José Luis García Boente y Jorge Espiral son los galeristas de Lugo que solo venden arte. Además de hacer cosas inusuales como mantener salas privadas en una ciudad pequeña y haber resistido la galerna económica, la próxima semana ensayarán lo inaudito: organizar exposiciones simultáneas del mismo artista.
jOSÉ lUIS García Boente es más reflexivo, está atento a los matices de la conversación. Jorge Espiral mueve los brazos con alegría y habla con espontaneidad. Lo sorprendente es que ambos comentan con tono de normalidad un hecho extraordinario: dos galeristas que venden arte al mismo colectivo de aficionados van a coordinarse para hacer exposiciones de Iván Prieto.
La muestra de la concordia entre ambos es que el encuentro se produce ante la galería de Boente, en la rúa Clérigos, con el asentimiento conforme de Espiral, cuya galería dista solo unos metros, en la rúa Bispo Basulto.
Iván Prieto inaugura el próximo día 3 en Clérigos (Boente) y el día 4, en La Catedral (Espiral). Ambos galeristas coinciden en que no hay misterio tras ese acuerdo, pero aceptan argumentarlo. Espiral salta como un resorte para justificar que sus salas «más que un negocio son una pasión».
Mientras su colega desarrolla sus ideas, Boente chupa de la boquilla de su cigarrillo como si no le prestase atención, escuchando. «No es lo habitual, pero es beneficioso para ambos», resume cuando Jorge acaba de razonar.
Una aparición a las seis de la mañana
Cuando está acabando el encuentro, una vez que asoma el cansancio por lo extenso de la conversación Boente revela cómo montó la primera exposición de Sebas Anxo: «Lo descubrí en televisión a las seis de la madrugada. Me encantó y le propuse que expusiese en Clérigos».