No lo sabíamos, pero había playa

NO DIRÉ en este río no me bañaré porque este tipo de afirmaciones las carga el diablo, pero será bien difícil que yo meta algún día los pies en el Miño. No tengo nada contra él, basta decir que nací en ese municipio que se apropia de su nacimiento. El problema es que mi cuerpo lleva mal el agua por debajo de treinta grados. Pero como resulta que ahora pago los impuestos en el Concello de Lugo y como, al igual que yo, hay miles de lucenses a los que la playa fluvial se la trae al pairo pero les importa mucho cómo se gasta su dinero y cómo les tratan los políticos, no puedo resistirme a escribir, una vez más, de la playa fluvial de Lugo. A riesgo de que me caigan chuzos de punta.

Por un momento los dedos se me fueron hacia ‘malograda’ playa fluvial, pero de eso nada. ¡Lugo ya tiene playa! En realidad, desde hace años, solo que no lo sabíamos. Cuando el mes pasado este periódico informó de que el Concello renunciaba a acondicionar una zona de baño en el río por las dificultades burocráticas que entrañaba y hace unos días desveló que desde 2011 existe un informe del Comité de Reservas de la Biosfera que echa por tierra cualquier intervención en el cauce, el gobierno local siguió defendiendo erre que erre que Lugo tendría playa fluvial. La última vez, días antes de las elecciones. No podía desvelar de qué forma porque era periodo electoral.

Pero pasaron las elecciones y llegó la presentación. Con mapa y todo. Y la playa es, ¡tan tata chan...!, ¡las piscinas de Los Robles! Se van a abaratar los precios y los lucenses tendrán una zona más de baño en la ciudad, asequible y al lado del río. El Concello va a firmar un convenio con la Diputación -propietaria de las instalaciones- para bajar las tarifas. Habrá que ver si es para este verano, que nos conocemos.

Pues muy bien, ¿pero para este final se necesitaba tanto rodeo? ¿Tantos anuncios? ¿Tantas presentaciones? ¿O nos engañaron como a cochinos cuando, allá por el 2011, el Concello y la Diputación anunciaron una y otra vez una playa fluvial en Los Robles? ¿O no sabían que esa era una zona archiprotegida y que por algo estaba dentro de la Reserva de la Biosfera Terras do Miño? Una reserva que, por cierto, gestiona la Diputación. Es difícil saber cuál de las respuesta es peor. ¿Y no lo sabían tampoco el BNG (auténtico promotor del proyecto y miembro del gobierno local hasta 2012) y el PP, que no dejó de azuzar por el retraso en su ejecución?

Lugo sobrevivirá sin una playa fluvial, no cabe duda. Pero a lo mejor la pésima gestión de este proyecto pasa más factura a los políticos, a unos y a otros, de lo que ellos creen. Para empezar, cualquier día, quien gobierne puede encontrarse con un accidente o una muerte en el río. No es ser agorero. Ya sucedió. La semana pasada se cumplieron cuatro años de la muerte de Oladipo Adewunmi, un joven nigeriano que aún no había cumplido los 19 años y que un caluroso viernes de mayo, cuando pasaba la tarde con sus amigos en Los Robles, decidió darse un chapuzón y no pudo salir a flote. Se desconoce qué le sucedió, si un mejor acceso al cauce facilitaría su rescate y si un socorrista en el lugar hubiera evitado su muerte. Es obvio que no puede haber un vigilante en cada recodo del río, y que un accidente así puede producirse también fuera de horario de vigilancia, pero si en una ciudad de casi 100.000 habitantes hay una zona donde tradicionalmente, y aunque no esté acondicionada para ello, hay decenas de ciudadanos que se echan al agua en días de calor, parece razonable que la zona sea accesible y tenga servicio de rescate. El Concello contrata socorristas cada verano, sí, pero entre sus tareas también tienen las de limpiar el río y su ámbito de actuación es todo el curso en el municipio.

Y si, como dicen el Comité de Reservas de la Biosfera, esa no puede ser una zona de baño, habrá que buscar otra y ver la forma de protegerla de verdad. Porque seguramente habrá mucha gente que no pueda pagar la piscina, por barata que sea, y este verano se zambulla de nuevo en el río.

Pero al margen del riesgo de un accidente y del daño que pueda estar sufriendo el río, la gestión de este proyecto puede tener otras consecuencias. Por ejemplo, la pérdida de credibilidad de los políticos. No es que andan muy sobrados, así en general, pero con actuaciones como esta no la incrementan.

En este caso es el PSOE -con la parte que le corresponde al BNG- y es una playa fluvial, pero ejemplos de utilización electoral de proyectos y de anuncios incumplidos hay de todo tipo y en todos lados. Feijóo a lo mejor ya no se acuerda, pero muchos lucenses tienen bien vivo aquel casi estrambótico anuncio de su primera campaña para las autonómicas de que la Xunta pediría un crédito para traer el Ave a Lugo si el Gobierno central, entonces socialista, no lo hacía. Y recuerdan muy bien la enardecida defensa que el BNG hacía, y hace, de la protección y puesta en valor del patrimonio cultural y de la recuperación de espacios para los peatones. El problema es que fue llegar al gobierno local y, a la primera oportunidad que tuvo, hacer todo lo contrario. El temor al reivindicativo barrio de A Ponte llevó a los nacionalistas a prometer a los vecinos que se podría seguir circulando en coche por el viaducto una vez rehabilitado. Un año después, en un arranque de sentido común, el alcalde pasó por encima de ese compromiso y prohibió el tráfico. Sentido común y coherencia. Los ciudadanos no piden más.

(Publicado en la edición impresa el 1 de junio de 2014)

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