Actualidad: "La actitud de la familia de Diana Quer me tiene perplejo. Airear conflictos no es bueno"

Paco Lobatón: "Hay que acabar con el mito del que se va a comprar tabaco y no vuelve. Es uno de mil"

Presentó durante siete temporadas el programa televisivo '¿Quién sabe dónde?' y se metió en la piel de más de 2.500 familias que sufrían la desaparición de un ser querido ► El periodista Paco Lobatón (Jerez de la Frontera, 1951) tomó conciencia de esta problemática y creó la fundación QSD Global, desde la que reclama visibilidad y recursos especializados
Paco Lobatón
photo_camera Paco Lobatón

HACE DOS décadas se metió en los hogares españoles a través de la pequeña pantalla para buscar a personas desaparecidas y ya nunca cesó en su empeño. Actualmente, preside la fundación QSD Global, que da voz y apoyo a las familias que sufren un drama sin parangón.

Siete años al frente de ¿Quién sabe donde? y un 70% de casos resueltos. ¿Cuál fue la clave del éxito?
La clave fue sin duda la colaboración de la gente. Teníamos una línea 900 y recibíamos miles de llamadas. Los telespectadores se sentían identificados con las familias y no se quedaban de brazos cruzados. También teníamos un equipo muy potente, pero la clave fueron los ciudadanos.

En el programa tenían una lista reservada para que se apuntara la gente que no quería ser encontrada. ¿Se daban muchos casos?
Muy pocos. Salieron más de 2.500 casos en antena y solo se apuntaron en esa lista media docena de personas. Ese tipo de desapariciones con un sesgo aventurero son un caso de cada mil. Hay que acabar con ese tópico del que se va a comprar tabaco y no regresa. Detrás de una desaparición casi siempre hay una problemática compleja, ya sea un conflicto familiar, una enfermedad psíquica, o la intervención de terceras personas, entre otras causas.

Desaparecido en Lugo: "Me impactó el caso del descuartizador de Majadahonda y pensé en la madre. Lo buscó durante años y lo va a ver a prisión"

¿Qué es lo más duro con lo que se ha encontrado en toda su trayectoria profesional?
Sin duda lo más duro es la desolación de las familias con el paso del tiempo. Hay dos casos: el de María Teresa Fernández, que desapareció en Motril en el año 2000 con tan solo 18 años, y el de Cristina Vergua, desaparecida en 1997 en Cornellá a los 16 años, que son tremendos. Sigo en contacto con sus familias y veo que se hacen mayores y se les nota el desánimo en la mirada. Es tremendo ver ese sufrimiento sostenido porque no consiguen respuestas. Es un dolor corrosivo que no deja espacio para el duelo. Son vidas en suspenso. Una vez me dijo una madre: "Si al menos supiera a dónde llevarle flores", dando a entender que prefería una mala noticia definitiva a la incertidumbre. Además, estas familias tienen la sensación de que ellos también han desaparecido para la sociedad.

Desde su fundación intentan precisamente que los casos no caigan en el olvido. ¿Hay conciencia social sobre esta problemática?
El tratamiento de esta problemática es intermitente. Ahora, con el caso de Diana Quer, hay un tsunami de información sobre desapariciones, pero cuando pasa la actualidad, los desaparecidos vuelven a ser invisibles. El año pasado hubo unas 20.000 denuncias por desapariciones en España. El 95% se resolvieron, pero hay un 5% que sigue sin resolver, lo que se traduce en mil desaparecidos que se suman a los de años anteriores, y esa cifra es una barbaridad. Hay que darle voz a estas familias y visibilizar el problema. Hacen falta más medios, pero no es cuestión de que haya un crecimiento exponencial de los recursos, sino una especialización. En Cataluña ya existe una oficina de atención al desaparecido. Es un gran avance.

Colectivos vulnerables: "Un sistema de geolocalización para ancianos evitaría unas cincuenta muertes al año"

Otro avance son las redes sociales. ¿Cómo cree que influyen actualmente en la búsqueda de personas desaparecidas?
Las redes sociales son capaces de llegar a muchos sitios, pero quizá falta un elemento de centralización. En ¿Quién sabe dónde? había una línea única y todas las informaciones se cruzaban allí. También es cierto que hay un lado negativo porque a veces se leen comentarios indeseables sobre los casos, pero en general, los aspectos positivos son formidables. Cuando se difunde una imagen por internet, la cantidad de gente que la ve es increíble.

En Lugo, menores y ancianos encabezan las denuncias por desapariciones. ¿Qué medidas se pueden tomar para prevenir estos casos?
Son dos colectivos especialmente vulnerables. En el caso de los menores, muchas veces son chicos conflictivos que están en centros, se fugan, y el problema tiende a minimizarse. Pero un menor en la calle de madrugada corre un riesgo incuestionable. Hay que atender mejor estos casos. Y con respecto a los ancianos, hay de media en España un fallecido a la semana porque se desorienta, se pierde y sufre algún tipo de accidente. Desde la fundación hemos solicitado al Ministerio de Asuntos Sociales que implante un sistema de geolocalización para mayores. Con estos dispositivos, las familias o los centros harían un seguimiento y se podrían evitar medio centenar de muertes al año.

En 1995, una lucense acudió a su programa para buscar a su hijo de tres años, raptado por su padre. Veinte años después, el joven fue detenido por descuartizar a varias personas en Majadahonda. ¿Qué pensó al enterarse?
Me impactó muchísimo este caso y lo primero que pensé fue en la madre. Me puse en contacto con ella y estaba destrozada. Sabía muy poco de su hijo y lo único que pensaba era en ayudarle. De hecho, a pesar de que la mujer no tiene recursos, le buscó un abogado y va con frecuencia a visitarlo a la cárcel. Es un caso increíble.

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