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Asturias y Galicia compiten en la frontera por la captación de empresas para sus polígonos

El Gobierno advierte de que hay indicios de una clara reactivación económica, sin embargo, en las pequeñas localidades, la mejoría aún no se aprecia. En este contexto, los polígonos industriales de A Mariña luchan por captar empresarios y la competencia es más notoria, si cabe, en la frontera entre Asturias y Galicia, donde el área de Ribadeo compite principalmente con la de Castropol. Ambas rebajaron, a finales del pasado año, los precios de las parcelas -los asturianos, las vendieron un 23% más baratas y los ribadenses, un 30% -. Mientras la oferta no dio ningún fruto en la ribera gallega, la tercera fase de la superficie empresarial de Barres aspira a crecer.
Polígono industrial de Ribadeo
photo_camera Polígono industrial de Ribadeo

El polígono castropolense afronta el desarrollo de su tercera fase, de 174.000 metros cuadrados, que empezó a construirse en 2010, lo que supondrá pasar de los 110.000 metros que había disponibles, a 275.000 -la primera superficie de este amplio espacio se inauguró en 2002 y la segunda, en 2004-. 

En la nueva área industrial se han invertido 12,5 millones de euros, para crear 104 parcelas y casi 400 plazas de aparcamiento. La Sociedad Mixta de Gestión y Promoción del Suelo (Sogepsa) lo comercializó, al principio, a 85 euros el metro cuadrado, pero acabó bajando el precio, a finales de 2014, hasta los 65 euros, como una oferta especial, dirigida a las diez primeras empresas que se asentaran.

Hasta hace unos días, se había construido en esa fase una nave y había al menos siete parcelas vendidas. Entre las nuevas incorporaciones figura la de un empresario chantadino que prevé construir una gasolinera similar a la de Valcarce, en Ribadeo, a la entrada del polígono, que incluirá un lavado industrial para turismos y camiones. También está a punto de abrir un velatorio, propiedad, según parece, de una firma mindoniense.

En el polígono de Ribadeo también estaba previsto abrir un tanatorio, pero es un proyecto del que nada se sabe aún. En cualquier caso, el área industrial ribadense es la principal competidora de la asturiana, pese a que se abrió más tarde que la de Barres -en 2012 se inauguró con la instalación de la primera nave en Piñeira-.

La entidad estatal de suelo (Sepes), dependiente del Ministerio de Fomento, invirtió 10,5 millones en la creación de esta área industrial ribadense de 18 hectáreas, para que albergase a unas 55 empresas. En otoño del 2014 decidió animar el mercado, al rebajar en un 30% el precio de las 44 fincas disponibles. Con el descuento, el precio del metro cuadrado, por término medio, se situó en los 63 euros, dos céntimos por debajo del fijado en Barres.

Un año antes, Sepes rebajó al 20% el precio de las cuatro parcelas más próximas a la Autovía del Cantábrico (A-8), pero tampoco hubo suerte con la oferta.

Pros y contras

La conexión directa con la A-8 es el aspecto más valorado por los empresarios. «Es una maravilla donde está emplazado el polígono de Ribadeo», opina, sin dudarlo, el presidente de la Asociación de Empresarios del Polígono de Barres (Aspoba), Francisco José García. Pese a que el área castropolense lleva once años consolidada, afronta el hándicap de la ausencia de un enlace con la infraestructura. «Cuando se vendieron la segunda y la tercera fases, se aseguraba que habría accesos directos a la A-8, incluso había expropiaciones hechas, pero todavía no los tenemos y entrar en un litigio con Fomento podría ser costoso, así que seguimos presionando para lograrlo», matiza.

Este problema se evidenció aún más este invierno, cuando el vial de acceso al polígono, de 2,5 kilómetros, quedó cortado por un hundimiento ocasionado por las lluvias. Fomento reparó el tramo dañado, de 15 metros, con 21.500 euros y por la vía de urgencia, pero durante varios días, fue necesario dar rodeos de unos tres kilómetros para entrar y salir del área industrial y llegar a la A-8.

«La desventaja del de Ribadeo es que en el futuro no podrá expandirse mucho, mientras que el nuestro sí puede», contrasta el empresario, que apostilla: «¿Qué más da la frontera? A mí, personalmente, me da mucha vida Ribadeo, donde viven muchos propietarios y empleados del polígono de Barres», añade este asturiano, que reside en la villa y cuyos hijos «se consideran gallegos», dice.

El propietario de Instalaciones San Cristóbal, que ha trabajado en la zona sobre todo como instalador de calefacción, cree que el área ribadense «se precisaba, porque hay firmas locales que necesitaban expandirse. Los dos polígonos no tienen por qué ser rivales. Se complementan, porque una firma grande como Gondán necesita un amplio espacio como el que le ofrece Barres», sentencia.

Ocupadas unas 12 parcelas en Ribadeo y 25 en Castropol

El polígono de Ribadeo, inaugurado en 2012, cuenta con una docena de parcelas vendidas, aunque no todas edificadas. Construcciones Gratelu; una nave que alquila contenedores de almacenaje; los especialistas en instalación de sistemas energéticos Edox Group; talleres Teauto; Distribuciones DEO o FM Sonido figuran entre las firmas de este espacio y generan medio centenar de empleos.
100 puestos de trabajo

Algo más del centenar de empleos son los que genera el polígono de Barres, con 25 firmas asentadas, como la nave de corta de astilleros Gondán; Construcciones Trío; Comar; Maquinaria del Eo, congelados Fresgea o piensos de Agropres.

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