Llega la banca multiusos

MÁS QUE un viaje, es un viraje. Y de trescientos sesenta grados. Si hace un par de años, en plena tormenta financiera, la banca se conjuraba para volver a sus orígenes, es decir, al negocio tradicional de captar y prestar dinero, renegando de veleidades inversoras industriales que tantos disgustos habían ocasionado en tiempos pretéritos, nos topamos ahora con que son precisamente los bancos los que, por obra y gracia de la crisis, comienzan a emerger como propietarios de necesidad de nuestras empresas. No son casos aislados. Es una constante en los últimos meses. Y no hay que quedarse solo con la crisis de Pescanova como botón, aunque desde luego es la mejor muestra de esta improvisada y, parece, delicada tendencia.

Este escenario, el de las refinanciaciones de deuda que acaban por forzar su capitalización, con la consiguiente conversión de amortizaciones pendientes por acciones, puede dibujar un nuevo mapa empresarial muy distinto al actual, en el que los bancos, como única vía para salvar los muebles, se acaban quedando como accionistas de referencia de grandes (y no tan grandes) empresas en crisis al canjear deuda por capital.

Fue en diciembre, pero qué lejos parecen quedar en el tiempo las palabras de Juan Carlos Escotet cuando aterrizó en Novagalicia, al preguntarse, con toda la intención, a qué venía eso de que un banco sea dueño de bodegas, por ejemplo, en Oporto. Nuestro sector financiero desanda un camino, con improvisado guion, que por orden de Bruselas había iniciado con pasos firmes: las desinversiones industriales. Las habrá, y muchas, como la de esa bodega portuguesa de Novagalicia, pero ahora se unen inoportunas operaciones justo en sentido contrario. A todo ello contribuye el Gobierno, modificando mediante un decreto ley urgente hasta seis leyes (Concursal, de Enjuiciamiento Civil, de régimen de OPA y el Impuesto de Sociedades, entre ellas) para convertir en una masiva operación de salvamento las operaciones de refinanciación.

Como los sapos del ladrillo, la banca preferirá ahora convertirse en propietario de empresas que no pueden afrontar sus deudas si, además, el Gobierno le prima modificando a la baja las provisiones de créditos dudosos a las que hasta ahora estaba obligada. Aunque todavía queda la última palabra del Banco de España, todo indica que el fórceps incluirá compensaciones para una banca que casi nunca deja de ganar.

Todo esto de los concursos de acreedores arroja paradojas que, sin salir de Galicia, deberían invitarnos a la reflexión. Por ejemplo, la salida de la suspensión de pagos del Celta conllevó que Novagalicia se convirtiese de la noche a la mañana en su segundo accionista, con casi el 25% del capital, solo por detrás de Carlos Mouriño, el presidente del club vigués. Ahora, con todo pendiente de un hilo también para reflotar al Deportivo, la banca ya se ha comprometido a convertir deuda por capital. Aunque está por cerrar el acuerdo, Novagalicia, con más de 26 millones en créditos, se puede convertir también en obligado accionista del club coruñés.

El del fútbol es quizá el gran paradigma, pero hay otros muchos casos. Y de empresas gallegas. San José, por ejemplo, la primera constructora patria, está siendo monitorizada por la banca acreedora desde hace meses, una vez que no pudo abonar los vencimientos de deuda contraída para operaciones inmobiliarias en momentos inoportunos, previos a la crisis, como fue la compra de la vallisoletana Parquesol. La compañía de Jacinto Rey acumula una deuda financiera de unos 1.900 millones. La solución que maneja la banca, capitalización, entre opciones como aplazamientos y quitas. Qué decir de Martinsa, que un día fue Fadesa, y que sigue dando tumbos pese a haber levantado el mayor concurso de acreedores de la historia de España.

Son muchas las grandes empresas en esta situación, como también la casuística de los problemas. Otro ejemplo, el de las sociedades participadas desde hace años por bancos a las que, a mayores, se les concede financiación. En esa situación, cuando se llega al límite, el acreedor se ve atrapado por dos vías, la accionarial y la financiera. Sucedió con Finsa, la primera maderera gallega, y su filial Finsa Gandía (antigua Faus). Participación del 49% de Novagalicia e inyecciones vía créditos participativos. Resultado final: suspensión de pagos.

