La Xunta destina 2,6 milones a potenciar soutos

Lugo, ¿el futuro a la sombra de los castaños?

La provincia de Lugo es tierra de soutos y, aunque el potencial económico que ofrecen aún no está tan aprovechado como debiera, cada vez son más las voces que defienden la producción de castañas como un valor seguro para dinamizar la actividad agraria y una alternativa ante la crisis que atraviesa el medio rural
Rosa (derecha) y su madre limpian de hojas uno de sus castaños
photo_camera Rosa (derecha) y su madre limpian de hojas uno de sus castaños

LA CASTAÑA sirvió para combatir la hambruna en muchas propiedades del rural durante los difíciles años posteriores a la Guerra Civil y ahora, en pleno siglo XXI, este fruto puede volver a ser fundamental para dinamizar la actividad agraria en la provincia y ayudar a combatir la profunda crisis que atraviesa el rural. 

Aunque su papel gastronómico en España se limita casi exclusivamente a los magostos otoñales, en otros países la castaña es muy apreciada en los más reputados fogones y su consumo se realiza durante todo el año en cientos de elaboraciones y preparados que, en más de una ocasión, llegan a constituir auténticas delicatessem. 

A pesar de que la provincia de Lugo es una de las mayores productoras de castañas de España, "o desaproveitamento que sofren os soutos fan que as principais empresas transformadoras de Galicia teñan que recorrir a proveedores portugueses para poder satisfacer a gran demanda internacional", afirma Rosa Gavieiro Currás, quien hace dos años decidió plantar de castaños seis hectáreas de la propiedad familiar en Palas. 

El objetivo de esta joven es conseguir "unha alternativa económica viable" para una explotación que hace unos años era exclusivamente ganadera. "Os meus pais son xa maiores e non podían atender a gandeiría que tíñamos, así que decidimos vender as vacas e foi ahí cando empecei a buscar outras alternativas", explica.

Animada por el potencial que ofrece la castaña, Rosa Gavieiro plantó el pasado año en su finca de Palas un total de 530 árboles

El Concello de Palas fue, precisamente, uno de los primeros en interesarse por el potencial económico de los soutos y puso en marcha un proyecto que pretendía poner en producción unas 200 hectáreas de terrenos particulares. 

Con este objetivo, se organizaron conferencias y viajes a varias comarcas del norte de Portugal, donde la explotación industrial de castaños está implantada desde hace años. Rosa no se perdió ninguna de estas actividades y, aunque reconoce que al principio veía el proyecto con cierto excepticismo, a medida que se fue adentrando en este mundo su convencimiento creció. 

"Intereseime polas variedades de castañas, cales eran as máis demandadas polo mercado e cales se daban mellor nesta comarca. Preguntei a todos os que entendía do tema e, ao final, convencín aos meus país de que esto podería ser rentable". Fue así como hace dos años invirtió una buena parte de sus ahorros para plantar 530 castaños, a los que cada día cuida y ve crecer "case como se foran fillos".

Rosa Gavieiro: "É unha árbore que pode estar producindo a bo ritmo moitos anos, sen necesitar coidados excesivos"

Entre árbol y árbol hay diez metros de distancia, con el objetivo de, en el futuro, poder mecanizar la recogida del fruto. Rosa sabe que la inversión es a medio plazo, ya que hasta dentro de 10 años los árboles non empezarán a producir "de verdade". "Ademáis, non é unha especie que prenda ben e, de feito, este ano tiñemos que repoñer unhas 150 plantas que non lograron sair adiante". 

A pesar de los contratiempos, esta joven está convencida del éxito de su apuesta y, por eso, cada día mima a cada uno de los todavía hoy endebles árboles, con el objetivo de un día ver recompensado su esfuerzo. 

"É certo que é unha árbore que tarda en crecer, pero unha vez que o fai ten unha vida longa e pode estar producindo a bo ritmo moitos anos, sen necesitar coidados excesivos", explica la mujer. 

El precio de la castaña es bastante estable, se paga en torno a los 1,50 euros y el objetivo de Rosa es que una vez que los árboles estén a pleno rendimiento cada uno de ellos dé entre 30 y 50 kilogramos de fruto. 

"Eu prefiro facer os números sempre polo baixo, pero aínda así a explotación suporá, se non hai ningunha desgracia, un bo complemento económico", asegura Rosa, quien haciendo gala de buen humor afirma que, en el peor de los casos, le quedará una finca "con moi boa sombra".

Comentarios