Orozco V, el combate final

SE ME OCURREN varios titulares para el anuncio de José López Orozco de que optará a un quinto mandato al frente del Concello, aunque coincidiendo la noticia con la Semana de Cine de Autor y con una gala benéfica de boxeo, resulta fácil comparar al socialista con la saga de inefables películas de Sylvester Stallone en el papel de Rocky Balboa.

Hace unos meses, nadie daba un euro por el vigente campeón lucense, quien se hizo por primera vez en 1999 con el título a los puntos frente a un PP que se quedó sonado desde entonces. Además, cuatro años después logró la mayoría absoluta gracias al trabajo desarrollado por el partido que sigue siendo su mejor sparring, el BNG. Ese título logrado en 2003 tuvo además un sabor especial, porque se logró frente a un fichaje estrella, Manuela López Besteiro, quien nada más bajarse del coche oficial de conselleira acabó besando la lona.

Con las siguientes elecciones, las de 2007, comenzaba el declive de Orozco, con la pérdida de la mayoría absoluta, aunque el hecho de haberle arrebatado el bastón de mando a Joaquín García Díez, un exalcalde que él mismo llegó a elogiar, le endulzó el mal trago de ver cómo los lucenses ya no le jaleaban tanto sobre el ring.

Todos pensaban entonces que esa secuela de la exitosa filmografía de Orozco sería la última, pero los malos momentos por los que atravesaba el PSOE de Zapatero en 2011, atenazado por una crisis en fase galopante, le animaron aún más a volver a ponerse los guantes, confiado de que el rival, un púgil veterano como Jaime Castiñeira pero que peleaba por primera vez por el campeonato, era pan comido. Sin embargo, no lo tuvo fácil y solo en el último momento y gracias a una diferencia de poco más de 400 votos, el PSOE revalidaba la alcaldía con un pacto con el BNG que no iba a durar mucho. Y es que estaba por llegar el golpe bajo que más daño le iba a hacer a Orozco, la operación Pokemon, que destaparía los amaños que uno de sus más directos colaboradores, el exconcejal Francisco Fernández Liñares, hizo valiéndose de sus cargos públicos.

Hubo quien pensó entonces que el veterano socialista tiraría la toalla en cualquier momento, acosado por puñetazos que llegaban del rincón político, del judicial y también del de los medios de comunicación.

Cada declaración judicial de los implicados en la trama era un gancho de derecha sobre el mentón del alcalde, cuyos abogados hasta llegaron a insinuar que el árbitro beneficiaba al rival. El desgaste parecía que iba a hacer mella en él y a medida que se acercaba la fecha de abrir el debate dentro del PSOE para elegir a los candidatos a la alcaldía, más se auguraba que Orozco apostaría por una retirada digna, tras una carrera de combates victoriosos.

Sin embargo, de nuevo la crisis interna en el partido parece que volvió a hacer reflexionar al regidor socialista, quien tras el varapalo en las europeas y el abandono de Rubalcaba volvió a hablar de que lo importante era el debate de ideas y no el de nombres. Acabadas las vacaciones de verano, Orozco retornaba al Concello con fuerzas renovadas y quizá por ello la idea de que volvería a protagonizar un combate final por la alcaldía cobró fuerza. Las caras de sus más inmediatos colaboradores en los últimos días y, sobre todo, su hablar calmado y conciliador cuando le preguntaban por su futuro, hacían presagiar que el veterano socialista había decido volver a ponerse el calzón y los guantes para ganarse cuatro años más de título, completando así dos décadas en lo más alto.

Solo otro peso pesado de la política lucense fue sido capaz de lograr en democracia la hazaña de retener durante más de 20 años el título, el expresidente de la Diputación Francisco Cacharro, quien acabó K.O. por las hemorragias internas causadas por la cúpula de su partido.

No le ocurre eso de momento a Orozco en el PSOE, más bien todo lo contrario, ya que los socialistas parecen haberse encomendado a su gancho popular para tratar de mantener el gobierno local y de ayudar a hacer lo mismo con el provincial. Además, su decisión de repetir le ahorra a José Ramón Gómez Besteiro tener que optar por ser el cabeza de lista y enfrentarse a un combate que, en caso de perder, podría arruinar sus posibilidades de luchar por el título que más anhela, el de presidente de la Xunta.

Ahora a Orozco que le queda lo más difícil, prepararse para una lucha a cara de perro en la que le seguirán lloviendo golpes de todos los rincones. Si revalida el título volverá a hacer historia, y si pierde, esa misma historia será la que le juzgue.

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