¡Ostras!, también para comer al sol

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NUESTROS ABUELOS lo tenían muy claro: no había que comer marisco aquellos meses que no tenían erre, es decir, de abril a septiembre; la prevención se refería al marisco en general, pero se dirigía más específicamente a los moluscos bivalvos y, sobre todo, a las ostras: no se podían comer ostras en verano.

Hoy, la sabiduría popular, las creencias (y experiencias) de nuestros abuelos, no gozan de demasiado predicamento. Nos hemos vuelto muy escépticos ante esos consejos, y no creemos más que en lo que podemos ver en internet, especialmente en la venerada Wikipedia, de la que lo menos que se puede decir es aquello de «fíate y no corras, verás».

Año tras año aparecen en los medios de información noticias de bajas por consumo de ostras en mal estado en verano. Ciertamente, tiene un riesgo. Un riesgo, digámoslo, independiente del alfabeto. Tiene más que ver con las temperaturas, determinadas bacterias... causas ajenas a la propia ostra, pero causas que existen.

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