En los cientos de fiestas que se han celebrado por toda Galicia durante el verano siempre ha habido alguien encargado de la seguridad de los asistentes: o los miembros de Protección Civil, o los cuerpos y fuerzas de seguridad; o la vecina, o vecino, indiscreto que parapetado tras la cortina de su ventana dio cuenta de lo que sucedía en el campo de la fiesta. Sin embargo, la del pasado San Mateo fue la celebración con mayor número de vigilantes de la comarca, de la provincia, y salvo desconocidas excepciones, de Galicia. Al menos dos centenares de los que asistieron se dedican profesionalmente a ello y, aunque su objetivo era otro, pocos los cambiarían por un regimiento de individuos con fines ajenos a la celebración.
Durante la semana protegen las instalaciones de empresas, organismos públicos y personalidades, pero el sábado lo que vigilaron fue que la fiesta no decayese, que siguiese por todo lo alto hasta altas horas de la noche.