''Os largos de Cardenal' é unha especialidade deportiva tipicamente monfortina, non olímpica aínda''

Bar, segundo fogar // ILUSTRACIÓN: Vinicius

Bar, segundo fogar

 

As horas subseguintes proseguían disfrutando da noite monfortina, ata ben entrado o amencer, mentres faciamos largos de Cardenal, unha especialidade deportiva tipicamente monfortina, polo que sei, non olímpica aínda.
Carlos Martínez Buján Pérez / Monforte de Lemos

Meu pai levábame a tomar café ao Bar Flor, que estaba onde está hoxe o Anduriña ou o Café España. Por certo que no Café España había uns sillóns de bimbio. Nun deles rachei un calzón novo precisamente o día que estreaba o meu primeiro traxe de chaqueta, como que ía moi fachendoso.
Manuel María / Lugo

Corrían os anos cincuenta cando na pequeña vila de Escairón un grupo de amigos nos reuniamos case que todos os días para falar das nosas cousas, intercambiar opinións e pasar un bo rato. Era nun coñecido café desta vila lucense, o Café do Rosendo, onde pasabamos horas e horas falando do noso. Aínda que transcorreron anos daquilo, recordo moitos dos que alí estabamos. Así, lembro entre outros aos irmáns Marino Curto, Mario López Fernández, Antonio Rodríguez López, Fermín García, Jaime Armesto, Pablo Rodríguez e Perfecto Figueroa. Moitos deles serían os principais promotores dun proxecto que, co paso do tempo, se traduciría no que hoxe é o Círculo Cultural Recreativo do Saviñao.
Juan Bautista Dapena Eyré / O Saviñao

Estoy hablando de hace más de un cuarto de siglo, de cuando aún iba yo algún año al San Froilán el Domingo das Mozas, pero supongo que, en lo sustancial, las costumbres y tradiciones se habrán conservado. Por aquella época había en Lugo, además de los puestos de pulpo instalados en Campo Castillo, casas de comidas estupendas, como, por ejemplo, Marbán, Asuero -que estaba en una casa adosada a la muralla-, Casa Bao, Valle de Oro y el conglomerado del barrio de Recatelo, donde aún subsiste la Casa Frade, en la que un señor vestido de negro, casi de etiqueta, con corbata y chaleco del mismo paño que la americana y los pantalones, sirve -¿o ya no?- a los clientes con solemnidad y prosopopeya.
Xavier Costa Clavell / Lugo

En las fiestas del barrio O Ollo se adornaba con farolillos y guirnaldas de colores. El día del Santo Patrono, San Roque, se hacía un concierto extraordinario en el que, además, se recitaban unos versos un tanto cochambrosos, que por serlo, no pueden ser publicados en este recordatorio, si bien con la indulgencia de nuestro amable lector, vamos a dar una muestra con este ‘suave’ madrigal: «Tengo tres ojos mi vida / _ Como todo ser viviente _ / Dos son para contemplarte,/ Uno para hacer de vientre».
Pepe Barreiro Varela / Lugo

O domingo era o único día libre da semana para un traballador, agás que houbese outro altamente santificado. Cando aínda era un rapaciño, ás veces saía con meu pai, que me levaba aos sitios onde adoitaba tomar algo por semana. Traballaba de mecánico na empresa dos irmáns Veiga, que tiñan o taller-garaxe na rúa Concepción Arenal e nesa mesma rúa era de visita o Nieto (que aínda existe) e na Avenida da Coruña o Buide e mais o Corredoira, que era da familia dos Cendán Corredoira. Eses dous bares xa non existen, como non existe tampouco o do Fortunato, ao que ás veces iamos logo de tomarlle algo no Regio.
Isidro Novo / Lugo

