Pasó el Año de la Ciencia


SÁBADO
Quizá algún lector recuerde que la semana pasada comentaba yo, en este cuasi dietario, la publicación, con carácter de estreno absoluto, del Diccionario del dialecto gallego de Luis Aguirre del Río. No reparé hasta ayer mismo en la contraportada del libro, donde se indica que es una contribución de la Xunta y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas al Año de la Ciencia, que fue el 2007. Esta costumbre de dedicar cada año a algo o a alguien me parece que está adquiriendo tintes un poco indigestos, pues no hay materia, reivindicación o personaje que se quede sin su festejo anual, siempre por cuenta del erario, naturalmente.

Con todo, tengo la impresión de que el Año de la Ciencia ha pasado en Galicia bastante inadvertido. Y en Lugo, ya no digamos, aunque podamos anotar en el alboroque la restauración, con su promesa de uso, del pazo de Lusío (en la foto), la casa familiar de don Vicente Vázquez Queipo. Fue don Vicente, quizá, el científico lugués más importante, al menos en cuanto a la resonancia internacional de su obra, no sólo limitada a las famosas tablas de logaritmos. Habrá quien opine que el título se lo pueden disputar, y a lo mejor con ventaja, don Salvador Velayos, el del ferromagnetismo, o don Armando Durán, el catedrático de Óptica. Nada digo de don Luis García González, doctor en Ciencias Exactas, catedrático de Matemáticas en el Instituto de Lugo y autor de un concienzudo libro sobre su especialidad publicado en la imprenta de Soto Freire cuando la regentaba Bravos. Estimo particulamente el ejemplar que tengo: está encuadernado por Mariano Rey, un encuadernador ribadense de finales del siglo XIX. 

Yo no entro en esas disputas, entre otras razones porque los científicos que a mí me interesan son otros, mucho más innovadores y, me temo, mucho más incomprendidos. Manuel Rubinos Gallardo y Manuel Cabido García fueron, cada uno en su especialidad, dos de esos genios de la Ciencia que unos llaman locos y otros preferimos llamar soñadores. A ninguno llegué conocer, fallecidos ambos mucho antes de que yo naciera, pero de los dos sé alguna cosa, aprendida en periódicos (en El Hermandino de Mondoñedo se le sigue bien la pista a Rubinos) y hasta en cartas que enviaron a lucenses influyentes para que intercediesen ante ciertas instituciones (ya entonces era la Diputación Provincial paño de lágrimas) a las que se habían dirigido en demanda de subsidio para sus patentes.

A Rubinos se le debe la invención del Relersal o reloj de horario universal. En la antedicha cabecera mindoniense se da noticia del invento: un reloj de esfera única que medía el tiempo “adaptado a los meridianos”, dice la admirativa nota. Que Rubinos era un buen relojero no lo duda nadie. Se jactaba, y por lo visto con razón, de haber conseguido ajustar al segundo el cronómetro con leontina de oro que el Almirantazgo de Inglaterra había regalado al ilustre marino ribadense (o más bien argentino-ribadense) Carlos Méndez, en agradecimiento a sus innumerables servicios humanitarios.

Rigurosamente coetáneo de Rubinos fue Manuel Cabido, quien aseguraba haber resuleto el problema de la cuadratura del círculo. Cabido era de Castro de Rei. Su teoría está publicada en La Habana, en 1882, en un libro de más de doscientas páginas: La cuadratura encontrada, se titula. Todavía se localizan ejemplares.

Para que luego digan que los lucenses no estamos dotados para la Ciencia.

MARTES
Sigo a ratos los dos discursos mayores del debate de investidura. Primera impresión: tal para cual. La intervención de Zapatero, prevista y desganada. La de Rajoy, desganada y prevista. Pero algo me inclina a pensar que la posición de Zapatero al frente del Gobierno es hoy mucho más sólida que la de Rajoy al frente de la oposición: a Zapatero lo respalda un partido unido; detrás de Rajoy está un partido lleno de brechas.

JUEVES
Me dispongo a hincarle el diente a toda la documentación del pleito promovido por Javier Rosón sobre protección del derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen. El origen y fundamento de la demanda es el libro La sombra de Franco en la Transición, de Alfredo Grimaldos y editado por el Grupo Anaya, en el que se contienen graves afirmaciones sobre la conducta política de Antonio y Juan José Rosón. La sentencia, que puede significar un punto de inflexión para la política del todo vale que algunos parecen aplicar a la revisión de la reciente historia de este país, condena a autor y editorial a rectificación, indemnización y costas, además de la publicación de la sentencia en varios periódicos, entre ellos éste. Volveremos sobre el asunto.

Comentarios