Cuando se habla de llevar el producto autóctono fuera de nuestras fronteras, algunos todavía temen que se proyecte la apariencia de ser una especie de Paco Martínez Soria adentrándose en la Gran Vía de Madrid, con un cesto cargado de verduras, huevos y con la boina calada hasta las orejas. Pero ese complejo queda ya muy atrás. El trabajo de los artesanos mariñanos es de tal calidad, que hasta los nórdicos han quedado sorprendidos con él en la última feria Formex de Estocolmo, una de las mayores del mundo en cuanto a decoración de interiores y diseño.
De la mano de la Consellería de Economía e Industria -que promueve la internacionalización de la artesanía gallega-, hasta el país helado se fueron, entre otros, la conocida cestera de Outeiro de Rei, Idoia Cuesta, que impartió el año pasado clases sobre sus técnicas, en un curso en Ribadeo.
La presencia mariñana más destacada en el evento, que se celebró a medios de enero en la capital sueca, fue la de Lucía Catuxo, ceramista asturiana, cuyo taller está en la parroquia trabadense de Vilafernando y que forma parte de la plataforma comarcal de artesanos, denominada Obradoiros con Alma.
