TESTIMONIOS. "Me refugié en un hotel buscando un lugar seguro tras la estampida de gente"

Numerosos gallegos vivieron el atentado en primera persona y algunos ni siquiera podían regresar a sus edificios
Candela Carroceda
photo_camera Candela Carroceda

El atentado de de Barcelona sorprendió a numerosos gallegos que se encontraron frente a la tragedia por diferentes motivos: algunos, sanitarios, tuvieron que acudir a este escenario para atender a las víctimas, otros vivían en las inmediaciones del lugar del atentado e incluso hubo quienes se trasladaron a la zona para acompañar a algún familiar que reside en ella.

Uno de los testimonios más sobrecogedores es el de Candela Carroceda, una lucense que reside y trabaja en la capital catalana desde hace un par de años. Poco antes de las nueve de la noche del jueves, explicaba que se encontraba en un hotel de las inmediaciones del atentado tras haberse dirigido a este establecimiento "para refugiarse". Como ella, calcula que en las zonas públicas de este alojamiento podría haber unas 50 personas que se agolparon allí con ese mismo objetivo de guarecerse tras la situación de incertidumbre y miedo que se extendió tras el ataque terrorista.

No en vano, pasadas las cinco y cuarto de la tarde esta joven recorría la calle Portaferrissa con el objetivo de regresar a su domicilio tras haber compartido una comida con sus amigos. Fue en ese instante y en ese punto cuando se produjeron dos "grandes estampidas de gente que gritaban cuestiones confusas" entre las que Carroceda percibió que hablaban de "disparos" y de "sangre". Su primera reacción fue protegerse en una tienda pero, posteriormente, acompañada de sus amigos, se dirigió a un hotel porque buscaban "un sitio cerrado y, sobre todo, seguro".

Aun admitiendo que, en el momento de la conversación con este diario, "ya se puede salir a la calle, lo cierto es que llamando al 112 las autoridades siguen recomendando que no se circule por la calle", opción por la que se decantaba ella. Paralelamente, subrayaba que ni siquiera sabía "dónde ir", dado que ella reside "justo delante de donde se produjo el atropello" y, por tanto, no podría acceder a su domicilio al hallarse su vivienda en la zona acordonada.



María Sánchez (As Pontes): "Nunca pensé que estaría en una situación así"
A la pontesa María Sánchez, joven médica que está en su tercer año de MIR, le ha tocado vivir de cerca el fatal atentado de Barcelona. Hace apenas 15 días que inició su rotación en las ambulancias, tras pasar por varios hospitales y centros de salud de la Ciudad Condal. Este jueves era un día aparentemente normal, hasta que llegó el aviso. "Al principio nos dijeron que se trataba de un atropello a un niño, pero a medida que nos íbamos acercando a las Ramblas nos llegaban noticias de que era algo mucho más fuerte", relataba este jueves la joven, todavía sobrecogida, desde uno de los hospitales de campaña instalados en El Corte Inglés de Plaza Catalunya, donde su equipo se ubicó para atender a todos aquellos heridos que les derivasen.

Antes de poder atender el teléfono, María tuvo que vivir una estampa desoladora e inusual. "En las Ramblas no llegué a ver a los heridos, estaba todo acordonado. Lo que sí pude ver es que había muchísimas ambulancias y policías armados, que nos advirtieron de que estábamos en una zona muy peligrosa", asegura la joven. Precisamente por su seguridad, su equipo decidió que ella permaneciese en el interior del vehículo mientras recogían a uno de los heridos.

"Trajeron a un niño pequeño, muy grave, con un traumatismo cranoencefálico. Era francés. Lo atendimos", desgrana poco a poco María, que al ver al pequeño fue consciente de la gravedad de la situación en la que se estaba viendo envuelta. "Lo trasladamos a un hospital, no sé si ha muerto o no", reconoce con tristeza la pontesa.

María fue recibiendo a cuentagotas la información a medida que iba desarrollando su trabajo de un punto a otro de la ciudad. "Al hospital de campaña donde estábamos llegaron varios heridos, pero con heridas de carácter leve, los más graves los fueron trasladando poco a poco a los hospitales por la zona más segura", explicó la médica, quien calificó lo vivido de "surrealista".

