"Mi madre no había advertido a mis acompañantes, que eran ¡Ortega y Gasset y su mujer!"

Aquí chegou a auga a Lugo
photo_camera Aquí chegou a auga a Lugo

No me gusta ir hacia atrás. Así como mi hermana Maite es mucho de fotografías, de recuerdos..., yo siempre he preferido mirar hacia adelante porque hay muchas cosas que se han quedado en el camino y mirar atrás supone mucho dolor. Regresar al Lugo de mi niñez, la etapa de mi vida más bonita, es una excepción.

Paloma San Basilio / Lugo

Antes ías ao cine con teus pais, claro. A primera película que fun ver era española, dalgunha destas floclóricas que cantaban. Sería Conchita Piquer. Diso si que me acordo moito porque había moitas cancións e un actor que despois vin varias veces máis, que se chamaba Miguel Ligero. Era quen facía as bromas. No cine dos meus tempos había este tipo de películas que os nenos chamabamos películas de amor, e logo estaban as de guerra, que eran as que nos gustaban, sobre todo os westerns.

Paco Martín / Lugo

Yo era muy aficionada a los toros y sabía todo lo relativo a ellos. Un vecino, el primero en tener televisor, me invitaba a verlos. Pero la primera vez que fui a Sarria a ver una corrida se me cayó todo el encanto de la pena que me dio. Porque eran chiquillos, que no eran toreros y les ponían la espada y no atinaban. A mí me dolió tanto aquel maltrato que dejé de interesarme.

Aurelia González López / Sarria

Se instalaba el primer registro de la traída de aguas en San Fernando. Los homiños de Lugo seguían pesimistas y aseguraban que el agua no llegaría con fuerza suficiente a la ciudad. Se engañaron los homiños y triunfó la técnica. Un periódico local informaba, con el título de ‘El suceso de ayer’ de que el 14 de marzo de 1903 la ciudad viviera una jornada de gozo. Autoridades, representaciones, técnicos y numeroso público se apiñaron a la entrada de la calle de Castelar, en Santo Domingo, donde un tubo vertical había sido instalado. El obispo Murúa iba a bendecir el agua... si es que salía, pues muchos lo dudaban. El técnico, señor Belmás, dio una orden. El agua salió alcanzando un metro de altura. Pero el arquitecto, como si quisiera lanzar al rostro de los detractores aquel chorro, dio otra orden, y ante el asombro primero y luego entre aplausos de la multitud, el agua ascendió alegre hasta alcanzar los segundos pisos de las casas.

José Trapero Pardo / Lugo

A los once años escribí un cuento dedicado a mi tía y madrina, Manuela Sotelo, y que me publicó un periódico de Ribadeo, donde, por cierto, también mis otros dos hermanos mayores velaron sus armas. Cuando Gamallo Fierros tuvo la ocurrencia de leer ese cuento públicamente en el acto conmemorativo del vigésimo aniversario de la publicación de Rivanova, yo creí morirme de vergüenza. El primer artículo de mi vida, pagado con cuatro duros contantes y sonantes, lo publiqué en Buen Humor, una revista madrileña.

Joaquín Calvo Sotelo / Ribadeo

La primera vez que viajé a Galicia fue en el verano de 1947. Iba a conocer a mis abuelos paternos. Mi padre buscaba el reencuentro con los suyos, después de años de guerra y cárcel. Me parece que en aquel verano se me cayó el primer diente y se murió Manolete. La noticia de la muerte de Manolete, recibida en una minúscula aldea a la que se llegaba en pollino desde la más próxima estación de Pobra de San Xiao, tenía un no sé qué de exótico y sobre todo rumiada en aquel acento gallego que me envolvía y me sorprendía, porque mi padre lo había perdido.

Manuel Vázquez Montalbán / A Pobra de San Xiao / Láncara

Fui un niño enclenque al que no dejaban bañarse ni tomar el sol, ni siquiera comer nada que tuviera huevo. La primera vez que me di un banquete de tortilla de patatas fue en un viaje en plena Guerra Civil, de Madrid a Lugo, donde mi padre era gobernador, porque mi madre no había advertido a mis acompañantes que eran ¡Ortega y Gasset y su mujer!

