''Non lle desexo este sufrimento nin ao peor dos inimigos'', dice la esposa

Fagitada tras una noche sin dormir y abatida por el dolor derivado de la pérdida de su marido y la situación de desconcierto vivida en las últimas horas, Modesta López Francos, de 81 años, exclamaba entre sollozos que «non lle desexo este sufrimento nin ao peor dos inimigos».

Sentada en la cocina de los vecinos que ayudaron a extinguir las llamas originadas de madrugada en el dormitorio de su marido, Modesta no acertaba a explicar lo sucedido, al tiempo que recordaba que «puxémoslle a estufa na habitación, como todos os días para quentarlle o dormitorio, pero él quixo que lla deixaramos encendida tamén pola noite».

La viuda, con muchas limitaciones de movilidad tras sufrir recientemente una trombosis, explicó que ella duerme en una habitación situada en la planta baja de la vivienda, al igual que su hija María Elena, mientras que su marido dormía en una habitación de la primera planta.

«Despertei de madrugada con moito picor na garganta e pareceume que cheiraba a fume. Daquela levanteime como puiden, boteille a man ás muletas e fun mirar un braseiro a ver se fora prender lume, pero non había nada, aínda que cando me acerco á escaleira e vexo como baixa o fume xa pensei que algo raro estaba a pasar e avisei á filla, para que subira ó cuarto», relató Molesta entre sollozos y lamentos.

La hija de esta matrimonio fue la primera en descubrir el cadáver de su padre tendido en su propio lecho, aunque en un primer momento, cuando subió a su habitación y abrió la ventana para ventilar la humareda, no alcanzó a comprobar si su padre estaba muerto o simplemente no reaccionaba porque estaba dormido.

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