Nuevo premio para el contador de historias

Lllega a la entrevista con bastón, porque le cuesta andar, aunque eso no impide que cada día camine tres horas. Menos plato y más zapato parece ser su  máxima para conseguir mantenerse en forma físicamente, porque su mente permanece lúdica y conversar con él es adentrarse en la historia reciente de Foz, un placer. La charla se desarrolla en el mismo bar en que todas las mañanas mantiene su particular tertulia de sabios y en la misma calle en que tuvo sus negocios relacionados siempre con los libros, su gran pasión.

Suso Fernández nació «entre as bombas» en 1937. Era el penúltimo de los once hermanos del matrimonio formado por O Xuez y María de Botes, que tuvo que luchar contra los prejuicios, y contra su propia familia, para poder casar con el amor de su vida. Eran tiempos de necesidad, pero gracias al esfuerzo de sus progenitores no les faltó de nada y eso que tuvieron que luchar contra el sistema, pues «aunque no fueron represaliados fisicamente si o foron economicamente e incluso tiveron que pechar a panadería obrigados polas multas que lles ponían», explica.

A pesar de todo, Suso los recuerda como tiempos felices, «na miña casa cantábase moito despois de cear mentres miña nai carretaba os cafés». Cuando habla de su madre, sus ojos adquie-ren un brillo especial. «Foi unha persoa dun valor extraordinario, traballadora, xenerosa, altruista, e foi a alma mater de desenrolo comercial da miña familia», asiente Fernández, quien recuerda que además de una fonda sus padres construyeron y regentaron en los años 40 el hotel y la sala de Bahía, «unha escola da vida», como él lo califica, y por donde pasó gente de lo más variopinta. Son varias las personas que le animaron a escribir la historia del local, que lo es también de las inquietudes e historia de los focenses aunque, de momento, se resiste.

Por fortuna sí se ha animado a contar el «día a día» de su querido pueblo, pues «levo moitos anos vivindo de cerca a súa realidade e a memoria sigue funcionando», un ejercicio de recuerdo al que suma lo mucho que ha leído y lo que le fueron transmitiendo gente como Trapero Pardo, que veraneó en Foz durante 67 años, «cousas que fun asimilando e que, de vez en cando, recórdolle á xente, pues forma parte das nosas vivencias».

Cronista
Gracias a esos apuntes conocimos historias y personajes como su idolatrado Jesús Cageao, Papaíto, «o home de maior iniciativa de toda a historia de Foz» , vidas que Fernández ha ido plasmando en los numerosos pregones, discursos y conferencias que ha pronunciado a lo largo de su vida, así como en los medios de comunicación en los que colabora desde los 17 años, en que publicó en El Ideal Gallego por mediación de su amigo Jorge Víctor Sueiro. El Progreso cogió el relevo y al que lleva casi medio siglo vinculado.

A estas colaboraciones se suman también las revistas que fue creando en el seno de varias entidades de las que formó como parte, como la Peña da Rapadoira, de la que fue directivo, y que editó en 1962 A Rapadoira, en la que colaboraron personalidades como Álvaro Cunqueiro o Enrique Chao Espina; Rompeolas, un periódico editado desde el Club Náutico, o Despertar, una cabecera del 37 recuperada como revista de la asociación de comerciantes, cuyo primer número se dedicó íntegramente a la promoción de Foz en Mieres que hicieron desde la Acia, «que foi o máis grande que se fixo na comarca de promoción turística e media conca mineira recalou ese ano aquí». «Foi un labor sensacional», apunta alguien para quien el turismo siempre ha sido un caballo de batalla y que creó, en 1971, la ruta Pardo de Cela, que fue el germen del turismo cultural.

Su actividad le ha llevado a ser merecedor de numerosos premios, algunos de modestas entidades y otros de grandes, aunque todos acogidos con satisfacción, pues «sempre fixen o que considerei que tiña que facer sen pretensións de ningún tipo, e que a xente o recoñeza é un orgullo», apunta, tan sólo unos días después de que le comunicaran su próximo nombramiento como hijo predilecto.

«Todos os galardóns son ben recibidos, porque parten dunha actitude positiva e incluso afectiva, pero ser recoñecido no pobo no que naciche, criache, viviche e desenvolviche a tua actividade, naceron os teus fillos e fas a tua vida é dunha satisfaccion extraordinaria», afirma el que desde hace ocho años es cronista oficial y que puede decir bien alto eso de que logró ser profeta en su tierra. El pueblo le devuelve ahora sus paseos y desvelos para reclamar el nuevo instituto, las ferias del libro, los mercados de artesanía, los concursos corales e incluso el primer partido de fútbol femenino.

«Fun coma o Marcelino pan e viño do asilo»
Al elegir un rincón de Foz se decanta por el asilo, donde prácticamente se crió. «Fun coma o Marcelino Pan e Vino», afirma recordando «o sacrificio e a necesidade» de las religiosas, que pedían por las casas». Años más tarde, promovió actividades para recaudar fondos y dotar al centro de una furgoneta y sillas de ruedas.

500.000 pesetas
Se recaudaron con la actuación del ballet Rey de Viana, que estuvo por vez primera en la comarca para las boda de oro del asilo. Mucho dinero, «daquela os pisos valían catro millóns», pero también mucho trabajo de gestión y físico, por la nula infraestructura.

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