Lo que Neymar se llevó

SON MÁS o menos las 14.00 horas del jueves 23 de enero. Medios barceloneses sueltan la bomba: Sandro Rosell se plantea la dimisión como presidente del FC Barcelona. Cuentan que el dirigente ha convocado para la tarde una reunión extraordinaria de la junta directiva y que tras la misma hará pública en rueda de prensa su dimisión. El detonante es el llamado caso Neymar, que ha acabado en la Audiencia Nacional a raíz de la denuncia de un socio azulgrana, Jordi Cases, que exige claridad en las cuentas del fichaje. Todo sucede como se había anticipado, excepto en una cosa: la rueda de prensa no es tal; Sandro Rosell cita a los medios, lee un comunicado, no admite preguntas y se va.

Rosell insiste en que Neymar ha costado lo que se dijo desde el principio, esto es, 57,1 millones de euros. Si es así, ¿por qué dimite? Pues porque no es del todo así, como al día siguiente se encarga de demostrar uno de sus vicepresidentes y sucesor, Josep María Bartomeu. Técnicamente, Neymar costó en junio de 2013 esos 57,1 millones que dice Rosell: 40 van para el padre del jugador (según confesó él mismo, recibió los diez primeros en 2011, cuando Neymar tenía 18 años), poseedor de la mayor parte de sus derechos, y 17,1 para el Santos, el club de procedencia del internacional brasileño. Pero nadie se lo cree. Neymar no ha podido costar solo 57,1 millones si a otros clubes se les pedían cantidades aún mayores, razón por la cual abandonaron la puja.

Al final, Bartomeu confiesa que Neymar le va a costar al Barcelona 132,2 millones, cifra en la que se incluyen los 56,7 brutos repartidos en cinco años, a razón de 11,34 millones de euros por temporada, que recibirá el brasileño como ficha. El sueldo de Neymar abre un nuevo frente, el de la plantilla, repleta de jugadores que lo han ganado todo y que ven cómo sus emolumentos son ahora muy inferiores a los de un recién llegado con todo por demostrar. El dinero que va a tener que emplear el Barça para calmar los egos en forma de renovaciones, empezando por Messi, no es un tema baladí precisamente.

Cabe preguntarse por qué Rosell y sus directivos no hablaron desde el principio tan claro como lo hizo Bartomeu la tarde del viernes 24 de enero. Se habrían evitado todo el lío o buena parte del mismo. Pero, claro, en una entidad como el Barcelona, que presume de ser tan especial y de difundir unos valores determinados, queda feo decir que el de Neymar es por lo menos uno de los tres fichajes más caros de la historia del fútbol, junto a los de Cristiano Ronaldo y Gareth Bale por el Real Madrid. También, todo hay que decirlo, en la serie de contratos paralelos que se firman al del traspaso subyace el propósito de evitar en lo posible el pago de impuestos y más impuestos. Y, por supuesto, el objetivo del Barcelona de evitar que el jugador recale en otro club, sobre todo si es el Real Madrid, cuando expire su contrato con el Santos. Es decir, toda esta ‘ingeniería negocial’ se debió a evitar que el Real Madrid fichase a Neymar.

La situación se divide ahora en tres vertientes, la puramente judicial, la del equilibrio institucional en el seno del Barcelona y la mediática. La primera no tiene vuelta de hoja: el proceso va para adelante, como ha dicho el juez de la Audiencia Nacional que lleva el caso, Pablo Ruz. Conviene en este momento explicar una serie de precisiones en torno a por qué el caso se tramita en Madrid y no lo hace, como dijo Bartomeu, «uno de los nuestros» en un juzgado de Barcelona. Sencillamente porque lo dice la Ley, concretamente la de Enjuiciamiento Criminal, que expresa claramente que los presuntos delitos cometidos o fraguados total o parcialmente en el extranjero son competencia de la Audiencia Nacional.

Sobre la segunda cuestión, la del equilibrio institucional en el seno del Barça, queda claro que es precario. Si Rosell se marchó para evitar que un presidente azulgrana fuera imputado en el ejercicio de su cargo, quizá Bartomeu deba tomar pronto el mismo camino, pues en los contratos que estudia el juez Ruz, entregados a éste por el propio club, figuran las firmas del propio Bartomeu y del vicepresidente económico, Xavier Faus. Es decir, si se procesa a Rosell por entenderse que pudo cometer un presunto delito, Bartomeu y Faus seguirán pronto el mismo camino. ¿En qué situación queda el Barça? De momento, con un presidente al que no ha elegido nadie -iba en la lista de Rosell pero es cuando menos dudoso pensar que algún socio eligiese esa lista por Bartomeu y no por quien la encabezaba- y, quizá pronto, con un sucesor de éste al que tampoco ha elegido nadie. Lo sensato sería convocar elecciones cuanto antes.

Triste, y duele decirlo, ha sido el papel de la prensa deportiva catalana en este asunto, reducida a mero club de fans a cual más histérica, como si los directivos del Barça fuesen unos Justin Bieber de la vida. En lugar de buscar la verdad, que es el principal mandato de esta profesión, dicha prensa ha tomado partido por los dirigentes y ha montado una ridícula campaña en la que involucra, cómo no, al Real Madrid y a su presidente, Florentino Pérez, como verdadero motor de la querella. Los argumentos esgrimidos ofenden a la inteligencia en la mayoría de los casos y no aportan pruebas. Pérez ya ha anunciado su propósito de querellarse con algunos periodistas si no rectifican. Al menos, a la prensa de Barcelona, inventora del nefasto periodismo de camiseta, le cabe el honor de haber creado un nuevo género estos días dándole una vuelta de tuerca al primero: el periodismo de presidentes. Unos, los más, apoyan a Rosell y sus sucesores. Otros, los presuntamente más objetivos, son acusados por los primeros de ser afines al antecesor de Rosell, Joan Laporta, reconocido enemigo del ya expresidente. Los primeros acusan sin ningún tipo de rubor y a la vez a Florentino Pérez y a Joan Laporta de ser los instigadores de la querella. A ver si se aclaran.

Queda por ver en qué acaba todo este embrollo, que va para largo vista la proverbial lentitud de la justicia. Y queda también un apunte en el que casi nadie ha reparado, el papel de la Fifa en el asunto. Se supone que el máximo organismo del fútbol mundial, que cuenta con una presencia importante de exdirectivos del Barça y personas afines a los intereses de antiguos o actuales patrocinadores, debería entrar en el caso Neymar, sobre todo si se tienen en cuenta las declaraciones del padre del futbolista a una cadena de televisión de Brasil en el sentido de que los contactos con el Barcelona se remontan al año 2011, según él con la autorización del Santos (ha presentado incluso documentación por escrito). Neymar padre reconoce en esta tensa entrevista que el contrato del jugador con el Santos concluía en junio de 2014. También que la empresa N&N, propiedad de los padres de Neymar, recibe en 2011 un adelanto de 10 millones. También reconoce Neymar sénior que ese año crea la empresa N&N, cuya sede se encuentra en un local sin actividad alguna en Sao Vicente, ciudad costera próxima a Santos, para administrar los recursos económicos que va recibiendo de la vinculación con el Barcelona. Si la Fifa prohíbe y castiga los contactos con jugadores con contrato en vigor hasta seis meses antes de su conclusión, ¿qué hacían Neymar padre y el Barça hablando desde 2011?

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