La "deslealtad" asoma en los caladeros y en los foros pesqueros

Los bonitos y atunes que arrastreros pelágicos galos tiran al mar indignan a la flota mariñana

El ministerio vigila desde el aire y en puerto, y retuvo dos barcos irlandeses en A Coruña, pero "esa pesca es legal" ►En los copos de las artes gallegas de fondo también apareció una ballena y restos de otros mamíferos como delfines
Diversos túnidos sacados del fondo
photo_camera Diversos túnidos sacados del fondo

Las cofradías del Cantábrico criticaban hace unos días la pesca que arrastreros pelágicos franceses e irlandeses realizan en las costas españoles y ahora los arrastreros locales que faenan en el fondo han sacado a la superficie los descartes de bonitos y atunes que aquellos han tirado a su paso, una práctica que puede ser legal, según los tratados pesqueros, pero que parece insostenible para el caladero. Enerva ya a unos pescadores gallegos que han padecido una muy mala costera, pero siempre tirando de artes selectivas y tradicionales como la cacea.

Tras realizar el sábado una descarga en los muelles de Celeiro, con bonito para transportar en camiones procedentes del País Vasco, el jueves, otra pareja de pelágicos franceses alijaba en Celeiro bonito con similar destino. En ámbitos pesqueros señalaban que, aunque de buen tamaño, por su inferior calidad tendrá muy bajo precio respecto al del anzuelo, y solo servirá para conserva.

Pero los pescadores iban más allá en sus críticas pues, independientemente de que esta flota estorbe la actividad en los cantiles o espante los cardúmenes que buscan los barcos artesanales, también se estaría llevando por delante mamíferos marinos como delfines o ballenas. Un arrastrero mostraba el jueves en cubierta una pieza que pudo haber recogido del fondo y colapsó su copo; habría muerto, presuntamente, en redes pelágicas que interceptaron su ruta, al nadar a media agua. Tortugas, peces luna o merluzas habrían corrido igual suerte. Luis Laría, presidente de Cepesma (Coordinadora para el Estudio y la Protección de las Especies Marinas), también lamentaba el jueves que «es realmente vergonzoso que nadie ponga coto a esta actividad».

Sería la muestra de la insostenibilidad de un arte aquí prohibido, pero que es legal para estos arrastreros franceses en sus capturas de bonito y pez espada. Puestos al habla con el Magrama, la Secretaría General de Pesca confirmaba desde Madrid que «la actividad de los arrastreros pelágicos franceses, actualmente con una presencia de cuatro parejas al oeste de A Coruña, es legal. Pescan su cuota de atún blanco con un arte legal y en zona autorizada, según el derecho y amparo de la Política Común de Pesca».

PAREJA IRLANDESA RETENIDA. El ministerio dice que desde tierra se han inspeccionado las descargas en puertos españoles y cuando se han detectado infracciones, como fue el caso de dos pesqueros irlandeses atracados en A Coruña, se han impuesto retenciones y las fianzas correspondientes.

Según pescadores españoles, estuvieron dos días parados al encontrárseles una especie de túnido que no pueden pescar, dentro de una partida de pescado con muchos días a bordo y pésima calidad. El Gobierno dice que sus servicios de vigilancia, control e inspección están activados y en alerta para responder ante cualquier incidencia, señalando «como medio más efectivo para esta actividad el avión de la secretaría, que cubre amplias zonas y fotografía con precisión».

CONTRADICCIÓN. No obstante, aunque la actividad de los pelágicos es tan legal como la de los volanteros con pabellón francés y propiedad gallega, o los mismos pincheiros en Gran Sol, que también descargan aquí o en otros puertos comunitarios sus capturas, se da la injusta paradoja de que, mientras la flota bonitera española se esfuerza en mantener sus capturas con la mayor calidad y valorizándolas en precio, estos barcos pelágicos usan el caladero para obtener un producto con calidad similar al que pescaban las polémicas volantas.

Las quejas de los pescadores locales están cargadas de argumentos en este sentido y es buen momento para que las Administraciones sean sensibles a ellas. Fuentes cercanas a la Xunta habían reclamado en diciembre pasado una sensible reducción del pescado que esta flota puede desaprovechar y tirar al mar (aquí se desembarcan hasta los más pequeños que mueren en el anzuelo), pues representaba una gran cantidad de toneladas respecto a las establecidas en la cuota de bonito de franceses e irlandeses.

Desde la Organización de Productores Pesqueros de Lugo también recuerdan que los pelágicos están afectados por la obligación de desembarque de descartes. Su gerente, Mercedes Rodríguez, pide «un control estricto deses barcos en terra pero tamén en alta mar, igual que se fai cos nosos en augas doutros estados membros».

Cree que hubo alguna inspección que detectó 900 kilos de atún sin contabilizar en los libros pero dice que «hai que ir máis lonxe e comprobar o exacto cumprimento dos descartes, cotas, preavisos de descargas e paso por lonxa».

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