Los años del Butano

LA VIDA te cambia en un instante y ya es para siempre. A mí me pasó la noche de bodas. Como hacía desde chaval me acosté en la cama al mismo tiempo que encendía la radio-despertador, que atronaba con una sintonía estridente: «Es Supegarcía en la hora cero».

Mi chica, que entraba justo en ese momento en la habitación con una sugerente bata de satén entreabierta, me dirigió una mirada aterrada, de pánico, porque aquello debió parecerle como la música en la escena de la ducha de ‘Psicosis’. «¡Con quién me he casado!», supongo que pensaría. Esa noche dije adiós a dos décadas de fidelidad ininterrumpida con el Butano.

La primera vez que recuerdo haber escuchado la voz de José María García aún estaba en la Ser, en los setenta, y allí entremezclaba los éxitos de nuestros deportistas y los mandobles a los dirigentes: «Chupópteros, abrazafarolas, correveidiles». Los chavales acabábamos copiando todas sus expresiones y su declamación. Un día mi padre me mandó a por tabaco y le dije que estaba «caduco y trasnochado».

Los árbitros eran junto a los directivos su plato favorito. Una vez un colegiado llegó tarde al partido y dijo que le había pillado un enorme atasco. José María nunca nos decepcionaba y esa noche inició el programa diciendo: «Tenemos al otro lado del hilo telefónico a don Evaristo Domínguez, taxista con licencia nº 42356...», y entonces el taxista comentaba que no había tal atasco, que había ido al hotel a recoger al árbitro pero que este se había retrasado más de la cuenta apurando una partida de mus y la última copa de Veterano tras la sobremesa.

-Ay, estos amigos del buen comerrrr y del mejor beberrrr-, volvía a apostillar con esa forma tan suya de hacer el redoble con las erres. El tío debía de tener en nómina a la mitad de los taxistas y camareros de España.

Nunca olvidaré una entrevista a Sergio Marrero, un prometedor futbolista canario fichado por el Atlético y del que se decía que llevaba una vida disoluta.

-A ver, Sergio, ¿tú te has fumado alguna vez un porro.

-Te juro José María que...

-¡Tú te has fumado hasta la pipa del moro!-, y se acabó la discusión.

Tuvo muchos y renombrados enemigos: José Luis Núñez (Minilendakari), Ramón Mendoza (el cantamañanas del pelo blanco), Jesus Gil (patán descerebrado)...pero el que lo hizo famoso fue Pablo Porta, el presidente de la Federación, «Pablo, Pablito, Pablete». Una vez Porta trajo a Holanda, subcampeona del mundo, a jugar en Balaídos contra España. Ese día llovió a mares, el campo se inundó y a mitad del primer tiempo se fue la luz. Cuando volvió, Holanda ya no quería jugar;

-Lógica la indignación de la entendida afición viguesa. ¿No podían haber puesto el partido en primavera? En Galicia todo el mundo sabe que llueve en invierno menos estos chupópteros de la Federación que...»-, escuchábamos bramar al Butano desde la radio. Y allí se fue Pablo Porta caminando entre el barro a convencer a la selección de Holanda de que saliese del vestuario para reanudar el encuentro mientras desde la grada, con el transistor en la oreja, los aficionados le llamábamos de todo. Al final se acabó el partido, pero aquello era cualquier cosa menos fútbol. Ni el penalti que nos dio la victoria sirvió de consuelo. La gente sacaba pañuelos hacia al palco llamándole ladrón a Porta, que no entendía nada. «¡Pero si les he traído a los subcampeones del mundo!»

Como desagravio a los pocos meses volvió a llevar a la selección a Balaídos, contra Portugal, y dijo Jose María en la previa: «Pero si ya los tienen muy vistos, que cada fin de semana van a comprar toallas a Valença do Miño», y la gente de nuevo a sacar pañuelos hacia el palco. No recuerdo un semblante tan serio y colorado como el de Porta aquella noche.

Los últimos años su voz se fue poco a poco diluyendo pero yo le seguí siendo fiel, hasta la víspera de mi noche de bodas, claro. Una de esas últimas noches se pasó todo el programa diciendo: «Por favor, recuerden que antes de acabar les cuente lo de la romana», y así cada cuarto de hora. Al final, antes de ceder el testigo a Carlos Pumares y su ‘Polvo de estrellas’, comentó que en una cena previa a un partido en el Asador Donostiarra un árbitro internacional le había dicho a alguien por telefono: «Y cuando acabe y llegue a casa te hago lo de la romana…, te la meto por la noche y te la saco por la mañana». Así eran los años del Butano.

(Publicado en la edición impresa el 17 de noviembre de 2014)

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