Manuales y novelas

Decía Samuelson en su introducción al famoso manual de Economía, que alimentó también en España a varias generaciones de universitarios, que ese libro no era una novela. Las recetas que algunos políticos y líderes sociales dan para salir de la actual situación recuerdan no ya una novela, sino un vulgar manual de autoayuda, que todo lo resuelve con tópicos, lugares comunes y algunas obviedades. Las situaciones a veces son más complejas. No es suficiente, aunque sea necesaria, acabar con los evidentes despilfarros de las mayoría de las autonomías. La causa principal del mal presente no radica ahí. El desmadre autonómico complica al enfermo pero no es el origen del mal, aunque insistan. Hay que profundizar sin temores en las causas para acertar en las respuestas. Las explicaciones y propuestas tópicas representan lo cómodo. Y garantizan la ineficiencia y el riesgo del precipicio, al que ya nos asomaron. Sería exigible, por tanto, menos simplismo y entusiasmo vacío a la hora de afrontar las causas y las salidas de la actual situación. Tanto o más que tecnicismos, es exigible a los responsables políticos honestidad en los planteamientos económicos: en los análisis y las propuestas. En el origen del mal, al avanzar los meses y los años, parece haber poco o ningún interés en profundizar. Se teme la información. Asistimos, por múltiples indicadores que así lo apuntan, a un tiempo histórico de convulsiones, cambios y rupturas. Como salid parece que se quiere dar por válida aquella que nos llevó al mismísimo borde del abismo. Hay unas reflexiones en materia de política económica que se anunciaron y se comprometieron. Y ni se realizaron ni se impulsaron.Las decisiones en política económica corresponden a los políticos. Lo contrario, el imperio de un supuesto tecnicismo en las decisiones de los gobernantes, se conoce como tecnocracia. No es neutra.

Comentarios