Desde hace un año vivimos pendientes de la crisis de Pescanova, que es propiedad de los bancos desde el minuto uno por la deuda que arrastra, pero son muchos los casos que, sin percibirlo, engrosan una lista que no hará más que crecer. La de un sistema financiero multiusos al que no le queda otra que fagocitar el tejido empresarial.

La semana más chapucera en Pescanova

ATENTAMENTE, y solo por la cuenta y la nómina que les trae, están siendo observados nada menos que por 12.000 trabajadores, tantos como la plantilla que declara actualmente Pescanova. También por un Gobierno autonómico que ha trabajado durante meses en silencio, pero que asiste desconcertado a una refriega justo en el momento decisivo, cuando todas las cartas estaban ya sobre la mesa. Y, sobre todo, por una sociedad, la gallega, que no puede consentir ni un minuto más que se trate a la segunda multinacional patria como un producto perecedero propio de un mercado de abastos en el que vale todo, y sobre todo si es de saldo. El consejo de administración de Pescanova es ya la mejor caricatura de sí mismo, por mucho que ahora se afane entre tinieblas en intentar maquillar una propuesta de convenio de acreedores que pintaba muy mal desde el principio, cuando la banca, supuestamente, había dicho que sí, que adelante con el plan.

Y ha tenido que ser el juez que tramita el concurso, como temíamos, quien ponga orden en un plan chapucero, que parecía tener las bendiciones que al final le faltan.

Le han bastado tres puntos a la providencia del juez, con subsanaciones, para hacer saltar todas las alarmas. Entre otras cuestiones, el magistrado transmite su rotunda negativa a limitar el derecho de oposición de otros acreedores, como pretendían Damm y Luxempart para tener las manos libres. La amenaza de liquidación por parte de la banca es quizá más verosímil que nunca. De las trincheras hemos pasado a campo abierto. Habrá matices a la propuesta de convenio, seguro, pero la guerra seguirá. 

ANTONIO ABRIL ABADÍN ♦ El artífice del código ético de Inditex

LAS VUELTAS que da la ética. Apenas unas semanas después de que comenzase a conocerse el detalle del código de conducta de Inditex, que prohíbe a sus trabajadores recibir regalos que, individualmente o en su conjunto, superen los cien euros al año, llega el anuncio de la Xunta para establecer duras normas sobre dádivas a funcionarios o políticos. Será también a través de un código ético. Sin duda, quienes anden a vueltas en San Caetano con el protocolo habrán reparado en el elaborado por el viveirense Antonio Abril, uno de los valores seguros de Amancio Ortega en Inditex, consejero y secretario general del grupo. Porque Abril es también director de Cumplimiento Normativo y presidente del comité de ética. Sin duda, en el anuncio de Feijóo habrá pesado la espiral de judicialización en la que está inmersa la política gallega, pero no es menos cierto que, a veces, no hace falta salir de Galicia para buscar referencias.

JOSÉ MARÍA CASTELLANO ♦ La multimillonaria venta de Ono lleva la firma del ejecutivo

ES LO SUYO. Nunca fue un banquero y lo dice abiertamente. José María Castellano ha vuelto a ejercer de lo que más sabe y le gusta, las operaciones empresariales de calado, que siempre le han reportado millonarios ingresos. El expresidente de Novagalicia ha colocado ONO, de la que es presidente, a Vodafone por más de 7.000 millones. El catedrático sacó a Bolsa en su día Inditex, que ahora es el valor con mayor capitalización del Ibex-35. Lo volvería a repetir con Fadesa, de la que también fue accionista, asesorando a Manuel Jove. Y ahora el operador de cable. La operación de venta, sin pasar por la salida a Bolsa,puede reportar al equipo directivo de Ono un bonus estratosférico, que representa el 3% del total del capital del grupo. Nada menos que 210 millones de euros para la cúpula de la compañía, en la que también está Teresa Portela, muy vinculada a Ourense.

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