"Nunca pensé que estaría en una situación así. Sentimos peligro porque no sabíamos qué estaba ocurriendo o qué podía pasar. Terroristas pululando, armas, policías... Lo único en lo que pensaba era en protegerme y no ser un blanco fácil", concluye María, a la que este viernes le tocará de nuevo subirse a una ambulancia sin saber qué le deparará la jornada.



Héctor Anllo, de Castro de Rei: "Pechei a fiestra para non estar exposto"
A Héctor Anllo, un oriundo de Castro de Rei que se trasladó a Barcelona hace año y medio, el ataque le sorprendió en su casa y, de hecho, no se enteró de lo ocurrido hasta que no empezó a recibir WhatsApps de familiares y amigos interesándose por su estado.

Pese a vivir a escasos 100 metros del mercado de La Boquería, el primer contacto visual de Anllo con lo ocurrido no se produjo hasta que, tras haber recibido numerosos mensajes, se dirigió a la ventana de su casa, lugar al que se asomó para ver qué ocurría en la calle. Pocos instantes después de hacerlo, la Policía le recomendó que se resguardase y abandonase la ventana para "non estar expostos".

A media tarde del jueves, cuando no había transcurrido ni una hora del ataque, Anllo aseguraba que no iba a salir de su casa "por recomendación dos propios axentes". Además, detallaba que en el sonido ambiente de ese instante se entrecruzaban los ruidos de los helicópteros, las sirenas de los diferentes cuerpos de seguridad y de ambulancias y también los silbatos de la Policía, instando a la gente a abandonar el lugar. En todo caso, aseguró que los "poucos minutos" que permaneció en la ventana le bastaron para comprobar que todas las tiendas del entorno tenían "todas as súas verxas baixadas".

En todo caso, Anllo destacó resignado que "sempre pensaba que había menos posibilidades de que houbese un atentado en Barcelona, porque me parecía que era máis probable que volvera ocorrer un feito deste estilo en Madrid".



Marta Melle: "Tuve a unas 30 personas encerradas una hora en el local"
"Parecía una película. Mossos, guardia urbana, policía secreta corriendo de un lado a otro y diciendo que se escondiera la gente, cerráramos las persianas y tapáramos las ventanas". Así describe Marta Melle Mariño, con raíces familiares en el municipio de Sarria, el atentando terrorista que vivió muy de cerca, en el mercado de La Boquería.

La mujer trabaja en una panadería, en la que se refugiaron muchas de las personas que huían del terror. "En ese momento no tenía gente en el local. Estaba fuera, en la calle, hablando con una compañera y vimos a gente correr. Pensamos que era un flashmob o algo así, pero las personas comenzaron a meterse en los locales del mercado y se tapaban. Yo tenía a unas 30 personas en el local", relata Marta Melle.

La gran mayoría eran extranjeras, entre ellas se encontraba una joven argentina que se encargó de ponerla al corriente de lo ocurrido. Permanecieron en el establecimiento unos 20 minutos, hasta que la directora del mercado les comunicó que podían salir. "Se oyeron disparos. Se decía que estaba otro terrorista por otro lado y comenzó a entrar gente de nuevo en el mercado. Todos los locales estaban llenos. Permanecimos una hora encerrados. Les dije que estuvieran sentados y todos estaban intentando hablar por el móvil con la familia. Nos refugiamos en la parte de abajo del local y yo me asomé a arriba para mirar hasta que los mossos nos dijeron que saliéramos", cuenta.

Su casa también está muy cerca del lugar del atentado y un agente la tuvo que acompañar hasta la puerta porque "todo está cerrado y acordonado". “Pasamos miedo porque piensas que nunca te va a tocar a ti. Intenté ayudar a todos los que he podido, lo bueno es que a esas personas que refugiamos en el mercado no les pasó nada", añade.



Manuel Mejuto, de Palas de Rei: "La gente caminaba nerviosa mirando el móvil"
"El miedo, ahora, ya no nos lo quita nadie". Así se despide Manuel Mejuto, palense residente en Barcelona, apenas una hora después del atentado que sacudió este jueves la capital catalana. Lo dice tras haber visto como el temor se extendía entre las personas que deambulaban por las calles del entorno de la zona cero del ataque terrorista.

Sabe que esta tranquilidad que siente al comprobar que ninguno de sus familiares o amigos cercanos ha sido víctima del atentado durará poco. Lo peor, según indica, es que los peores pronósticos se hubiesen cumplido.

