No a la indiferencia

LAS MUERTES de subsaharianos en los intentos de entrar a Europa por Ceuta y Melilla o por las costas del sur peninsular pueden, por ser sucesos repetidos, acabar por dejar indiferente a la opinión pública e indiferente a la valoración como noticia en los medios. Sería inhumano. Nada resuelve la valoración o el comentario sentimental, salvo tapar conciencias, pero en todo caso no conviene olvidar moralmente que son vidas humanas las que se pierden. La Guardia Civil calcula que son 14 los inmigrantes que murieron en el intento de pasar a nado a Ceuta. No deberíamos reducir la llegada masiva de inmigrantes subsaharianos a las costas europeas a un problema de control de vigilancia y entrada del Ministerio del Interior. Hubo y habrá necesidad de mano de obra inmigrante en España y en Europa que ha de regularse en función de la demanda. Hay también una responsabilidad, aunque nos suene lejana, hacia esa población por parte de quienes vivimos en los países más desarrollados. Esa responsabilidad presenta niveles distintos según las responsabilidades, ciertamente, pero la indiferencia sobre las causas convierte en cómplices. Hay en la economía global canales que con nuevas fórmulas mantienen la desigualdad entre el mundo del consumo, los países desarrollados, y la mano de obra barata, el que se llamaba tercer mundo.

Conocer los riesgos

Un prejubilado de Bankia recuperará 125.000 euros que invirtió en preferentes por indicación de compañeros de oficina en la que trabajaba. El juez que dictó la sentencia favorable al inversor mantiene que ni una persona como él, que trabajaba en el sector bancario, estaba en condiciones de conocer los riesgos de las preferentes.

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