Misterio oculto entre las conchas

La parroquia pontesa de San Pedro de Eume cuenta con uno de los cementerios más singulares de toda Galicia. Sobre sus tumbas sobresalen unas cuidadas y llamativas conchas, cuyo origen nadie conoce
Cementerio de San Pedro de Eume, en As Pontes
photo_camera Cementerio de San Pedro de Eume, en As Pontes

Nadie ha sabido descifrar el origen de una curiosa tradición que se mantiene intacta, pese al paso del tiempo, en uno de los cementerios más singulares de toda Galicia. Se trata del misterio de la conchas, esas que desde hace décadas engalanan las tumbas del camposanto de la parroquia de San Pedro de Eume, en la localidad de As Pontes.

Ni lugareños, ni historiadores, ni cronistas oficiales de la comarca saben de dónde procede esta peculiar costumbre. Ni el mismísimo arzobispado de Santiago de Compostela ha logrado averiguar cuál es el origen de esta práctica, que sigue sorprendiendo a todos aquellos que lo visitan por primera vez.

"Iso sempre estivo así, non sabemos a que se debe. Supoño que a alguén lle parecería bonito e os que viñeron detrás copiaron a idea", reflexiona Carlos López, uno de los vecinos de esta parroquia, que tiene claro que a él le gustaría que también lo enterrasen allí y "da mesma forma".


El Día de Todos los Santos los vecinos limpian una a una las conchas para que las tumbas se mantengan en buen estado

Son muchas las teorías que tratan de explicar esta costumbre que se ha transmitido de generación en generación. Algunos hablan de una cuestión meramente estética, otros de la posibilidad de que algún peregrino dejase alguna concha y se iniciase con ella esta tradición.

Sin embargo, no hay ningún camino que transcurra por esta zona, aunque San Pedro de Eume, que hasta mediados de los años 80 pertenecía al Concello de A Capela —al igual que Ribadeume, A Faeira o Bermui, que también se anexionaron al municipio de As Pontes por las mismas fechas—, depende del obispado de Santiago, a diferencia de muchas otras parroquias pontesas, que pertenecen a Mondoñedo—Ferrol.

Sea como fuera, nadie ha conseguido dar con la clave exacta que permita identificar el origen que se esconde detrás de esas conchas de vieiras, almejas o berberechos de diferentes tamaños y colores, que logran deslumbrar a los visitantes que deciden acercarse hasta este cementerio con brisa marítima, pero sin vistas al mar.

"Cuando llegué les pregunté a los vecinos de dónde venía esa tradición, porque me resultó muy curioso y llamativo, nunca había visto un cementerio igual", asegura el parróco de San Pedro de Eume, Santiago Cotelo, que doce años después de su llegada a la zona tampoco ha encontrado una respuesta fiable.

Pero pese al misterio que se esconde detrás de las conchas, muchos de los vecinos desean fervientemente continuar con esta peculiar tradición, pese a no conocer el porqué de la misma ni su significado.

Este es el caso de Herminia Barro Meizoso, otra vecina de San Pedro de Eume, orgullosa del cementerio de su parroquia. "Hai máis de 40 anos que non se enterra a ninguén así, e os últimos foron todos familiares meus. O meu pai e o meu padriño", señala esta mujer, que tiene claro que cuando muera no quiere acabar en un nicho.

"Eu quero que me enterren así tamén na terra. De feito, xa teño encargadas as cunchas para cando chegue o momento", confirma Herminia, mientras explica que lo habitual es hablar con algún negocio de restauración de la zona para que las guarden para el día de la despedida final.

"Hai moitos anos case todas as que traían viñan da zona de Ares ou Mugardos, e ultimamente xa se pediron ao restaurante Casa Toñita da Capela ou ao Mundial, de Fene. Pero en calquera que organicen celebracións nas que se sirva marisco xa vale", explica con naturalidad esta vecina, que reconoce que todavía ahora sigue parando algún foráneo en su casa, donde regentó una taberna, para preguntar por el camposanto.

Pero sin duda, si hay una jornada importante en la que este particular cementerio se llena de gente, ese es el Día de Todos los Santos, momento que aprovechan los vecinos para engalanarlo y que se mantenga tan bien conservado como está. "Lo arreglan con mucho esmero, limpian una a una las conchas y lo dejan precioso", explica el sacerdote, que animó a los fieles a recuperar las tumbas más deterioradas.

"Les dije que limpiasen también aquellas que ya no tienen familiares, pero a la gente no le gusta meterse en cosas que no son de su propiedad, y yo no tengo tiempo para hacerlo", dice el párroco, que espera que esta tradición se conserve por los siglos de los siglos.

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