María Yañez, emigrante 2.0

EL CASO DE María Yáñez es el clásico en la emigración gallega, sólo que en versión 2.0: una lucense joven y bien preparada que tiene que abandonar su tierra para buscarse un futuro se convierte en una triunfadora en su lugar de acogida. La única diferencia es que el país al que María Yáñez decidió emigrar es virtual: internet. «Eu soñaba con internet antes de que se inventara, pensaba que tería que haber algo para poñer as túas fotos e comunicarte con todo o mundo», recuerda. Así que cuando, con la mayoría de edad, sus padres le dieron a elegir entre el carné de conducir o una conexión a la Red, lo tuvo claro.

Era el año 97 y ella, una friki, al menos a los ojos de todos los demás. Pero el tiempo le ha dado la razón y ahora todos ésos se rinden ante una de las grandes referencias del ciberespacio gallego. Diez años en los que ha tomado parte en algunos de los proyectos.gal
más emblemáticos: Bravú.net, Vieiros (de la que fue incluso directora), Ediciós da Rotonda (donde se publicó el primer libro gallego escrito para la Red), el inclasificable e inolvidable Aduaneiros sem Fronteiras o el actual Chuza!

Periodista y guionista y directora de televisión —en la productora Continental y en programas como ‘A casa de 1907’ o ‘O país dos ananos’—, ahora ha decidido buscar mayor rentabilidad a todas esas horas de navegación acumuladas y ha montado la empresa de contenidos para webs A Navalla Suíza. En ella comparte cartel con su actual pareja y también cibergurú Berto Yáñez, ambos especialistas en eso que ahora se llama multitarea y que toda la vida se conoció como dispersión. Son, por ejemplo, los responsables de Quin.tv, el videoblog de Anxo Quintana,

«Son un cu de mal asento —explica—, non aguanto moito facendo o mesmo. Home, agora xa teño trinta anos e estou intentando facer un pouco máis o que me gusta». Lo que no se sabe es por cuanto tiempo, porque es pertinaz en el cambio. Debe de llevarlo en los genes. Su padre fue cura, «de esos galeguistas e bastante progres », y cuando lo dejó fue radical: «Non as fillas. Díxonos que cando tiveramos 14 anos que elixíramos nós. Non quixo nin que foramos a cataquesis, nin a clase de Relixión. Dalguna maneira, vas sendo diferente», aunque ahora agradece no tener que someterse al engorro de la apostasía.

Aunque hace «algo de dieta», sigue siendo abundante. La treintena no ha podido con su cara de niña, quizás sostenida por una mirada con luz. Al hablar, la parte inferior de la mandíbula se le desplaza a la derecha para dejar asomar unos dientes desiguales, que se camuflan perfectamente bajo la sonrisa frecuente, cuando no directamente bajo la carcajada sana. Sabe hacer divertidos el sarcasmo y la ironía, pero casi nunca es superficial. Bromas con carga de profundidad. «Busco un rollo gamberro, innovador diferente. Nisto de internet hai que saber chamar a atención e saber a quen lla queres chamar». En el intento, eso sí, se ha reído mucho.

Producto en parte de la ‘Hermo’ de Muimenta, una primitiva red social en versión aldea, fue una adolescente «medio rabuda» con ciertos problemas para canalizar su perentoria necesidad de comunicación. Uno ahora no se la imagina como una niña «chapona»
que pasaba las horas en las bibliotecas en lugar de con amigos, ni como pandereteira mayor de un grupo folk: «No instituto quería ser moderna, que era o que molaba; pero os únicos que se me ‘ajuntaban’ eran os folkis. E para socializarte en Lugo tampouco había
tanto para elexir. Pero paseino moi ben cos folkis, permitíume ir con xente moito máis maior ca min, e iso márcate. Sempre fun bastante toxo, nunca tiven pandillas, fun bastante desarraigada nese sentido. Sempre reneguei diso, sempre quixen coñecer xente nova».

Luego se fue para Santiago y la cultura popular moderna sustituyó del todo al folk en sus preferencias. Lo que no le acaba de entrar es la propia ciudad, porque «eu son de Lugo, que é unha cidade con xente que é de Lugo. En Santiago son todos da aldea», explica
para justificar su deseo de volver a vivir en A Coruña, donde ya pasó cinco años. El caso, parece, es no acabar de estar nunca a gusto durante mucho tiempo en el mismo sitio, vivir en un cambio continuo, como la propia internet. «Hai cousas que fas simplemente porque
podes, polo pracer de facelas». Y cuando se acaba el placer, las deja, como dejó de escribir su blog justo cuando ya lo había convertido en lugar de cita obligada del cibergalleguismo: «O blog era unha forma de compartir información, pero apareceron unha chea de mecanismos para iso, como as redes sociais. Ademáis, non tiña tempo e aburríame».

Quizás de lo que se trata es de que María Yáñez, como aquel otro gran cínico, nunca sería capaz de pertenecer a un club que la admitiera como socia. Es mucho más divertido crearte tu propio club y dejar la entrada libre.

(En la foto, María, en su casa-despacho-vida)

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