a vedas de algunas especies como el pulpo, nécora, centollo y otros mariscos. Sin embargo, durante los últimos años los recortes en las cuotas de especies como la merluza o la caballa obligan a embarcaciones que capturan estas pespecies a cambiar de artes ante la paralización de las pesquerías a causa del agotamiento de cupos.

El trabajo de las artes menores, como la mayoría de las tareas pesqueras, está sujeto a los altibajos que provoca la abundancia o escasez de capturas. «Na pesca hai meses nos que se traballa ben, entón hai que gardar para outros nos que a pesca é escasa. Este ano algunhas embarcacións gañaron nun mes 12.000 ou 13.000 euros, aínda que tamén o verán foi moi malo e houbo lanchas nas que repartiron só 200 euros», explica el patrón mayor de Burela En este sentido Lestegás apunta a que en la flota de artes menores «nadie se hace rico, pero sí se puede ganar un sueldo digno para vivir».

Marineros

El sector en estos momentos no tiene demasiados problemas para cubrir puestos de trabajo, «o mar non xera paro, xera traballo», dice Basilio Otero. Sin embargo, los dos patrones lamentan de la dificultad que entraña comenzar a trabajar en la mar. A diferencia de buen número de empleos en tierra, los aspirantes a faenar en la mar deben presentar al menos dos títulos como son el de marineros pescador y formación básica, sin ellos es imposible embarcar. A pesar de este inconveniente, ya sea por la crisis o por suerte, se van buscando tripulantes. «Sempre hai algunha persoa no muelle que pregunta se hai prazas», dice Otero. Pero lo más difícil es conseguir que alguien construya una nueva embarcación y se dedique al oficio. «Aquí en Foz hay algunos jóvenes trabajando, pero nadie que empiece con 18 años, si esto sigue así cuando nos jubilemos no sé qué sucederá», dice Lestegás.

Relevo generacional

Iago Goás, con 25 años, trabaja como marinero en la bajura en una lancha del pulpo desde hace poco más de 5 meses. Este joven decidió apuntarse a las listas de la cofradía de Celeiro con la intención de realizar los cursillos necesarios para embarcar. «Hice los cursos porque siempre me interesó trabajar en el mar, antes estuve en otros oficios relacionados con la pesca». Para Goás el trabajo por el momento es duro, pero dentro de unos límites razonables. «Hay que madrugar, trabajar con mal tiempo, pero por lo menos no es una labor tan física como se cree y además es un trabajo que gusta», dice.

Uno de los aspectos que hace más difícil esta actividad es el mal tiempo, «aunque los partes anuncien temporal, es raro el día que no nos acercamos hasta el puerto, observamos el estado del mar y, si no es posible salir a faenar, en la pesca siempre hay algo que hacer», explica.

Máximas medidas de seguridad en todas las embarcaciones

A pesar de que este sector de la flota no registra una siniestralidad alarmante, las medidas de seguridad obligatorias con las que cuentan hasta la más pequeñas embarcaciones son las máximas: VHS, lanchas salvavidas, chalecos con radiobalizas, receptores de radiobaliza, chalecos autohinchables, GPS para posicionamiento o VHS con llamada selectiva digital ».

Inversión

Basilio Otero resalta la importante inversión económica que supone la adquisición de estos equipos de seguridad. «Algúns dos equipos están subvencionados nun tanto por cento e temos axudas para compralos, pero despois é necesario facer un mantemento, moitas veces anual, no que é necesario empregar moitos cartos», explica el patrón mayor de Burela.

Comentarios