NECROLOGÍA. María José Rouco

Con la música de un violín la enterramos el día de Reyes. Al poco tiempo fuimos a su apartamento, en aquel pequeño lugar quedaban los recuerdos de una mujer inigualable, nuestra tía Pepa, María José Rouco Lamela. Nos impresionó con qué facilidad la muerte deja sin sentido los objetos.

Todo lo que veíamos hablaba de ella, de su amor por el arte, los viajes, la lectura, la familia y las amigas.

Ella era conocida por ser empresaria, feminista y muchas cosas más, pero los que tuvimos la suerte de conocerla bien y compartir la vida con ella sabemos sobre todo que era buena persona, generosa, atrevida y divertida, aunque también cabezona y alocada.

No dejaba indiferente a nadie, su gran personalidad se lo impedía, una mujer interesante, que vivía la vida como si supiera que nunca llegaría a vieja.

Unió a la familia y a las amigas del alma en sus últimos meses de esta dura enfermedad, creando, como solo ella sabía hacer, un encuentro de familias pero ahora más bonita, variopinta y divertida.

A lo largo de su vida ella tuvo estos dos grandes apoyos que la ayudaron incondicionalmente y que fueron su refugio, su ánimo, su salvavidas.

A nuestra tía se la llevo un cáncer, mucho antes de lo que ella desearía, pero fue una mujer afortunada, querida y nos consta que sinceramente amada y aunque tuvo que sufrir las embestidas de la vida en más de una ocasión, fue una persona feliz, principalmente feliz, así que, para dar aliento a tantas personas que la querían de corazón, quedémonos con todo lo que ella nos ha enseñado, a cada uno de nosotros, con los inolvidables momentos compartidos, con su alegria y su capacidad de disfrutar de todo y sintámonos felices porque ella lo fue y esté donde esté ahora, deseemos de corazón que lo siga siendo.

Tus sobrinas de Vilalba y Lugo