Mejuto no vive en el entorno de las Ramblas, pero su suegra sí reside en una zona cercana. Por eso, su primera reacción tras saber del atropello fue el de acercarse a su casa para pasar con ella esos momentos y comprobar que estaba bien. De camino, a medida que se iba acercando al centro, Mejuto reconoce haber palpado el nerviosismo en la calle. "La gente caminaba nerviosa, mirando el teléfono móvil. También los turistas se veían muy desorientados. Pero lo que más se siente es el tremendo disgusto de que haya sucedido esto", añade.

¿Quién iba a imaginar algo así? Todos y nadie, parece deducirse de sus declaraciones. Mejuto explica que acababa de llegar a la capital catalana tras haber pasado sus vacaciones en la ciudad de Manchester, desde la que también acudían cientos de turistas para disfrutar de sus días de descanso.

Y, sin embargo, "llevábamos tiempo pensando que esto podía suceder", dice, en un plural que incluye a sus vecinos. "Precisamente por eso, por la cantidad de visitantes que tiene la ciudad en estas fechas, y sobre todo en la zona de las Ramblas", concluye Manuel.



Antía Núñez, de Lugo: "Todo o mundo está un pouco co medo"
Antía Núñez vive en el centro de Barcelona, pero trabaja en una fábrica de perfumes de Granollers, razón por la que este jueves vivió las consecuencias del atentado desde fuera, viendo en primera persona cómo se cerraba el anillo de seguridad en los accesos a la Ciudad Condal, tras el operativo de seguridad puesto en marcha para intentar capturar a los terroristas.

Poco después del atentado, esta lucense se encontraba de regreso a Barcelona, entrando por la Meridiana, donde se apreciaba un estricto control de los vehículos que salían de la ciudad. En Sants, donde estaba a las siete y media, se respiraba normalidad, aunque había muchos Mossos vigilando la zona. Antía aseguraba que "todo o mundo está un pouco co susto no corpo".



Agustín Mariñas, de Lugo: "En Vic todo estaba acordonado"
Agustín Mariñas, conocido locutor de Los 40 Principales en Lugo en los años 80, reside en Vic, a las afueras de Barcelona, donde apareció el jueves la segunda furgoneta utilizada por los terroristas en el atentado. Aunque no fue testigo del momento en que los Mossos dieron con el vehículo, sí que se encontraba al lado, de donde estaba la furgoneta aparcada.

"Íbamos a comprar al lado del Burger King, en el polígono industrial donde apareció la furgoneta, y ya vimos mucho dispositivo policial. Todas las rotondas estaban cortadas y también había policía secreta en los puentes, así como furgones antidisturbios y Mossos d’Esquadra y Guardia Urbana por todas partes. Todo estaba acordonado", comentaba este lucense desde el que se convirtió en segundo escenario clave del ataque terrorista del jueves en Barcelona.

Agustín todavía no sabía que los agentes andaban buscando ese segundo vehículo en las inmediaciones, de lo que se enteró después. Percibió, en cambio, que algo raro estaba pasando dado que "todo el polígono industrial estaba muy desierto". Añadió, asimismo, que la sensación era extraña ya que, además, la gente que se veía por la calle "estaba muy pendiente del móvil, como tratando de informarse de lo que ocurría paso a paso", relata.



Fábio Vieira: "Veíamos a gente correr y gritar sin saber que era"
El hotel Fornos está situado a solo 200 metros de La Boquería, por lo que tanto sus huéspedes como el personal que trabaja allí fueron testigos directos del atentado. Fábio Vieira es el recepcionista de este establecimiento regentado por una pareja de lucenses, Ángel y Pili, que emigró a Barcelona.

"No sabíamos lo que ocurría. Veíamos a la gente correr y gritar y, en un primer momento, pensábamos que era un atraco. En esos momentos, sentimos miedo porque no sabíamos qué era, qué estaba pasando y les decíamos a nuestros huéspedes que no saliesen a la calle", afirma Fábio.

Pese a la cercanía del lugar del atentado, en este hotel no acogieron a ningún ciudadano que buscase protección frente a lo que sucedía en la calle puesto que la entrada del establecimiento es por la calle Colón y no por La Rambla, donde se agolpaba la multitud.

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