Lugo vibra con el Concierto del Centenario de El Progreso

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A los taxistas se les adelantó el agosto este viernes en Lugo con la ingente cantidad de lucenses remolones que usaron este servicio para no perderse el espectáculo del año en la ciudad. El Concierto del Centenario de El Progreso logró reunir a unas 10.000 personas en la explanada anexa al Pazo dos Deportes, y una hora después del inicio de la actuación la central telefónica de Teletaxi no daba abasto.

La entrada al recinto, donde actuaron Carlos Núñez y La Fura del Baus, se realizó de forma escalonada. Mientras los lucenses aprovechaban los últimos rayos de sol de una tarde veraniega, desde diversos puntos de la provincia arribaban en las inmediaciones del Pazo Universitario los autobuses fletados por la organización para facilitar la asistencia al evento. Familias enteras, desde el abuelo hasta el bebé en carricoche, junto a pandillas de amigos con ánimo y bolsas de botellón, y groupies quinceañeras expectantes por la salida a escena de Carlos Núñez, modelaron un respetable sosegado y entregado al viaje musical prometido por el gurú de la gaita gallega.

Los suscriptores del diario fueron los primeros en tomar posiciones, ya desde las siete de la tarde. Para ellos se instaló una carpa y sillas, desde donde pudieron seguir la actuación cómodamente, además de disfrutar de un ágape para afrontar la noche con energía.

Junto a fans y curiosos también se pudo ver entre el bullicio a numerosas personalidades de la vida pública de Lugo, como el presidente de la Diputación, José Manuel Gómez Besteiro, el alcalde, José López Orozco, o el escritor Paco Rivera, amén de varios concejales.

Tras el avituallamiento necesario de cerveza o en su defecto, bebidas refrescantes en general, así como bocadillos a diestro y siniestro, los asistentes, con las baterías cargadas, reclamaron la presencia de en el escenario de su ídolo y maestro de ceremonias. Gran parte del público se apostó en las laderas verdes del recinto, sentados o tendidos en la hierba, logrando una versión cenital del espectáculo. Los más previsores no dudaron en traerse las hamacas playeras para sentirse en el jardín de su casa, con la brisa del Miño refrescando la atmósfera lucense y los primeros sonidos de la flauta de Núñez, de blanco inmaculado.

“Ese Carlos, ese Carlos, ese Carlos ¡eh!”, gritaba un grupo de jóvenes en primera fila, mientras el artista de la delgada figura y extensa palabra inauguraba oficialmente una travesía por los sonidos de Galicia y el Mediterráneo, dando gracias al diario El Progreso por la organización del espectáculo.

El ambiente se caldeó en las primeras filas con uno de sus trabajos más populares, la banda sonora del filme Mar adentro. La melancolía de la pieza dio paso al primer susto que La Fura dio a los lucenses. Con el tema Danzas macabras, una marioneta de bronce de siete metros manejada por seis personas inició su sinuoso caminar entre el público, que se apartaba a su paso entre asustado y perplejo. La escultura, una mujer de rizado cabello, turgentes pechos y anchas caderas, danzó al ritmo de la música celta del escenario antes de abrirse de piernas desafiando a los asistentes. Fue entonces cuando la dama rompió aguas y se puso de parto ante la mirada atónita de muchos que no perdían detalle con la grabación del momento en su móvil.

Del útero metálico se descolgó una flexible acróbata de carne y hueso que recibió enfervorecidos aplausos. Los más pequeños, poco rodados en alegorías y símbolos, se quedaron, no obstante, boquiabiertos, con este personaje como salido del mejor cuento.

Después, Carlos Núñez se acompañó en su viaje por la música celta de Paddy Moloney, líder de la banda irlandesa The Chieftains; los maestros gaiteiros de A Fonsagrada y los grupos Zuncurrundullo y Cántigas e Frores. Las actuaciones se fueron intercalando con el espectáculo de La Fura (percebeiros, un botafumeiro...), hasta la traca de fuegos artificiales que cerró este espectacular concierto por el primer centenario del periódico de Lugo.

Más de un centenar de personas en la organización
Lugo disfrutó de uno de los conciertos más espectaculares que se han celebrado en la capital, gracias al trabajo de más de un centenar de personas, entre producción y artistas. Para el montaje del escenario, de 18 metros de frente por 13 de fondo, así como del resto de infraestructuras del concierto, fueron necesarios 5 días de trabajo.

El equipo de La Fura estuvo formado por 8 personas, entre técnicos y riggers, y 16 voluntarios especializados en percusión, capoeira, zancos o baile.

Uno de los momentos grandiosos del show se produjo cuando el botafumeiro de La Fura, de cuatro metros de altura y más de 1.000 kilogramos de peso, sobrevoló el público con 16 figurantes a bordo. La compañía catalana también desplegó todo su fasto con una marioneta de cobre de siete metros manejada por seis personas.

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