El Hospital da Costa, en Burela, cuenta desde el pasado mes de junio con una unidad fija para la detección del cáncer de mama por la que ya pasaron más de 2.000 mujeres. Hoy, en el día mundial contra esta enfermedad, es necesario incidir en la necesidad de la prevención.
EL RIESGO de padecer cáncer de mama aumenta con la edad, de ahí la importancia de los programas de detección precoz que se ponen en marcha en las mujeres a partir de los 50 años y hasta los 69, en los que se les realizan mamografías cada dos años. Además, las posibilidades de curación se incrementan considerablemente cuando la enfermedad se coge a tiempo, de ahí que la ginecóloga y responsable del área de Tocoginecología del Hospital da Costa, en Burela, Ofelia Martínez, insista en la importancia de las autoexploraciones sistemáticas y de las revisiones periódicas a las que deben someterse todas las féminas.
¿Qué factores influyen en el desarrollo de un cáncer de mama?
Hay una serie de factores ambientales, como puede ser la alimentación, que pueden influir en su desarrollo; también los genéticos, contra los que muy poco o nada se puede hacer; y las historia ginecológica de la mujer, ya que si se tiene hijos a edades tempranas y si se le da el pecho al bebé hay menos posibilidad de sufrir la enfermedad. Pero son factores a nivel estadístico, como por ejemplo, el dato de que en las mujeres asiáticas hay una menor incidencia de la enfermedad, aunque cuando emigran a otros países occidentales al llegar a la tercera generación la incidencia es la misma, lo que demuestra la influencia de los factores ambientales.
¿Ante qué signos debe preocuparse una mujer?
Las mujeres deben someterse a autoexploraciones de manera sistemática entre siete o diez días después de la menstruación para detectar algún nódulo en las mamas. También tienen que estar atentas a los cambios en la piel de la mama, como hoyos o modificaciones en el color, y si se producen secreciones por el pezón, sobre todo si son de sangre. Ante cualquiera de estos cambios hay que acudir al médico de Primaria lo antes posible para que los valores y, en caso necesario, derivar a la paciente a un especialista.
La detección precoz de la enfermedad es básica.
Sí, porque si el diagnóstico es a tiempo las posibilidades de curación son muy altas. El arma para combatir el cáncer, de cualquier tipo, es el diagnóstico precoz. Por ejemplo, las citologías son un arma muy eficaz para detectar el cáncer de útero, y hacen que la muerte por esta enfermedad sea casi imposible.
En el caso del cáncer de mama, se puede decir que las mamografías son la prueba más eficaz.
No, la mamografía es una prueba complementaria y tiene mucho valor en las mujeres mayores de 50 años, por eso se llevan a cabo las campañas de detección precoz en mujeres hasta los 69 años, pero cuando las mujeres son más jóvenes es menos eficaz, porque hay más tejido mamario. En estos casos se recurre a las resonancias magnéticas porque la sensibilidad es mayor y la radiación es mucho menor.
La concienciación sobre la necesidad de la detección a tiempo se ha incrementado mucho en los últimos años.
Sí y una consecuencia paralela es que la superviviencia por este tipo de enfermedad ha aumentado muchísimo.
En el caso de las intervenciones quirúrgicas los avances también han sido importantes.
Hace años la cirugía era muy agresiva y conllevaba la extirpación del seno, sin embargo ahora la disección suele ser selectiva a través del ganglio centinela. El planteamiento terapéutico ha cambiado mucho y la cirugía es más conservadora y después hay que aplicar los tratamientos de quimioterapia y radioterapia.
¿La ayuda psicológica en este tipo de pacientes es básica?
Hay que tener en cuenta que el cáncer de mama además del factor funcional también lleva aparejado el estético y psicológicamente las mujeres lo llevan mal, aunque como dije antes ahora las cirugías suelen ser selectivas y no implican vaciar toda la mama.
Una vez vencido el cáncer, ¿qué controles se deben hacer para prevenir que vuelva a aparecer?
Los cinco primeros años después de la curación se hace un seguimiento muy estrecho, con revisiones cada tres o seis meses. Es lo que se llama seguimiento oncológico. Una vez finalizado este periodo se vuelve al seguimiento normal en función de la edad de la paciente.
