"Fue todo dantesco, con los perros saltando encima del cadáver de la mujer"

Los agentes de la Guardia Civil explicaron en la Audiencia que el acusado de acabar con la vida de su mujer en Mos estaba "muy tranquilo" en los momentos posteriores al fallecimiento
El procesado paseaba este martes tranquilamente por la calle Rosalía de Castro, en Pontevedra
photo_camera El procesado paseaba este martes tranquilamente por la calle Rosalía de Castro, en Pontevedra

La segunda sesión del juicio por la muerte violenta de Marina, la mujer asesinada presuntamente por su marido en Mos en diciembre de 2015, tuvo como argumento esencial el relato de los agentes de la Guardia Civil que intervinieron en primer lugar en la escena del crimen y en la posterior detención del investigado. Los sargentos de los puestos del Instituto Armado de Mos y de Soutomaior ofrecieron versiones similares de los hechos, explicando el estado en el que se encontraba el cadáver y la vivienda en la que se cometió el delito, tildando el panorama de "dantesco".

El comandante del puesto de Mos comenzó por explicar que "conocía de antes al acusado. a Marina no. Este señor se dedicaba a la chatarra y a veces venía al cuartel a recoger lo que nos sobraba".

Sobre el día de los hechos, el sargento relató que "era de noche y yo estaba realizando tareas burocráticas. Este hombre (el acusado) vino a contar que su mujer estaba mal, tendida en el suelo de la cocina y que no podía levantarse. Yo le pregunté por qué había venido al cuartel y no al hospital. Estaba muy tranquilo". El guardia explicó que llamó al 112 para enviar una ambulancia a la vivienda, que dista "unos tres minutos en coche" del acuartelamiento. "Al rato le llamé para interesarme y me dijo que la señora había fallecido. Entonces me dirigí al lugar. Cuando llegué allí la vi muerta, con un enorme boquete en la cabeza que permitía que se le viese prácticamente el cerebro. Era un espectáculo dantesco. Estaban los médicos, mis compañeros (del puesto de Soutomaior) y los perros estaban saltando por encima del cadáver".

El primer miembro del Instituto Armado en llegar al lugar no fue el comandante de Mos, sino la sargento de Soutomaior, que explicó que "la casa era pequeña y la puerta estaba cerrada. Entró por la ventana un hijo, que fue el que nos abrió. En la cocina estaba la señora tirada con al cabeza abierta. Se le veía el cráneo. Los sanitarios ni la tocaron".

Sobre las condiciones de la vivienda, la guardia civil explicó que eran "de miseria. No sé cómo podían vivir ahí. Todo muy sucio, en estado ruinoso, y con dos pastores alemanes saltando sobre el cadáver".

En cuanto a la actitud del acusado, los funcionarios detallaron que era "muy tranquila", lo que, unido a los antecedentes y a las contradicciones en su testimonio, les condujo a su detención.

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