''Os cabalos hoxe non dan para vivir''

Feria caballar en Mondoñedo.
photo_camera Feria caballar en Mondoñedo.

Mondoñedo volvió a cumplir y la feria caballar de As San Lucas, en su día grande, se convirtió en el punto de reunión de tratantes y compradores. Menos ventas y, sobre todo, precios muy bajos, «peor que hai 20 anos», que llevan al lamento unánime de los criadores, que alertan de que su estirpe está casi en extinción.  

sombrero y bastón de madera forman parte del ‘kit’ básico del tratante de ganado que acude a As San Lucas mindonienses, una vestimenta que ayuda a distinguirlos de los cientos de curiosos que se dan cita cada año en el Campo dos Paxariños para asistir a una de las ferias más antiguas, en las que de la misma manera que hace años compradores y vendedores cierran sus tratos con un apretón de manos. Menos corrillos que antaño, y es que la crisis también hace mella en las tradiciones, como constatan casi al unísono los ganaderos, que se quejan de los bajos precios.

«Teño vido hai 30 anos comprar e pagar, ao cambio, 200 euros por un animal polo que agora dánme cen», constanta José García Reigosa, de Argomoso, uno de los pocos mindonienses que aún se aferra a la tradición. A la feria acude con más de setenta cabezas, casi la misma cantidad que Pablo Díaz, que antes de la una ha despachado una veintena, la mayoría potros para cebadero.

Parece mucho, pero es nada comparado con antes, como recuerda su tío, con más de medio siglo de As San Lucas a sus espaldas. «Antes vendíanse potros, eguas e mulares, e polo que valían, e ahora hai que regalalas», se lamenta en su tertulia con otros vecinos de Abadín. Para ellos, el culpable no es solo la crisis, sino el sistema. «Estamos todo o ano tornando dos bichos, co traballo e coste que ten, e cada vez quédanos menos monte, entre eólicos, autovías pistas», un problema al que sumar el lobo, su gran enemigo. «Non o podemos tocar e mesmo nós, de setenta eguas salvamos dez ou doce crías, o resto comenas. Como pode ter a xuventude ansia disto, se a un obreiro non lle pagan non ten ánimo de traballar, ou si?», zanja la discusión.

Cambios

Valencia, Barcelona, Castilla o Asturias son algunas de las localidades a las que antaño viajaban las reses que se vendían en Mondoñedo, unas rutas que han quedado casi cerradas y ahora la mayoría de lo que se vende queda por la zona. El hecho de que en Galicia se consuma poco la carne de potro y de que en las casas de labranza los caballos hayan quedado relegados por los tractores en las tareas del campo influye también de forma negativa en las ventas, una bajada a la que también ha ayudado la crisis. «Dende hai cinco anos a cousa vai moi mal», advierte Juan Barreira, un veterano de estos festejos, a los que no falta desde hace 52 años y que, aún en pesetas, «porque soy antiguo», dice, recuerda las 35.000 que se pagaban hace un par de décadas por un animal.

La afición es lo que mueve a la mayoría de ellos a continuar. «Gústanche os animais porque naciche no medio deles», asevera Fran Balsa que, con solo 20 años es de lo más jovenes en participar en la feria. «Todo o que sei aprendino do meu avó», asevera, mientras José no puede evitar el gran orgullo que siente por su nieto. «Hai que levalo no sangue, porque senón non eres bo», aclara y eso que tanto él, antes, como Fran, ahora, se dedican a otros trabajos que nada tiene que ver. «Agora os cabalos non dan para vivir», aseveran, mientras Manuel, ‘O Federico’, primo de José, asiente con la cabeza, y eso que es de los primeros en estrenar ventas.

Ferrol

La feria del día grande coincidió con la jornada dedicada a Ferrol, localidad con la que está hermanada Mondoñedo, unos lazos que renovaron en un acto institucional, que este año contó con la presencia del presidente de la Diputación, José Ramón Gómez Besteiro, que también fue el encargado de entregar dos de los premios a los ganaderos, un evento que aprovechó para felicitar a la organización «por manter a calidade e variedade dunha cita histórica» y que supone, dijo, «un estímulo para a economía local».

Lo cierto es que las fiestas siguen siendo un foco de atracción para gentes de toda la comarca y buena prueba de ello fueron las colas para aparcar o comer en algún chiringuito de la Alameda, y alrededores, que se registraron durante todo el día de ayer, a pesar de que era una jornada laborable. A ello, se suma el tirón de los numerosísimos puestos instalados desde la Praza del Concello hasta el recinto ferial, con artículos para casi todos los gustos, aunque el cortador de verduras a cinco euros desbancó este año a los paraguas, e incluso a los sobaos cántabros.

Comentarios