Más políticos en la periferia

CON LO que ha caído esta semana, en que la mierda ha llovido, en mayor o menor medida, sobre todas partes, a uno ya no le extraña que los ciudadanos se estén pensando muy seriamente si seguir confiando en la clase política que conocen. Y tampoco es de extrañar que surjan formaciones, tanto en los límites del sistema como fuera de él, que aspiren a capitalizar el voto de los descontentos. Eso es tan estimulante como inquietante.

Estimulante es descubrir que, pese a todo, todavía hay gente que cree en la política y reivindica su derecho a participar en la toma de decisiones que afectan a todos. Inquietante es ver que en ocasiones esa ansia de participación se traduce en ansia de disturbios. Pero no deberían empañar la labor política que intentan hacer otros, que se aprovechan de la cercanía de las elecciones más exóticas de todas, las europeas. Algunos intentarán continuar hasta las locales de 2015, que ése sí que es un poder factible: un concejal en un pueblo puede condicionar más un gobierno que 50 diputados en el Europarlamento.

Y así, en las últimas semanas el tertuliano Pablo Iglesias ha presentado la plataforma Podemos. Y además de Compromiso por Galicia, también hemos oído hablar de un Partido X, liderado por Hervé Falciani, activista contra los defraudadores bancarios. Y por Galicia también hemos visto a Albert Rivera para presentar la versión galaica de Ciutadans. Se ha atraído a la causa a José Canedo, quien en 2009 fue el candidato a presidente de la Xunta de UPyD. Formaciones ya parlamentarias como UPyD, últimamente muy activa en Lugo, y Anova (o Age) también pueden entrar en este listado de grupos que se mueven en las márgenes del sistema democrático, lejos de ese centro (geográfico, no ideológico) que monopolizan PP y PSOE y en Galicia incluso el BNG.

En ese extrarradio del poder también podremos situar candidaturas como la próxima de Xohan Rompe a alcalde de Lugo. Rompe viene aupado por la movilización ciudadana que llevó a la ILP en demanda de más servicios para el Hula.

Ese tipo de movilizaciones, muy basadas en internet, son muy queridas por estos grupos de la periferia, a veces demasiado ruidosos: cuanto más gritas, más obtienes. Lo escribía de Gamonal hace unos domingos; lo escribo ahora sobre Sarria. Claro que ese ruido popular es consecuencia de los años que se han pasado los partidos haciendo oídos sordos a la calle y enzarzándose en polémicas que solo a ellos interesan. Ahora, del ombliguismo pasamos a ‘mecanos’ de papel como el que está buzoneando estos días el PP por Lugo, en los que un descamisado Jaime Castiñeira proclama: «Aínda que son parte da clase política, quero ser parte da solución e non do problema».

Castiñeira parece intentar convertirse en uno de esos políticos de ahora que quieren visualizar que están al pie de la calle, rozando el populismo. Eso es quizás lo más inquietante de toda esta ola política al margen del sistema: cabe el riesgo de que masas desorientadas y muy cabreadas se dejen seducir por el que hable más bonito y más alto, o que prometa elaborar las leyes según el ‘trending topic’ del día. Hitler llegó al poder hablando bonito, execrando las viejas políticas... y también porque los partidos de siempre, por acción (Pokemon, Eres, Gürtel...) o por inacción (repito: Pokemon, Eres, Gürtel...), le dejaron.

POSDATA. Nueva evidencia de que el Santo Job era de Lugo: los casi diez años de trámites del geriátrico de O Rañego, Vilalba.

Los galpones, para un agencia y los edificios Marbella, para los juzgados

HAY una plataforma en internet, Paremos á Aplu, que estos días está muy activa con motivo de la polémica por el encauzamiento del Sarria. La Aplu es una agencia con buenas intenciones, que libra una dura lucha contra el feísmo y las barbaridades urbanísticas. Pero parece estar especializada en el derribo de galpones y casas con licencia de alpendre, que, dicho sea de paso, parecen ya parte del paisaje gallego.

En cambio, a este ente se le ve menos en otros escenarios más grandes, como O Garañón o el edificio Marbella de Castro, de actualidad esta semana: el Ayuntamiento decreta una demolición parcial tras una intervención del fiscal. O sea, que al final quien echa mano es la Justicia.

(Artículo publicado en la edición impresa el 30 de marzo de 2014)

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