La costumbre de depositar flores en los cementerios sigue muy presente

Los tanatorios copan ya el 99 por ciento de los entierros en la comarca

Su introducción fue relativamente rápida y, en la actualidad, en casi todos los concellos mariñanos existen estas infraestructuras ► Más lenta va la opción de la incineración, una fórmula que va creciendo, al tiempo que se reducen las flores que se envían al difunto
Gente, a las puertas del tanatorio Alianza, en Viveiro
photo_camera Gente, a las puertas del tanatorio Gómez Travieso, en Viveiro

En algo más de una década, los tanatorios han experimentado un crecimiento exponencial, tanto que "pasamos de contar con un diez por ciento de los entierros en el 2000 a llegar ahora al 98 por ciento", constata José Luis Lourido, de la funerarias Lourido, de Riotorto y A Pontenova. Una cifra que llega hasta el 99% de media si se tiene en cuenta los datos aportados por otras empresas de pompas fúnebres de la comarca.

Pocos hay ya que velen a sus seres queridos en casa y los que lo hacen es, en la mayoría de los casos, por conservar una tradición y suelen contar con casas grandes para acoger al finado.

Los tanatorios, pues, se fueron introduciendo de manera casa natural. "Ya se ve como algo necesario", agrega Lourido, aunque costó cerca de dos años que la gente lo fuera asimilando. "Fue reacia en su momento", recuerda Víctor Pernas, de la funeraria burelesa, con tanatorios en Burela y San Cibrao, si bien fue "un proceso natural", según lo define Antonio Pérez, de Funerriba (Funeraria Ribadense).

"En cosa de diez años los entierros que se hacen fuera apenas llegan al uno por ciento", explica Roberto Castelo, de Alianza y Barros de Viveiro, el más optimista en cuanto al crecimiento de las incineraciones, que cifra en el veinte por ciento en el último año "y está experimentando un importante crecimiento", insiste.

Las funerarias completan su oferta de servicios con urnas biodegradables para poder depositar las cenizas en el mar


Unas cifras que cree que no tardarán en aumentar, sobre todo porque son cada vez más los casos de gente mayor que opta por esta práctica, hasta hace bien poco reservada en exclusividad a los más jóvenes. "Los de menos edad tienen ya otra mentalidad, aunque el año pasado tuve cuatro o cinco casos de gente de más de noventa años que optó por la incineración, lo que resulta sorprendente, porque lo habitual es que la persona pide ser enterrada con sus seres queridos", asevera.

De la misma opinión son en Funeraria Morán, donde una de sus responsables augura que "en dez anos o 50 por cento da xente incinerarase, xa que agora hai xente maior que xa o fai e os máis novos son os máis propensos", recuerdan desde la funeraria, que hace dos décadas abrió su primer tanatorio "e pensabamos que non ía ir ninguén e en menos dun ano xa viñan todos", rememora.

Aunque la incineración está aumentando el porcentaje es todavía muy inferior al que se registra en las grandes ciudades. La explicación la tiene clara Antonio Pérez: "El motivo es económico, porque en las ciudades tener un nicho e incluso alquilarlo es muy caro y en estas zonas es más fácil adquirirlo e incluso muchos los tienen en herencia", asevera. Un dato incontestable al que se suma otro como la higiene e incluso la necesidad de tener cerca las cenizas del ser querido, "algo que nos ha pasado con gente más joven, que ha muerto de accidente y que sus padres se han llevado las cenizas a casa", indican desde Alianza y Barros.

CENIZAS. Para los que optan por tener presente a sus seres queridos existen los columbarios, las últimas incorporaciones en los tanatorios, que son pequeñas urnas donde depositar las cenizas; aunque también se pueden plantar como apuestan desde Morán, donde a quienes lo deseen regalan un ciprés "para que puedan ver cómo las cenizas del ser querido producen vida a través de este árbol que dada su fácil adaptación a cualquier entorno pueden ubicarlo donde deseen", recuerdan desde la empresa, que cuenta con tanatorio en Mondoñedo, Cervo y en Barres, en Castropol (Asturias). Ellos, como otras empresas del sector, cuentan con urnas biodegradables, para los que optan por depositar las cenizas en el mar, algo por lo que muchos apuestan en esta zona.

En la zona apenas se realizan entierros de otras confesiones fuera de la católica y son contados los casos de funerales laicos



Si el lugar donde velar al finado ha cambiado con los años, lo que apenas se ha modificado son las celebraciones que, en la gran mayoría de los casos se mantienen con celebraciones religiosas. Pocos son los casos en que se han celebrado entierros laicos, sin presencia de sacerdotes, una cifra testimonial en una comarca que apenas acoge entierros de otras confesiones religiosas, salvo algunos casos de evangelistas o de Testigos de Jehová. Pocas singularidades, rotas en contadas ocasiones por el hecho, por ejemplo, de que algún familiar del fallecido quiera honrarle con la interpretación de música en directo. "Es algo realmente emotivo", cuentan desde Funerriba.

Las flores son también otro aditivo de los entierros, que no suelen faltar en casi ninguno, pues aunque en algunos se pide que no se envíen por parte de los allegados la familia más íntima nunca renuncia a velarlo con algunas, que imprimen cierta alegría a una jornada trágica.

En esto también se ha visto un cambio, pues "hemos pasado de que todos los entierros eran iguales a hacerlos a la carta, unos con muchas flores, otros que no quieren, otros que las reclaman en lugares específicos, con duelo o sin duelo...", explica José Luis Loureiro.

Por lo general, el número de flores que se envían al difunto ha descendido en los últimos años "y empezó a notarse ya con la crisis", recuerdan desde las funerarias, a lo que se ha sumado un cierto relajo en las costumbres de los mariñanos, donde lo normal hace no demasiados años eran entierros con muchos ramos y coronas de flores.

Ahora, aunque los hay que siguen manteniendo esta tradición, pero también los que en el extremo opuesto deciden que nadie envíe o que dediquen este dinero a fines sociales.


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