No es tiempo para fiestas

LA POLÍTICA está marcada por una serie de acontecimientos cíclicos, casi ceremoniales y, sobre todo, muy tradicionales. Por ejemplo, ahora acabamos de vivir unas elecciones, a las que siguieron las respectivas sesiones de investidura, y que ahora van a dar paso a los conocidos como plenos de organización. Como durante la campaña nos han vendido la moto de que hay que arrimar el hombro cuanto antes para salir de la Crisis, esta vez la cosa va a ir rápida. La recesión que vivimos hizo que la moto que nos vendieron viniera acompañada de una etiqueta: «Austeridad». Y a la austeridad prometida nos vamos a dedicar en los próximos meses, por lo menos hasta las elecciones. Después, es de esperar que el vocabulario cambie un poquito, que algunos ya nos estamos aburriendo.

La austeridad va a ser, pues, la reina de todas las salsas. Y si uno ha tenido la suerte, o la desgracia, de cambiar de partido en su alcaldía, que se prepare, porque la cosa va para largo. Las primeras semanas, el nuevo regidor se dedicará a mirar cómo pinta el asunto, qué cosas están pendientes y, sobre todo, cuánto queda en la caja. Probablemente, no será mucho. Y entonces pasará las siguientes semanas hablando de la mala gestión, amenazando con tirar de la manta (aunque al final no lo haga) y echándole la culpa a la herencia recibida. Y tal y como van las cosas, puede que ese período bronco se prolongue hasta las autonómicas.

Lo que pasa es que cargar contra los antecesores tiene sus inconvenientes y, sobre todo, sus víctimas. Es bastante improbable que veamos hileras de acreedores esperando para cobrar en las casas consistoriales, aunque realmente hay muchos impagados y facturas atrasadísimas pendientes de pago. Lo normal, en esta sociedad tan amante de la recomendación y la palmada en la espalda, es que los acreedores intenten cobrar con buenas palabras, haciéndose amigos de los nuevos gobernantes.

Hay otras víctimas indirectas, que son las actividades organizadas. Hay asociaciones que están con el agua al cuello, debido al recorte de los fondos públicos: lo de Preescolar na Casa es un ejemplo claro, aunque referido a la Administración autonómica y no a la municipal. Y el mundo del deporte también se verá afectado. Por poner otro ejemplo que no tiene que ver con Lugo, hace unas semanas el Academia Octavio, un histórico del balonmano gallego, logró en la cancha el ascenso a la máxima división española, ésa en la que jugaron Urdangarín y Duishebaev. Nada más conseguirlo, su presidente reconocía sus dudas sobre si serían capaces de reunir los fondos necesarios para competir en División de Honor. En el fondo, su problema es el mismo que el de los ayuntamientos: no hay dinero en ningún sitio. Y, desde luego, no nos va a venir un José María Castellano todos los días a salvarnos.

En el caso de los deportes hay un segundo componente: sí, el Ayuntamiento, la Diputación y la Xunta le dirán al Lugo que no hay dinero, pero a continuación harán lo imposible por conseguirlo. Porque ahí ya entran en juego otras cosas: la imagen de la ciudad y, sobre todo, la moral de sus ciudadanos. Se avecinan tiempos tristones, de usar la tijera para ajustarse a otra expresión de moda: la racionalización del gasto. Los ayuntamientos tienen algo así como las dos monedas del sabio: una la van a usar para vivir y la otra puede que no les dé para tener una razón para hacerlo, a juzgar por los recortes que también se viven en las fiestas. Ahí, en esta Galicia festeira, sí que nos van a tocar en lo más hondo.

RECURRENTES ♦ El retorno de las banderas y los cursos

Cada año, con la proximidad del verano, dos temas suelen asaltar los periódicos: las banderas azules que concede un organismo paraoficial y los cursos estivales que organizan las universidades. Son casi tan tradicionales como la hoy ya casi olvidada canción del verano. Coinciden en su inconsistencia. Bueno, este año lo de las banderitas azules ha tenido repercusiones políticas: hay que ver lo que se puede montar por la simple foto de un socorrista tomando el sol. La excusa dice bien poco de los criterios de la fundación que otorga estas enseñas. Y de los cursos sorprende que siempre se organicen los mismos: si la materia en cuestión necesita cada año una nueva vuelta de tuerca, ¿por qué no se hace un máster el resto del año?

DESPERFECTOS ♦ Obras y caminos

El verano vuelve a llenar los caminos, ésos de toda la vida que las administraciones han ido acondicionando para que sus vecinos hagan ejercicio o den un simple paseo. Por eso vemos estos días a las brigadas municipales de todo Lugo afanándose por que todo esté a punto. Son trabajos mínimos y poco apreciados, salvo cuando se demoran.

¿Y qué es eso que me mira?

Las ferias de perros, en especial las de caza, tienen gran predicamento en Lugo, una provincia con muchas condiciones para la práctica cinegética. No llegan al nivel de las de ganado, pero son ferias bastante concurridas, que demuestran que, por mucho que se domestique al que dicen que es el mejor amigo del hombre, éste sigue funcionando según sus códigos atávicos: por ejemplo, a este perro exhibido en Becerreá le ha sorprendido ese hombre con un extraño objeto ante la cara, que él aún no sabe que se llama cámara de fotos. SEBAS SENANDE

PINCELADAS

♦ Ambulancias. Con el traslado de ambulancia de Castroverde (PSOE) a O Corgo (PP) no ha habido foto oficial de la conselleira; en el de Begonte (PP) a Guitiriz (PP), sí. Curioso.

♦ Flores. Es fascinante ver cómo ha calado en Lugo la tradición de hacer alfombras para el Corpus.

♦ Muerte. Quiso la casualidad que en pocos días se hayan ido dos históricos de la fotografía en Lugo: Sergio y Juan José.

O RECORTE ♦ Non fozar na roupa

A Mariña, 14-6-2011, p. 8Os veciños de Ribadeo andan amolados porque hai uns xabaríns paseando pola vila e polo centro comercial. Pois non é para tanto: é a demostración de que as campañas para promover o turismo e o comercio tiveron éxito mesmo no mundo animal. Outra cousa é que os xabaríns sexan animais de escaso poder adquisitivo: iso si, revolver, revolven o que faga falta, máis que un comprador compulsivo o primeiro día das rebaixas. Mesmo se poderían ir creando empregos novos, como tradutor de xabarín ou cazatendencias...

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