Un repóker de lujo en las alas

SERGI QUINTELA se enfrentaba a un difícil examen esta temporada, la segunda en las filas del Cafés Candelas Breogán. La primera sería casi de prueba para un chaval de Lugo, sin presión, pero esta, la que está a punto de terminar, es otra historia. El escolta lucense necesitaba dar un paso al frente y convertirse en un jugador de baloncesto. ¿Nota final? Aprobado de sobra. Quintela se ha ganado esta temporada el respeto de la Liga y la admiración de su ciudad. Ejemplo de trabajo en defensa en cada partido le ha perdido el miedo a mirar a canasta y se ha convertido en un pieza clave dentro del equipo de Natxo Lezkano. Tiene la ventaja de que juega en el equipo de sus amores (junto al Atlético de Madrid) y tal vez por eso en ocasiones da sobre la pista un extra de entrega y ganas del que sale ganando el breoganismo, como en la remontada ante el Araberri, en la que no dudó en echarse el equipo a sus espaldas.

FUE EL ÚLTIMO en llegar y hasta se llegó a dudar de la idoneidad de su fichaje, pero Natxo Lezkano insistió en su llegada. Y finalmente el tiempo le ha terminado por dar la razón. Aunque fuese solo por su papel en la remontada ante el Araberri, un encuentro en el que la segunda unidad del equipo lucense se convirtió en héroe por un día, la presencia en la plantilla del Cafés Candelas Breogán de Sandi Cebular ha merecido la pena. El objetivo del Breogán esta temporada era demasiado ambicioso como para no hacer un esfuerzo a la hora de su contratación y la apuesta le ha salido bien al técnico vasco. El baloncesto esloveno está en la cresta de la ola, son los actuales campeones de Europa, y el equipo lucense está a la moda con un jugador como Sandi Cebular, serio, trabajador y con buena mano en sus filas. La gente de los balcanes siempre fue de fiar cuando hay un balón de baloncesto por el medio.

TUVO QUE pasar un examen antes de empezar el curso para convencer a Natxo Lezkano y Danilo Fuzaron se ganó un puesto en la plantilla gracias a su intensidad, velocidad y ganas. Y para corresponder al técnico del equipo lucense, el brasileño ha mantenido sus señas de identidad durante toda la temporada. Es un portento físico del que Lezkano ha sacado partido en todo momento. Su agresividad defensiva le permite emparejarse con jugadores incluso más altos que él, en muchas ocasiones el jugador más peligroso del equipo contrario, y su velocidad en las transiciones encaja a la perfección en el estilo del equipo lucense. Su único lunar es tal vez el lanzamiento exterior, pero del otro lado de la balanza presenta numerosos aspectos, como su espectacularidad. Tiene un par de muelles en las piernas y ha dejado un buen número de mates en el recuerdo de una afición que valora su entrega en cada acción.

SALVA ARCO es el capitán ideal para un equipo por una sencilla razón: siempre está ahí. Puede que un día más acertado que otro, como es natural, pero el catalán es de esos jugadores que siempre da la cara. Esconderse no está en su diccionario. Con altibajos durante la temporada, dejó pinceladas de su calidad en muchas ocasiones, como en el encuentro ante el Clavijo en la pasada jornada, sellando sin ningún fallo en el tiro a canasta una victoria que puede valer un ascenso a la Liga ACB. Ha disputado los 31 partidos de Liga regular y la Copa Princesa y es el jugador del conjunto lucense con más minutos en pista. Lezkano confía en él y el breoganismo también. Se lo ha ganado a base de esfuerzo y profesionalidad desde el día que estampó su firma en el contrato con el equipo lucense. Con 70 de 127 en tiros de dos (55%) y 58 de 124 en triples (47%), con Arco puede ir uno tranquilo hasta a la guerra.

NO ES ESCANDINAVIA una zona que suela dar grandes jugadores de baloncesto, y tal vez por eso sorprendió el fichaje de un sueco para el Breogán el pasado verano. Pero quienes lo habían visto en las filas del Oviedo sabían que la apuesta era de fiar, que Johan Löfberg lo tiene todo para jugar a este deporte. Es alto, ágil, rápido, tiene buena mano desde la línea de tres. Desde los primeros partidos se metió a la afición en el bolsillo y, salvo algunos borrones en la temporada, algunos dicho sea de paso en partido en los que no jugó al cien por cien físicamente, ha mantenido un nivel acorde con la marcha del Breogán, siempre en lo alto de la tabla. Por si fuera poco, tiene la sana costumbre de dejar en cada partido un tapón para deleite del público. Suele ser en un contragolpe de un confiado rival; calcula el momento justo y aparece para poner en pie a una afición que idolatra a este chico que vino del norte.