Oportunidad de negocio más allá del aluminio en el nuevo muelle

Casi nadie ve descabellado la apertura del dique norte de Morás, lo que significaría el primer paso para el puerto comercial abierto y la llegada de la ansiada constitución de la Autoridad Portuaria. Un reclamo que, sobre el papel, han mantenido al unísono todos los grupos políticos con acuerdos en organismos como la Diputación Provincial de Lugo o el Parlamento gallego, acuerdos que quedan en agua de borrajas cuando se estudian en despachos fuera de Galicia.

La última palabra de Fomento fue que no, una respuesta para que la alegaban que la demanda estaba cubierta con los puertos actuales, y a la que ni siquiera un ministro lucense con la cartera ha conseguido poner remedio. El asunto estará, sin duda, sobre la mesa en la nueva legislatura que arrancará tras las elecciones de noviembre y en la que ya solo los más optimistas tienen esperanzas.

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De llevarse a cabo, el puerto de San Cibrao podría ampliar su actual línea de negocio, basada exclusivamente ahora en la industria siderúrgica, con la bauxita y el aluminio como materias principales de salida y entrada.

Nuevos tráficos de graneles líquidos y sólidos, e incluso recibir cruceros turísticos, podrían ser algunas de las nuevas alternativas que se barajan para este nuevo puerto, un tráfico que para nada entraría en colisión con lo que en la actualidad se carga y descarga en los puertos lucenses de Celeiro, Burela y Ribadeo, dependientes de la Xunta.

Además, la apertura del puerto podría traer consigo la implantación de nuevas empresas en su entorno y, por lo tanto, la creación de más puestos de trabajo en la comarca.

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