No toquen las libertades

EL TERRORISMO GLOBAL regresó de nuevo a las primeras páginas. Nadie propuso en esta ocasión que haya que limitar libertades en la lucha contra la violencia fanática. Ese fue un debate que se planteó en profundidad ante el terrorismo islamista. Michael Ignatieff, el autor de una extraordinaria biografía de Isaiah Berlin, referente de la libertad, le dedicó un amplio estudio. Nos sirve esta referencia para aproximarnos a España, en donde se produce una pretensión de recorte de libertades en materia de información. Se proponen limitaciones a la libertad de información sin recurrir a ningún interés superior, que no lo hay. Tratan sencillamente de blindar las cuentas y las entrañas de los partidos políticos, que se protegen como islas inaccesibles. Ahí radica la que pudiera ser caja de los truenos que explique esta incapacidad manifiesta, esta falta de voluntad absoluta, de afrontar a fondo una reforma de la participación ciudadana en la vida pública, de más democracia frente a aparato de partidos. La reforma que se demanda en la calle no es de recortes en las libertades. Va en dirección contraria a lo que se detecta en la llamada desafección ciudadana y a los riesgos políticos de populismo que implica la multiplicación de casos de corrupción. No hay que recortar las libertades que reconocen el derecho a la información, ya que son una garantía de transparencia en la política, una vía eficiente frente a la impunidad y, en definitiva, un derecho ciudadano propio de las sociedades libres occidentales. ¿Dónde están los liberales del PP que no se pronuncian contra tal pretensión formulada por algunos dirigentes? Es una prueba del algodón la primacía del derecho a la información sobre la defensa de baluartes de grupo para resguardar intereses que se temen mostrar.

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