Monarquía o república

La abdicación del Rey activa a sectores tradicionalmente republicanos que cuestionan que el refrendo de la actual Constitución legitimase la monarquía parlamentaria. Algunos dirigentes socialistas, al margen de la línea oficial del partido, abrieron ahora la cuestión republicana, quizás, como un efecto de los resultados de las elecciones europeas, ante el temor a quedar desubicados por este asunto, bandera de independentistas y la izquierda. El tema está presente, como lo demuestra el aumento significativo de símbolos republicanos en las manifestaciones públicas. Si se quiere entender la abdicación del Rey como punto final de la Transición que consolidó la democracia en España, la nueva etapa histórica pide regeneracionismo y profundización democrática. No se pueden reducir tales objetivos a la elección de modelo de sistema político: monarquía parlamentaria o república. No se acertaría si la acumulación de problemas existentes se reduce o identifica con un cambio de sistema político. Se agravarían en el proceso. No se cuestiona el derecho de todo ciudadano a formular y defender unas u otras posiciones: monarquía, que ha de legitimarse en la ejemplaridad ética y cívica, y república con idénticos deberes. Tal debate llevaría a segundo plano de atención las urgencias que presenta el momento, con una suma de crisis constatadas -economía, estado de bienestar, Cataluña, Euskadi, partidos políticos tradicionales- y otras crisis que pueden estar germinando como consecuencia de una percepción de pasividad en los estamentos políticos dirigentes para una regeneración profunda. La voluntad de dar respuesta a la problemática actual implica abrir el debate -no consignas-, priorizar los problemas y trabajar desde la competencia y la decisión. No es cuestión de distraerse.

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