Moradas con mucha historia

Construidas por encargo de adinerados emigrantes que hicieron fortuna en América en los siglos XIX y XX, las casas indianas incorporaron a la fisonomía de A Mariña un nuevo y peculiar estilo arquitectónico. Eran, como dice Carlos Nuevo, cronista oficial de Viveiro, «xente que regresou á súa terra en plan triunfador e quería amosar o seu éxito dalgún xeito».

Aunque en una primera etapa este tipo de edificaciones apenas se distinguían de la casa tradicional gallega, la diferencia la marcaban con la espectacularidad de sus dimensiones. Fue en el siglo XX cuando los arquitectos tomaron las riendas para dar forma a las edificaciones más elegantes y ostentosas. Son, en palabras de Carlos Nuevo, casas sin un estilo claramente definido, en las que predomina el ecleticismo. Los elementos arquitectónicos cubanos se mezclan con otros del país, con galerías y ventanales amplios. El diseño de estas viviendas familiares, casi siempre aisladas y de gran tamaño, refleja la tradición decimonónica del hotel francés: «Tremendamente luxosas e cunha decoración na que empregan o mobiliario propio cubano», comenta.

DE HERENCIA
Lourdes Prada es la tercera generación de una familia ribadense que en su momento optó por adquirir una casa indiana. «Hace más de cien años que mi bisabuelo Bonifacio Torres le compró esta vivienda al indiano que la había mandado construir, pero que finalmente decidió deshacerse de ella porque no le gustaba su estructura», comenta Lourdes.

Los herederos de Bonifacio Torres decidieron dividir la casa, de cuatro alturas, en varios pisos independientes para que las distintas generaciones pudieran hacer uso de ella. Su fin no era otro que el que la propiedad permaneciese para siempre en manos de la familia. Lourdes reconoce que el mantenimiento de este tipo de edificaciones es muy costoso: «En el caso del piso que vio nacer a mi padre, estamos hablando de 198 metros cuadrados y lo hemos conservado tal y como se compró. Techos de madera, mobiliario... todo está tal cual», añade.

Ahora mismo, este edificio, que está ubicado en la calle San Roque de Ribadeo y protegido por Patrimonio, sirve como centro de reunión a toda la familia, que aprovecha la época veraniega para reencontrarse después de que durante el año cada uno resida en su lugar de trabajo. «Podemos estar todos porque se trata de salones de más de sesenta metros cuadrados y de habitaciones que superan con creces los 20», asegura orgullosa esta vecina de Ribadeo.

CASA BLANCO
Presentación Blanco Maseda es la actual propietaria de Casa Blanco, una vivienda indiana ubicada en el concello de Barreiros y en la que reside desde hace más de cuarenta años. Su suegro, Julián Díaz Moreda, emigró a Cuba y a su vuelta, en 1920, trajo las ideas muy claras sobre el tipo de edificación que quería construir y así se lo hizo saber al arquitecto.

En un solar de 370 metros cuadrados se levantó esta vivienda, dividida en sótano y dos plantas y en la que resaltan las galerías típicas de este tipo de casas. Presentación Blanco subraya que pese al elevado coste que supone seguir manteniendo la casa, «mis hijos tienen la ilusión de que siga en manos de la familia».

CASA DE BALSEIRO
María Josefa López Fernández vivió, como muchos otros gallegos, la necesidad de emigrar fuera de su tierra, en este caso a Venezuela. Después de varios años en el país suramericano, ella y su marido, Benito Grande, decidieron regresar a A Mariña lucense. «Era la década de los 50 y después de ver varias casas para fijar nuestra residencia, nos decidimos por esta construcción indiana, propiedad de un emigrante que en su momento la puso a la venta», recuerda.

Se trata de Casa de Balseiro, en la localidad de Reinante, una edificación que se remonta a principios del siglo XX y que se levanta tras un espectacular cierre, rodeada por una amplia zona ajardinada.

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