Nogueira da nuevas claves para interpretar la pintura mural gallega

La bóveda del templo chantadés escondía obras más antiguas que las de la nave y da cuenta de la presencia de al menos dos maestros ►Bajo la cal apareció una representación de los vientos, un tema muy poco habitual en este tipo de murales de Galicia ►Padres y abuelos de alumnos del centro monfortino exigieron la permanencia de la comunidad religiosa
Iglesia de Santa María de Nogueira de Miño
photo_camera Iglesia de Santa María de Nogueira de Miño

Es conocido que la iglesia románica de Santa María de Nogueira de Miño (Chantada) es única por los grandes frescos renacentistas que cubren su nave central. Pero el carácter irrepetible del templo acaba de subir varios peldaños. Para los expertos, entre ellos el historiador Miguel Cajigal y las restauradoras de Crea que llevan años trabajando allí, la iglesia es un antes y un después en la interpretación de la pintura mural gallega y los últimos hallazgos obligan a replantear lo que se conocía en este ámbito.

«Es la Piedra Roseta de la pintura gallega porque el estudio de sus murales nos da una serie de claves que desmontan unas teorías y avanzan otras», valora Cajigal.

Para empezar, al historiador lo de pinturas renacentistas le chirría. Él prefiere llamarlas tardomedievales o cuando menos tener en cuenta que se trata de un Renacimiento ‘sui géneris’, con influjo italiano pero con rasgos propios.

Een la actualidad, las restauradoras trabajan en las pinturas del presbiterio y en la recuperación del retablo del templo. Estos trabajos arrojan datos novedosos.

De primeras hay que aclarar que el templo fue pintado unas cuatro veces en un siglo, algo poco común, y que indica cierto interés de la parroquia y cierta capacidad económica para acometer esta obra. «No tenían suficiente dinero para hacer una iglesia nueva, ni para comprarle tapices o mobiliario, pero si para pintarla de cierta envergadura», añade Cajigal.

La iglesia es famosa por las pinturas que cubren toda la nave, pero la bóveda del presbiterio (en la que se trabaja ahora), esconde obras todavía más antiguas. «Aloja pinturas de finalísimos del siglo XV o primeros del XVI», añade Yolanda Gómez de Crea Restauraciones «y siempre se creyó que lo de la nave era lo más antiguo».

Esa bóveda estaba tapada de cal azul y debajo escondía un tetramorfos (los cuatro evangelistas) y una serie de cuatro caras, en diferentes estados de conservación, enmarcadas por una guirnalda. Para Cajigal podría tratarse de una representación de los vientos, algo muy poco habitual en Galicia

Pero las sorpresas no terminan ahí, la parte de abajo del presbiterio también está pintada y hay dos escenas (una que recrea el beso de Judas y otra la Oración en el huerto) que son similares en técnica y fecha a las de la bóveda. Pero hay otras representaciones, como una flagelación, que son posteriores. Solo en la bóveda habrían trabajado dos manos distintas.

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