Nos vemos el domingo en el VAR

El videoarbitraje, el popular VAR, es quizá el mayor avance tecnológico utilizado por el fútbol. Aunque ligas importantes ya se familiarizan, el ingenio revolucionario será global solo a partir del Mundial 2018 de la próxima primavera en Rusia
Un árbitro observa el monitor del VAR durante un partido
photo_camera Un árbitro observa el monitor del VAR durante un partido

VIENE PARA QUEDARSE. Así que habrá que hacerse a la idea. Es el VAR. No, no tiene nada que ver con el bar, con b, y sus acepciones en el diccionario de la Real Academia Española, esto es, "local en que se despachan bebidas que suelen tomarse de pie, ante el mostrador"; o "unidad de presión, utilizada preferentemente en meteorología, equivalente a 100.000 pascales". Olvídense de esto, de las cervezas, los cubatas, las tapas, ni siquiera de un espacio informativo del servicio meteorológico. Estos negociados son otros. Si de fútbol y de VAR se refiere, este es el último grito en inventos tecnológicos para ayudar a los árbitros a aplicar su justicia en las jugadas, especialmente en las más polémicas, en cierto modo se trata del Ojo de Halcón del tenis adaptado al balompié.

Y es que el videoarbitraje, el VAR, denominado en inglés video assistant referee (asistente arbitral de vídeo), en esencia es eso, una ayuda para paliar los errores arbitrales en las jugadas más polémicas o decisivas para el resultado. El deseo de la Fifa no es otro que utilizar una serie de cámaras que observan desde varios enfoques lo que sucede en el campo para evitar fallos que pueden decidir acciones, faltas o fueras de juego difíciles, partidos, campeonatos e incluso títulos.

Árbitro y asistentes Un proceso muy lento Los dos minutos, o más, que necesita el colegiado para decidir son interminables

El nuevo juguetito de Gianni Infantino, presidente de la Fifa, y los nuevos directivos del organismo mundial del fútbol fue inaugurado hace casi un año, en el Mundial de clubes que el Real Madrid conquistó en Yokohama (Japón) en diciembre de 2016, entonces un ensayo experimental pero efectivo, vinculante y decisivo en el fútbol en el Mundial 2018 de Rusia. Antes la International Board, el organismo que forman la Fifa y las cuatro asociaciones del Reino Unido (Escocia, Gales, Inglaterra e Irlanda) encargado de definir las reglas del fútbol a nivel mundial y sus posibles modificaciones, se reunirá para analizar el empleo del videoarbitraje. De momento ha sido utilizado como prueba con diferente suerte, aunque campeonatos tan importantes como la Liga alemana, la italiana, la francesa o la portuguesa ya lo aplican desde el comienzo de la actual temporada. No es el caso de España, menudo es Ángel María Villar, el suspendido presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), para aceptar cambios, por nimios que sean. En lo que se refiere a España y VAR a lo máximo que han llegado juntos fue al aplicarse el asistente de vídeo en el amistoso que enfrentaron Francia y la selección de Julen Lopetegui la pasada primavera en Saint Dennis, aquel en el que el árbitro, mediante VAR, anuló un gol al jugador francés Griezmann por fuera de juego y corrigió una acción que no lo era del español Deulofeu, gol que en primera instancia había sido anulado por el colegiado.

El VAR acertó en ambos casos, pero aun así los ortodoxos siguen sin aceptar el cambio por no se sabe bien qué motivos románticos. El reglamento, sus 17 reglas, en esencia es el mismo que el fútbol moderno nació en 1863 a través del código Cambridge, compiladas por la International Board, pero también es cierto que han sido retocadas y cambiadas con el mismo deseo con que nace el avance actual: perfeccionar el juego y evitar injusticias.

Parece claro, pues, que el fútbol y el VAR estarán unidos por largo tiempo, por lo menos hasta que se invente un mecanismo mejor. En teoría, el avance debería ser una revolución. En la práctica, en el mismo momento en que nació el VAR apareció la polémica. No ayudó, desde luego, su inauguración, como está dicho en el Mundial de clubes. El proceso es premioso. Demasiado. La interrupción del juego es inasumible ahora mismo, como sucedió en el famoso gol de Cristiano Ronaldo en semifinales del pasado Mundial de clubes ante el América mexicano, aquel que primero fue concedido, luego anulado y finalmente restaurado mediante los asistentes del VAR. Demasiado tiempo en todos los partidos en los que el mecanismo ha sido necesario, también en el citado Francia-España o en la Copa de las Confederaciones del pasado junio en Rusia. Y este es el meollo. Si el fútbol actual, dinámico y rápido, precisamente uno de los motivos por los que apasiona, se tiene que parar durante dos minutos, o más, el asunto aburre. Y la cosa es poco menos que un apocalipsis si el partido en cuestión es una final, una eliminatoria decisiva o un duelo de esos que no se quiere perder nadie en ningún lugar del mundo, un Real Madrid-Barcelona sin ir más lejos.

Y HASTA UN ESCÁNDALO. Por tener en su aún breve vida el VAR ha tenido hasta un escándalo, el más reciente esta misma semana, el pasado lunes, en la Bundesliga alemana, donde el supervisor del mecanismo en la Federación Alemana de Fútbol (DFB), el exárbitro internacional Hellmut Krug, ha sido cambiado a otro negociado del organigrama arbitral germano, en realidad destituido. Resulta que el sábado 28 de octubre se enfrentaron el local Schalke 04 y el visitante Wolfsburgo en el estadio Veltins Arena de Gelsenkirchen, partido que terminó con empate a uno. Se adelantó el Schalke al marcar un gol de penalti después de que el VAR dilucidase el máximo castigo a instancias de Krug cuando segundos antes el árbitro del partido, Marco Fritz, no había señalado nada. Hasta ahí la cosa fue más o menos normal. El problema es que antes el Wolfsburgo había reclamado penalti por mano de un jugador local y los asistentes del VAR, encabezados por Krug, ni siquiera desdeñaron la posibilidad de observar las cámaras del mecanismo. Durante su época como árbitro, Krug no podía dirigir partidos con el Schalke por medio.

Está claro, pues, que el avance necesita un rápido perfeccionamiento para que sea útil y no un problema más. Pero es cierto que los ortodoxos, los inmovilistas los Villares de la vida, gentes de otra época, desde luego no del siglo XXI, van ganando el partido de momento. Y, sin embargo, el mundo avanza y mejora la vida en general, el fútbol también. Señores, eppur si muove.

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