Lugo tiene playa

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NO CONOZCO nacionalismo más radical que el de las playas. La playa más bella y la de arena más fina es siempre a la que vamos nosotros. Luego le vamos añadiendo extras como si fuera un BMW, que vienen pelados de fábrica: tiene sitio para pasear, rocas para sentarse, pozas para que jueguen los críos, árboles cerca que dan sombra, unas tías estupendas, sitio para jugar a las palas, los baños están limpios; cosas así. Pero lo principal es lo de la arena, que siempre es finísima. No es broma, yo mismo no tengo más patria que una: la playa de As Illas en Ribadeo. Allí quedó varada mi juventud. Que no me hablen de Arealonga, ni de la Areoura, ni de Llas, ni de las de O Vicedo. Para mí son una mierda, y eso que de todas esas solo estuve en una, pero da igual. La mía es la mejor, y punto.

De modo que es bastante probable que en cierto sentido cada playa sea la patria de alguien. Todas excepto una, tal vez hayan oído hablar de ella: As Catedrais.

Cuando en casa empezaron a dejarnos salir con la bici de Ribadeo uno de nuestros primeros destinos fue esa playa, por así llamarla. Yo tenía doce años y era verano, pero aún así no había nadie. De allí salí sobrecogido. Había algo imponente de verdad en aquellos arcos de piedra casi tan negra como el carbón que alternaban con un silencio sepulcral, además de tener clavada en la mente la idea de que había que salir de allí a toda leche para que no te pillase la marea. Por aquel entonces no estaban el Grumir ni el Pesca 2 para ir a buscarte, así que todo aquello tenía un punto inquietante. Tardé casi 20 años en volver.

No dejen que les cuenten milongas: para los de Ribadeo esa playa no es nada, ni existe. De hecho, ni la pisamos. Para empezar es peligrosísima. Tienes más probabilidades de sobrevivir yendo a recoger serpientes escapadas de un terrario que dándote allí un baño. Luego la arena, que es más dura que las piedras que vas a ver. Te tumbas en la toalla a secarte y para cuando te levantas ya tienes lumbalgia.

Pero su grandiosidad (eso no se lo vamos a negar) la convirtió en un fenómeno de masas. Y como tal, aquello da para un experimento sociológico.

No harán falta estudios para detectar que la playa es única no solo por su arquitectura, sino por la mala educación de muchos de sus visitantes. No sé por qué tantos se empeñan en presuponer que caben cuatro coches en una carretera por la que, cuando se cruzan dos, uno de ellos tiene que parar. Aún así, la gente se empeña en aparcar a ambos lados formando unos colapsos que ni en las puertas del juzgado cuando declara la Pantoja.

Se montó allí un bar y restaurante con un proceso administrativo de los raros y en el que son muy conscientes de su soledad.

Últimamente los accesos a la playa son una prolongación del Rastro de Madrid, al menos en verano y Semana Santa. De entrada nada quita que de paso que vas a la playa te compres una pulsera para el tobillo o un bolso de cuero con tachuelas, pero está como de más.

Otro efecto que As Catedrais causa en sus visitantes es que indefectiblemente despierta el alpinista que llevamos dentro. Súbitamente a la gente le da por empezar a trepar por todas partes sin un mísero letrero que les diga que tal vez se abran la cabeza, o sin pensar que como mínimo causarán en medio minuto la misma erosión que la madre naturaleza iba a acometer en 500 años. De igual modo, la playa genera ganas de estar solo, por lo menos unas horas: las que tarda en bajar la marea hasta que se pueda salir de la isleta en la que quedaste atrapado.

Que nadie se confunda, es una excursión que merece la pena. Eso sí, no está de más ir acompañado. Como mínimo, del sentido común.

Y ahora abrimos el foco para irnos al municipio de al lado, a Barreiros. Misteriosamente, las playas de este municipio fueron el objetivo predilecto de las fanecas. Si repasamos los balances de playas de este verano, no hubo más picaduras que las de las playas de Barreiros. Tal vez se enfadaron por la situación urbanística del municipio y decidieron vengarse al modo en que ya reflejó muy bien la película ‘Piraña’.

Más al oeste tenemos A Rapadoira, lo más parecido a esas del Mediterráneo que salen en los telediarios de las tres de la tarde en agosto. Es curioso: la imagen repele a todo el mundo, pero eso no quita para que se siga llenando.

En esta época las playas están vacías, y pocas cosas están tan vacías como una playa vacía. Dirán lo que quieran, pero a playas vacías, ninguna es más chula que la de As Illas.

EL GUSTO
Una edil vivariense, en la nueva directiva de los socialistas

ISABEL RODRÍGUEZ, que es concejala del PSOE en Viveiro, es la nueva responsable de salud de la ejecutiva del PSdeG a nivel autonómico. Le damos la enhorabuena y le deseamos que no le pase nada. La mujer es del sector. Ahora podrá mirar con el microscopio lo que se cuenta del Hospital da Costa para ver qué hay de verdad y qué de imaginación en lo que les contamos. Más allá de las siglas, siempre está fenomenal que la gente de la comarca se coloque en sitios importantes. Mirarán por nosotros más que otros, eso está claro. Si no, que le pregunten a Magdalena Álvarez.

EL DISGUSTO
Unos Presupuestos incluso más pobres de lo esperado

TENÍA RAZÓN De Guindos: eran los Presupuestos de la austeridad, por lo menos para la comarca. Se quedaron tantas cosas en el tintero que incluso el balance que de los mismos hicieron los diputados Joaquín García Díez y Jaime de Olano tenía algo de rutinario y como muy de trámite. Hay que comprenderlos, los hombres tratarán de apandar con el marrón lo mejor que puedan, porque lo cierto es que no hay mucho que vender. Lo peor es lo del corredor. Para todos menos para los vendedores de amortiguadores, que aquí nos los dejamos en los baches que nos regala la carretera de la costa.

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