No sólo de vacas vive el agro

Leyre Chinchilla y David Alonso, en su plantación de San Tirso. JOSÉ Mª ÁLVEZ
photo_camera Leyre Chinchilla y David Alonso, en su plantación de San Tirso. JOSÉ Mª ÁLVEZ

La riqueza en moluscos de la costa de Lugo no se circunscribe al Cantábrico. También los hay, y de calidad, varios kilómetros tierra adentro. Una murciana y un burgalés crían caracoles junto al Eo.


aunque galicia es una tierra idónea para criar caracoles terrestres, su consumo no es habitual, aunque sí es un plato típico, sobre todo, de la meseta y del sur de España. Y precisamente de esas zonas, concretamente de Murcia y de Burgos, procede una pareja de jóvenes emprendedores que se acaba de mudar, a principios de enero, a la localidad asturiana de San Tirso de Abres, entre A Pontenova y Trabada, para poner en marcha un criadero de estos moluscos gasterópodos.

Leyre Chinchilla, veterinaria de 26 años y natural del municipio murciano de Yecla, y su pareja, el burgalés de 24 años David Alonso, licenciado en Educación Física, eligieron la comarca del Eo para comprar una casa centenaria que están rehabilitando, y una finca en la que instalar este negocio, apenas explotado en la provincia de Lugo, exceptuando a la empresa Helix Galicia, en Outeiro de Rei, y al proyecto experimental realizado en 1995 en el Centro de Formación e Experimentación Agraria Pedro Murias de Ribadeo.

«Queríamos vivir en el norte, por el clima y el carácter de la gente», comenta la joven, que ya conoce Galicia por veranear en zonas como el área del Miño y Ourense en su adolescencia, aunque añade que su pareja y ella se proponían también residir «en un lugar entre la montaña y el mar, para practicar deportes como el submarinismo y el barranquismo», ya que fue precisamente disfrutando de esta última actividad como se conocieron hace más de un año y medio.

«Y claro, pensamos: ¿a qué negocio podríamos dedicarnos que nos permitiese ese estilo de vida? Y surgió la idea de criar caracoles, algo que ya me había propuesto un profesor de la Facultad de Veterinaria y que después concretamos tras asistir a unas jornadas formativas sobre esta temática que se celebraron Aragón», comenta Chinchilla.

Pese a algún intento fallido de poner en marcha estos criaderos en la comarca, como en el barrio ribadense de Couxela, estos jóvenes emprendedores están convencidos de que «se trata de un nicho de negocio claro, porque el 80% de los caracoles que se consumen en España se importan, sobre todo de Marruecos, de Europa del Este y del hemisferio sur americano, mientras que tan sólo el 5% se cultiva en granjas españolas».

Además, Chinchilla asegura que «otro 15% se recoge directamente del campo, al menos a eso apuntan las estadísticas, pero pronto saldrá una normativa que prohibirá esta práctica, ya que puede ser peligrosa, puesto que un caracol es como una esponja, tiene que controlarse su crianza para evitar que ingieran plaguicidas u otros contaminantes».

Sea como fuere, Alonso señala que España es «el segundo consumidor mundial de caracoles terrestres, detrás de Francia y delante de Italia, que es el tercer país que más lo demanda» y añade que además los españoles «consumieron, según estadísticas de 2000 a 2002, 400 gramos de estos moluscos por persona al año».

Plantación

Precisamente este mes, Chinchilla y Alonso, ya empadronados en el municipio, tendrán lista la zona de cultivo, en un terreno cuyo único requisito, prácticamente, es el de que «no sea inundable, para que no se ahoguen los caracoles», algo que aseguraron al adquirir una finca de 7.000 metros cuadrados de superficie con un 20% de pendiente. «Sin la intermediación de Julio Manrique, de Casabella Rústica, no hubiese sido posible localizar el emplazamiento idóneo tan rápidamente», insisten en agradecer.

Para preparar el criadero, sembraron el terreno con trigo, una vegetación que les servirá de protección a los alevines de la especie Helix Aspersa Müller, importados de una granja oscense especializada en la helicicultura, que esparcirán próximamente en la finca.

«Colocaremos un kilo de alevines por cada 100 metros cuadrados de superficie para empezar; el kilogramo ronda los 400 euros», aclaran los jóvenes, que también instalaron «un sistema de riego por goteo y plantas de hoja ancha que les servirán de cobijo, no de alimento, porque realmente comerán piensos específicos, aunque también estarán protegidos de los depredadores con mallas, que ayudarán además a que no se escapen». La crianza será, dicen, «ecológica, ya que no se utilizarán plaguicidas».

Los alevines, esparcidos ahora, alcanzarán los 9 y 12 gramos de peso necesarios para su comercialización a finales del verano, porque después hibernan. «Ya contamos, en virtud de un acuerdo, con vender la producción completa que una empresa exportará al Este de España y al Levante».

  • Donarán parte de su producción a la hostelería local. Leyre Chinchilla y David Alonso se proponen «donar parte de la producción para que la hostelería local elabore tapas con ello» y así, tratar de introducir el consumo de caracoles en esta zona. «Están muy ricos acompañando a las paellas, en arroces, en guisos y hasta en el gazpacho manchego», comenta la joven murciana, aunque en Burgos, «se consumen habitualmente guisados».
  • Colaboración empresarial. Además, están dispuestos a ayudar a «montar granjas similares en la zona, con el compromiso de comprar la producción hasta hacer mercado», ya que «es una actividad alternativa idónea».

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