Mareando la perdiz

Se tardaron más de treinta años en tener la certeza de la evasión de capitales de Pujol y fue porque él lo dijo. Alguien más debería de saberlo, pero prefirió mirar para otro lado antes que complicarse. Ahora, visto el informe de la Oficina Europea de la Lucha contra el Fraude, Bruselas, a buena hora, se apresura a exigir a la justicia española y británica que se investigue a Gibraltar por contrabando de tabaco y blanqueo de capitales. Tales actividades ilícitas en el Peñón no eran ya un secreto a voces, sino una práctica delictiva que se remonta a varios lustros atrás a la reconocida por el expresidente catalán. Siempre se hizo y todos lo ignoraron. Por eso sorprende la ‘agudeza’ de la UE, siempre tan en su papel tan certero. Gibraltar echa balones fuera argumentando que los culpables son los demás, en este caso España. Tiene difícil disculpa y mala justificación, pero tampoco le falta razón; colaboradores necesarios hay a porrillo, que nunca quisieron atajarlo. ¿Qué hizo, por ejemplo, la Fiscalía española? Nada. Son ganas, ahora, de marear la perdiz.

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