Aunque ambos hicieron el Camino de Santiago, no fue como peregrinos cuando se conocieron, aunque la ruta jacobea sí que ha marcado a esta pareja.
Joan, natural de Lleida, es un veterano del Camino, que ha recorrido, desde distintos puntos, en incontables ocasiones, tantas que carga a sus espaldas con 38.000 kilómetros por la ruta a Compostela, tanto a pie como en bicicleta. Hace dos años decidió un cambio radical de vida y abandonó su Cataluña natal para instalarse, «casi por azar», dice, en Arzúa, una localidad que había atravesado muchas veces haciendo el Camino.
Maite, nacida en Portugalete, y que también había hecho el Camino, residía por aquel entonces con una hermana en Arzúa.
Él alquiló un bar en la localidad coruñesa y buscaba una cocinera. Entonces, apareció Maite, que lleva 25 años trabajando en hostelería, y hay comenzó el idilio.
Empezaron a trabajar juntos y «yo intentaba conquistar a Maite y ella no se daba cuenta, solo me preguntaba de qué quería los bocadillos», recuerda Joan entre risas de los dos. Pero, aquello cuajó y hace un año se trasladaron a Palas de Rei para regentar el Mesón da Ulloa, un negocio especialmente enfocado a los peregrinos.
Para ellos, el restaurante es más que un negocio. «La hostelería permite mantener un contacto muy directo con los clientes, que es lo que realmente nos gusta, sobre todo si son peregrinos con los que intercambiar experiencias», explica Joan. Por eso, «si después de la faena de todo el día, hay que hacer una queimada con un grupo de peregrinos, la hacemos e intercambiamos experiencias».
En el Mesón da Ulloa se cocina especialmente pensando en los caminantes y con innovaciones tan curiosas como los pimientos rellenos de pulpo. «Él tiene las ideas y yo las materializo. Cocinamos, después lo probamos y discutimos para conseguir el mejor sabor», comenta Maite.
