Odio los domingos

Si Messi no fallase, si Piqué no hiciese el gamba, si el rival fuese otro, si...
photo_camera Si Messi no fallase, si Piqué no hiciese el gamba, si el rival fuese otro, si...

YA NO es solo por la certidumbre del inminente lunes. Los domingos son también insoportables cuando el clásico se juega el sábado por la tarde y acaba como acaba, que ni siquiera puedes echarle la culpa al árbitro. Yo aún lo intenté cuando nos metieron el tercero a través de mi agencia personal de noticias en Twitter: «Noticia bomba en el Bernabéu, primer jugador del Madrid amonestado en el minuto 74 y con el partido resuelto. Aznar está en el palco». Pero vistos los comentarios recibidos me parece que no tuve mucho éxito.

La cosa empezó mal de víspera, el viernes por la noche, que cuando ya tienes mal pálpito ese día es mejor no salir de casa en todo el fin de semana. Al atardecer se convocó sobre la marcha un partidillo entre los padres del equipo benjamín del Pontevedra (donde juega mi hijo Mario) como antesala del clásico, dividiendo los dos equipos según fuésemos unos merengues o azulgranas. Yo, como saben, soy ‘neutral’, y como nunca me gustó ser árbitro, porque no puedo insultarme a mí mismo, decidí ausentarme, que fue también la mejor manera de evitar el ridículo.

Además soy muy pasional. Una vez jugué un partido de esos de rivalidad, hace ya muchos años, y me llamó mi chica por teléfono para amonestarme;

-Javier, me dice Borja (nombre ficticio) que le has dejado el tobillo derecho como un trompo. Cómo te pasas¡

‘Borja’ era el exnovio de mi chica, y tuvo la mala ocurrencia de apuntarse a jugar una pachanga entre periodistas de Vigo y Pontevedra, que eso sí que es un derbi a muerte, y en mi caso, además, por doble motivo.

-Pues tampoco ha salido tan mal parado. Llega a ser en un campo de tierra y no en un pabellón, y lo mismo sale en muletas, que a mi siempre me ha gustado jugar con tacos de aluminio-, creo que le contesté.

El año pasado ya tuve que escribir esta misma página sobre el clásico, pero como acababa muy tarde, a las once de la noche del domingo, y no me daba tiempo a acabar el artículo por el horario de cierre del periódico, decidí escribirla antes, que eso es una ventaja, porque pones el resultado que te dé la gana. Quiso el ‘azar’ que pusiese que ganaba el Barça. Prefiero esa forma de hacer periodismo, que a veces decir lo que ha pasado de verdad no tiene gracia, y menos la tuvo este sábado.

El resto ya lo saben ustedes; marca Neymar, falla Messi la sentencia, Piqué la pifia y luego nos pisotea el Madrid como si de una estampida de búfalos en una pradera se tratase. Ni siquiera el JB con Coca-Cola fue consuelo. Mi padre ya no esperó al final y se fue a casa cuando aún faltaban quince minutos y sin rajar (mucho) del árbitro. Los Fortes nos vamos civilizando. Mario esta vez no rompió ningún juguete a patadas.

Son las doce de la noche. Los niños están durmiendo y mi chica y yo ponemos la tele. Cualquier cosa menos el resumen del partido. En una cadena sale la exnovia de Pujol Ferrusola en plan tertuliana justiciera dando clases de ética tras haber disfrutado durante años del dinero público saqueado por su familia política. Por la mañana era Cospedal la que se escandalizaba al descubrir que hay corruptos en política.

A mí todo esto me recuerda el final de Primera Plana, cuando el director del Examiner de Chicago, Walter Mathau, después de pasarse la película cometiendo todo tipo de perrerías y delitos, concluye sus días dando conferencias sobre la ética del periodismo. Lo mismo un día de estos Bárcenas nos imparte también una clase de ética en la política. Casi hubiera preferido volver a ver el resumen del clásico antes de afrontar un domingo insoportable.

Los Fortes nos vamos civilizando. Mario no rompió ningún juguete

Y sin leer la prensa... casi
Y llega el domingo y te das cuenta que el placer de ir al kiosko se puede convertir en una tortura porque las fotos del clásico ocupan todas las portadas. Esta vez no compré ni el As ni el Sport, y me limité a El Progreso y al Diario de Pontevedra, que debutaba Luisito en Pasarón. Entonces mi cuñado me advirtió por Whatsapp de que leyese también El Correo Gallego. Citarme de esa manera tan elogiosa, como ha hecho Caetano, estando yo en la competencia, no es habitual. En El Correo escribí mis primeras crónicas hace un cuarto de siglo. Simplemente Gracias¡

(*) Se mantiene el idioma original. Artículo publicado en la edición impresa de El Progreso el domingo 26 de octubre de 2014.

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