Lugo y el primer Estado catalán independiente

El gobernador declaró el Estado de Guerra, como en el resto del país. Aquella noche se estableció la censura previa militar a la prensa
Portada de El Progreso del 7 de octubre de 1934, un día después de que Companys declarase Cataluña como estado independiente
photo_camera Portada de El Progreso del 7 de octubre de 1934, un día después de que Companys declarase Cataluña como estado independiente

La primera declaración de independencia de Cataluña —realizada por Lluís Companys el 6 de octubre de 1934— se dejó sentir en el Lugo republicano con la proclamación del Estado de Guerra por parte de Artemio Precioso García, el gobernador civil de entonces, siguiendo así la orden del jefe del Gobierno, Alejandro Lerroux, anunciada por los micrófonos de Unión Radio desde el Ministerio de la Gobernación.

El Estado de Guerra en Lugo fue declarado a la una de la madrugada. A esa hora, El Progreso relataba que "salió a la calle una sección del regimiento número 12 al mando de un teniente, leyéndose la ley marcial".

Esta nueva situación, derivada de la declaración de independencia de Cataluña, trajo consigo también, aquella misma madrugada, la previa censura en prensa, que comenzaría a ejercer el comandante del Centro de Movilización, Carlos Amores Cantos.

HUELGA. La independencia de Cataluña coincidió en Lugo con la declaración de huelga de los obreros de la construcción, en un contexto histórico plagado de movilizaciones obreras en distintos puntos de país, entre ellos la vecina Asturias, que vivía una revolución.

El paro de la construcción en Lugo fue calificado por el gobernador civil de "ilegal", tan solo horas antes de declararse el Estado de Guerra, anunciando represión para sus seguidores. La huelga trajo como consecuencia el cierre de la Casa del Pueblo y la detención y el posterior encarcelamiento de algunos de sus directivos. "Hoy no acudieron al trabajo los obreros del ramo de la construcción y sus derivados. Toda huelga que se produzca o se intente producir en estos momentos es completamente ilegal y el poder público reprimirá con energía todo intento de coacción y garantizará la libertad de trabajo", aseguraba el gobernador.

La autoridad provincial hacía, además, un llamamiento "a la sensatez y el patriotismo de los obreros lucenses que el lunes acudirán todos al trabajo, evitándose con ello los perjuicios que supondría la rescisión de sus contratos por parte de los patronos que quieran usar de este derecho. Se han adoptado todas las medidas y precauciones para que la vida normal de la ciudad no se interrumpa y toda tentativa de alteración de orden será reprimida con todo rigor", insistía el gobernador civil en sus instrucciones.

También la Asociación Patronal de Lugo recordaba que la convocatoria de la huelga era ilegal y ordenaba a los comerciantes e industriales que deberían mantener abiertos sus negocios y talleres y que el personal que no se presentase al puesto de trabajo debería ser despedido en el acto.

Los representantes de los empresarios pedían, además, a todos sus asociados que los patronos vigilasen sus locales así como el transporte de las mercancías "como auxiliares de la autoridad al fin de mantener el orden pú- blico y cooperar a la prevención y persecución de delitos y delincuentes".

SAN FROILÁN. En medio de todo el fervor político y represivo a la vez, Lugo celebraba aquel 7 de octubre de 1934 el cuarto día de sus fiestas de San Froilán. Un día en el que se esperaba —como todavía ocurre hoy— la recepción "a los excursionistas ferrolanos", además de otros actos como el concierto de la Banda del Regimiento y la Banda Municipal en la Alameda o la verbena, en la Plaza de la República (hoy, Praza Maior, y antes, plaza de la Constitución), "en obsequio de los excursionistas forasteros". Hace 83 años, como hoy, el tiempo y las temperaturas de aquel mes de octubre eran, a decir de los cronistas, "agradabilísimo".

Resulta curioso, por otra parte, el cambio de nombre de varias calles y plazas, durante la Segunda República. En esta época, la Praza do Campo Castelo era la plaza de Pablo Iglesias y la Rúa da Raíña, la calle de la Libertad.

TREN. El Estado de Guerra recién declarado no eximía a los lucenses de otras noticias más positivas como, por ejemplo, el anuncio hecho por carta del subsecretario de Obras Públicas y diputado lucense en Cortes, Manuel Becerra, al doctor Rafael de Vega Barrera, entonces presidente del comité provincial del Partido Radical y en solo dos años fusilado durante la Guerra Civil, del inicio de la licitación de las obras del puente elevado sobre el ferrocarril.

Esta obra supondría una gran mejora en las comunicaciones para Lugo, ya que evitaría cruzar la vía del tren, en una época en la que este medio de transporte era el más usado en la provincia.

Comentarios