Mazorcas contra la crisis

Luis de Eustaquio, en su parque de maquinaria agroforestal (Foto: N. Rodríguez)
photo_camera Luis de Eustaquio, en su parque de maquinaria agroforestal (Foto: N. Rodríguez)

El inminente inicio de la campaña de recolección del maíz se antoja como uno de los últimos cartuchos de que aún disponen muchos ganaderos para tratar de sortear los efectos de una crisis global que también azota con fuerza a los trabajadores del campo, así como a los negocios y empresas que orientan su actividad laboral y comercial a la venta o prestación de servicios agropecuarios.

«Unha boa colleita de millo serviría para aliviar a situación», comentaba un productor en la comercial Agricampo de Castro de Ribeiras de Lea, cuyo gerente vaticina una producción «razonablemente boa, porque, aínda que a sequía reducíu o tamaño das ramas, todas as prantas teñen boas espigas, que é o que máis pesa».

Este empresario, que cifró en torno a 4.000 hectáreas la superficie de maizales en las comarcas de Terra Chá y Meira, explicó que el coste medio del proceso de siembra y recolección del maíz se sitúa en torno a los 700 euros por hectárea, una inversión nada desdeñable que se amortiza cuando la producción es buena y se recogen entre 30 y 35 toneladas de forraje por hectárea, comentó Antonio Balado, quien ve factible alcanzar estas ratios en áreas húmedas.

El empresario Luis Miguel Campo Fernández, más conocido por Luis de Eustaquio y que desde hace más de tres décadas regenta una empresa de servicios agroforestales con sede en Castro, reduce expectativas de éxito de la nueva campaña de recolección de maíz, ya que «non vai ser mala, pero tampouco moito mellor que a do ano pasado», dijo, para luego agregar que «facía falta unha colleita moi boa para aliviar a situación de crise dos gandeiros, que se teñen bo millo aforran en pensos compostos para os animais».

«Non se pode dicir que non hai traballo, pero nesta situación de crise e incertidume económica, os propietarios só encomedan aqueles cometidos que son preciso levar a cabo, pero non os que poden esperar máis tempo», relata Luis, para luego afirmar que «as empresas de servizos tamén somos vítimas do baixo prezo do leite, porque se os gandeiros cobrasen ben a súa materia prima, todos estaríamos mellor».

El progresivo incremento del precio del gasóleo, «que é o alimento das nosas máquinas», dice Luis de Eustaquio, es otra de las dificultades a sortear por todos los trabajadores del campo, pero que se hace especialmente insoportable «cando traballas con colleitadoras ou picadoras de millo que consumen entre 70 e 80 litros de gasóleo á hora». Si a esto añadimos el minifundismo de Terra Chá, donde las parcelarias son otra asignatura pendiente, la carestía del gasóleo aún provoca un efecto más negativo, sostiene.

Estos costes son inasumibles y más cuando trabajas con todos los permisos y seguros en regla, añade Luis, al tiempo que critica la cada vez mayor competencia ilegal en un sector de baja siniestralidad laboral, pero que no está exento de peligros ni de riesgos.

Comentarios