Jaime de Armiñán / Lugo

Daquela comezarei as lembranzas con esta evocación da cociña da Olga, fogar daqueles antepasados meus, os Gómez de Neira. Cociña de pazo, e por ende, con campá de pedra, pero as labregas, as casas do común, tardaron en ter extractora porque situaban a lareira medio a medio da casiña, sen sobrados enriba, que deste xeito cumprían coa función polifacética de rodearse das cortes do gando, quentándose reciprocamente, o gando a xente e a xente o gando; evitar perigos de incendio, aínda que se atizase con toxos; de paso, todos os cuartos do sobrado recibirían calefacción nas súas cabeceiras, e luz exterior nas fiestras. Non se me diga que estaba mal descorrido!

Xosé María Gómez Vilabella / Castroverde

Cruzamos la calle José Antonio -aunque todo dios la llamaba El Progreso-, porque llegaba el momento estrella del día: iba a comer de restaurante, la primera vez en mi vida si mal no lo recuerdo. Aunque ignoro el nombre del local, estaba situado al lado del comercio de ropa de niños Bambi, de mi prima Raquel Ferreiro, en cuya casa nos acogieron a toda la familia cuando se murió mi padre. De la comida no olvido el menú; yo que he sido siempre tan tragón. Ensaladilla rusa, tortilla francesa con patatas fritas y un yogur de la farmacia Rueda, de esos que venían en un tarrito rayado de cristal. Lo peor de todo fue al volver a casa: me dijeron que apenas se había entendido mi nombre por la radio. Pero yo tenía la tripa llena.

Carlos Varela Prieto / Lugo

Coincidiendo con el primer San Froilán después del advenimiento de la democracia, vivió Lugo un hecho insólito sin precedentes en su historia: ¡Una huelga de hambre! De este acontecimiento pronto se hicieron eco los medios de comunicación y durante algún tiempo no se habló de otra cosa en la ciudad y fue un evento, como un número más de las Fiestas Froilanas. ¿Cuál era el motivo de esta huelga? Unas reivindicaciones laborales elevadas por un colectivo de funcionarios ante su ministerio correspondiente, en base a un agravio comparativo con otras ciudades españolas.

Pepe Barreiro / Lugo

Grazas á pesca da troita, sendo eu moi neno, vin por primeira vez unha Vespa. Estaba parada diante da taberna de Xinzo e os rapaces da aldea ata apostamos entre nós para adiviñar o que podía ser unha cousa redonda, envolta nun plástico engurrado, que estaba colocada na parte de atrás. Hóuboos, coma min, que imaxinamos que aquela moto tan rara tería radio e aquel trebello podía ser o seu altavoz. Outros dixeron sabe Deus o que, pero ninguén imaxinou a verdade: que era a roda de reposto.

Perfecto Conde Muruais / A Pontenova

El Progreso fue la primera publicación que aceptó y publicó un trabajo mío. Le guardo un cariño grande a ese periódico. Trataba de Concha Espina. Era un comentario sobre su novela ‘La esfinge maragata’. Lo que más me había impresionado de ‘La esfinge maragata’ era la dureza de la vida, y la necesidad de tirar para adelante. Eso es lo que más me impresionó de esa novela a los quince años, la necesidad imperiosa de rehacerse por muy dura que sea la existencia. Y, luego, escribí de todo, también en El Progreso, artículos sobre las materias y los autores más diversos, que la gente se sorprendía mucho de que yo los conociera.

Marina Mayoral /Lugo

As máis afastadas lembranzas veñen ser como imaxes illadas dun momento determinado, sen que teñan significación especial. No decorrer despreocupado dos días infantís, de súpeto, sen saber por que, algún momento gravouse na memoria.

Ramón Piñeiro / Láncara

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