Metidos en faena

Solo en lo que es rito se puede decir que abrió la campaña electoral la pasada medianoche. La actividad y los mensajes de los partidos y de los cargos en las administraciones públicas llevan meses marcados por el tono y el objetivo electoral. Ver horizonte de salida en esta larga y profunda depresión económica y percibir cambio de la tendencia negativa en la generación de
empleo son los objetivos de los ciudadanos. Solo desde el crecimiento económico, desde un cambio significativo de tendencia, será posible pensar en defender logros del llamado estado
de bienestar. Hay que demandar realismo y claridad a los candidatos y a sus organizaciones
en las propuestas económicas. Hay que pedir a los candidatos que fijen una posición clara sobre el comportamiento de los partidos políticos, sindicatos y patronales a partir del día 20.
Exigir realismo de los candidatos ante el drama de casi cinco millones de parados y ante unas
circunstancias que no permiten el referente de la sociedad que conocimos y disfrutamos en las
últimas décadas. Claridad en la descripción y análisis de las incertidumbres de la situación presente. Realismo, alejado de discursos demagógicos, en las propuestas de salida, y
un mensaje claro a la ciudadanía que invite a un compromiso en el esfuerzo, la austeridad y
la solidaridad: en la aceptación de un tiempo extraordinario de dificultades.

Huelgas y recortes

Siete convocatorias de huelga en la enseñanza sumó ayer la Comunidad de Madrid desde el inicio de curso en el pasado mes de septiembre. Dónde empieza el conflicto por razones laborales y dónde el pulso de raíces políticas es la línea a marcar. Si ese escenario quiere presentarse como laboratorio de la política española —por las acusaciones de recortes, de una parte, y por la práctica del conflicto permanente, por otra—, alguien debería ir invitando a la responsabilidad, salvo que la referencia sea Grecia.

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