¿Y quién no recuerda aún, entre los bureleses que peinamos cabellos repletos de canas, o incluso algunos carentes del mismo, la taberna de O’Valiente, ubicada en la entonces carretera general, frente a la cual, y en la casi única acera que entonces existía en Burela, se emplazaba entonces, el mercado de los viernes, y donde también se encontraba la consulta médica de don Rafael Bior, el único médico que había en Burela por aquellas lejanas fechas? Y un poco más arriba, en la conocida como, a Calle do Can, se encontraba la Taberna de Paulino, que era hermano de O’Valiente, únicos establecimientos que por entonces, junto con la Casa de Remedios, Casa de Cazón, y el Chigre, ubicados en la zona del puerto, se podía tomar una copa, beber un vino, o comprar una cajetilla de tabaco caldo de gallina o de cuarterón.
Eduardo A. Domínguez Vilar / Burela

Se había inaugurado el café cantante Suizo en el mismo local que había ocupado el café La Peña, que a su vez había sucedido al café Central uno de los más antiguos de Lugo, en el piso del pazo de los Marqueses de Hombreiro (o Ombreiro), como debería escribirse con etimológica corrección, por venir tal nombre de sombra -umbra- y no de hombre.
Ánxel Fole / Lugo

Casi todas las noches, a eso de las doce y cuando ya habían marchado del Casino todas las personas de peso, el conserje Manuel Rodríguez cruzaba el salón central donde hacíamos la tertulia provisto de un cubo con las aguas sucias del lavado de tazas, diciendo en tono grave, solemne y casi sepulcral: «Señores, la hora». No hacíamos caso, pero pronto volvía a anunciar el cierre procediendo a apagar las luces. No nos quedaba más remedio que largarnos.
Luis Macía Vázquez / Sarria

En Lugo íbamos al café cantante de Santo Domingo, al Cantón a tomar un vasito de vino. También recuerdo salir de clase e ir al café de la calle de las Dulcerías.
Jesús Latas López-Pardo / Lugo

Podría escribir sobre el ultramarinos-taberna de Ramón Blanco, que en La Habana había sido joyero. Ramón Blanco come de los arenques para abrir el apetito, y yo con uno, tengo que cerrarlo, decía otro paisano de la villa para expresar las diferencias económicas existentes. Encima de la taberna de Ramón Blanco estaba la centralita y locutorio de teléfonos de Ferreira, cuando en la villa tenían teléfono el médico, el Bazar Pernas y pocos más.
Miguel Vila / O Valadouro

Normalmente la primera parada -y para mí la mejor de todas-, era en el Celita. Una larga barra de madera recorría el local según se entraba a la izquierda y allí ya se había congregado la pandilla de amigos con las que cada día mi padre hacía la ronda de chateo. Tras la barra, estaba el dueño, muy amigo de mi padre tras alguna aventura conjunta en la guerra que nunca conocí, tenía una sonrisa triste y siempre estaba apartándose de la cara, una guedeja de pelo rubiejo.
Carlos Varela Prieto / Lugo

Fixen La Primavera hai 41 anos no centro do pobo, porque nós tiñamos a casa máis abaixo e aquí era mellor sitio para o bar. Antes era ultramarinos, con produtos de toda clase, pero ao vir os Aldis e todo eso houbo que deixar todo. Conservámolo máis ou menos igual. Tiña ao fondo un reservado onde xogaba a xente e que estaba pechado cunhas portas. A xente do pobo sempre baixa xogar a partida ás noites, non é como noutras aldeas que non saen da casa, aquí veñen sempre.
Celestino e Nazaret Fraga / Rúa / Cervo

Antes a taberna Casa Jaime era máis pequena e o resto era a sala de baile, haberá uns 50 anos.
Antonio Pérez / Xove

Antoloxía da Memoria de Lugo:El Progreso: luns, mércores e sábados.TeleLugo: martes, ás 22.00 horas. Reemisión diaria. Dirección: José de Cora. Imaxe: Memé Díaz. Ilustracións: Vinicius. Fotografía: Arquivo EP.

Comentarios